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Sentimientos encontrados

Publicado el 30 junio 2018 por Trescuatrotres @tres4tres

Acaba la temporada y es momento de hacer balance. Fin de ciclo y fin de plazo para cumplir los objetivos. Tiempo para analizar, valorar y, sobre todo, corregir. Hace ahora prácticamente un año que empezó la pretemporada. Ilusión, incertidumbre, ganas y fuerza. Empiezas forjando un grupo, creando expectativas, cuadrando un sistema de juego, una estrategia característica. Todo a expensas de que empiece a rodar el balón y se cumpla lo deseado y previsto.

Arranca la liga. Empieza la competición. Ganas, pierdes y empatas. Vas logrando puntos, pero también estás dejando de sumar. Por eso, llegado el parón de Navidad, fichas. Haces refuerzos en la plantilla para seguir en la lucha por ese objetivo fijado hace meses: el playoff. Acabar entre los cuatro primeros no es nada fácil, porque depende de muchos factores. Principalmente depende de ti, pero también del nivel de la competición, y en muchas ocasiones de la suerte.

Pasa marzo, abril y llega mayo. El mes decisivo. El mes en el que por un punto, por no haber conseguido un empate más en toda la liga, puedes quedarte fuera de esta liguilla de ascenso. Aunque finalmente lo has conseguido. Mucho esfuerzo, muchos partidos, muchos desplazamientos, muchos rivales y mucho sufrimiento.

Llega el momento más deseado para jugadores, técnicos y directivos. El esperado playoff. Otra fase de la temporada, posiblemente la más importante. Porque estos partidos marcarán el devenir del próximo año. Si quedas primero, tienes una oportunidad indiscutiblemente mejor que el resto. Cincuenta por ciento de posibilidades de subir, solo a doble partido. Si no, tienes por delante tres eliminatorias para lograr el deseado ascenso.

Empieza el playoff. Te dejas la piel en cada partido. La afición se desplaza en masa para animar a tu equipo. También es una oportunidad para dejarte ver y lucirte. Esos partidos están en el punto de mira de ojeadores y directores deportivos que buscan refuerzos para sus clubes. Pasas la primera fase, pasas la segunda. Llega el momento más decisivo del año.

¿ Qué prefieres? ¿Jugar el partido de ida en casa y asegurar un resultado? O por el contrario, ¿quieres dar el todo por el todo jugando la vuelta en tu estadio, ante tu gente? En esta decisión también influye el valor doble de los goles que marcas fuera de casa, que condenan al otro equipo a hacer dos tantos en el partido de vuelta y lejos de su tierra.

Y precisamente el pasado fin de semana se celebró ese último partido, de la última eliminatoria del playoff. Cara o cruz. Subes o te quedas. Por eso vimos en algunos campos de Segunda B y Tercera División muchas caras de felicidad, y otras tantas de pena. El gol más absurdo de la historia puede hacer que el esfuerzo de todo un año se venga abajo. Pero así de justo o injusto es el fútbol. Eso es lo bonito de este deporte, su imprevisibilidad. Y otra de las cosas buenas que te brinda, es que, tiempo después, tienes la oportunidad de volver a intentarlo.

En una categoría superior o en la misma que estabas, desde ya, se abre otra etapa en la que, de nuevo, puedes fijarte tu objetivo y puedes luchar para conseguirlo. ¿Es difícil? Siempre, pero no hay que perder la esperanza. Los retos fáciles los puede conseguir cualquiera. Los complicados, solo unos pocos. Y al final, si luchas y te esfuerzas, en algún momento, llegará tu premio. En realidad, esta teoría puede aplicarse a todas o muchas de las facetas de la vida. Pero está claro que el fútbol es una de ellas. Aunque para mí, el fútbol, y sobre todo el modesto, es paradigma de esto.

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