Revista Tecnología

SEO, o el peligro de la optimización de una sola vía

Publicado el 03 diciembre 2011 por Equagliano @quiquequagliano

Preguntas. Me pregunto. Voy y vuelvo por un rato del lado emocional al racional en mi atribulada cabecita loca. Y me da por interrogarme, reflexionando sobre todo lo que veo, leo, escucho, estimo, entiendo, presiento, como si en ello me fuera la vida: ¿para que sirve internet?

Por supuesto que no es esta una pregunta que me quite el sueño o defina el rumbo de mi vida, pero dado que es este un blog sobre tecnología y educación, creo que me sirve usar este espacio para pensar e intentar un esbozo de respuesta a aquella pregunta.

En todo caso, y como para comenzar a dirigir un poco más coherentemente el hilo del pensamiento, la pregunta específica sería “¿para que sirve hoy internet?”. Y más aun, “¿para que servirá internet en el futuro?”

Lamento ser algo pesimista, pero creo firmemente que vamos rumbo a arruinar todo, una vez más.

El detonante de la baja en la cotización hoy de mi fe en los desarrollos tecnológicos de la humanidad tiene que ver con una breve nota en Microsiervos, acerca de Inframutt, o lo que ellos mismos llaman “el Google al revés”

Se trata de un proyecto de esos alocados que pululan por la red, que nunca arrancó pero que deja alguna marca por lo extraño o, como en este caso, lo particular de la idea con la cual fue concebido. En palabras del autor del artículo,

Esto ya ni siquiera funciona, pero lo intrigante es el concepto. Hace tiempo alguien pensó que podría ser toda una idea crear un Google al revés, en el que las páginas menos relevantes fueran las primeras. Esto además evitaría toda la basurilla «colocada artificialmente mediante posicionamiento» que ensucia ciertas búsquedas. Y así nació Inframutt, que por lo visto se quedó en alfa y nunca más se supo.

Esa idea de basura colocada artificialmente mediante posicionamiento, que en algunos casos podríamos adjuntar perfectamente a la definición de SEO (Search Engine Optimization, Optimizador de motores de búsqueda o posicionamiento web), me recordó inmediatamente la ponencia de Eli Pariser, director de MoveOn, en una de las conferencias TED. Pariser habló allí, en pocas palabras, sobre como la segmentación de la información para el usuario, basada en sus hábitos de uso de la red, termina aislándolo de lo global para permitirle recibir sólo lo que puede-quiere-debe saber.

La ecuación es sencilla: si mediante la SEO nos seleccionan lo que alguien decide que nos gusta ver/comprar, y los buscadores determinan lo que debemos leer/saber, ¿cómo encontraremos lo realmente válido, lo que nos sirva para otra cosa que no sea comprar -cosas, datos, mentiras y hasta revoluciones o guerras-, para hallar en la red lo que era su esencia, su razón de ser, esto es, la suma de todo el conocimiento de la humanidad?

Uno de los hitos en la historia de internet tiene que ver con que las empresas comenzaron a ver en los ‘90 el filón de la publicidad en la red. Antes de Windows, antes de Tim Berners-Lee y la web, antes de los buscadores y antes de todo, los BBS no pagaban: se sabe que 999 palabras o más no llegan a valer lo que una imagen, así que se podía escribir mucho sin que un fastidioso banner o un correo spam molestara la vista pretendiendo vendernos algo. No valía la pena meterse en donde no se podía mostrar.

Aquella internet -o mejor dicho, su precursora ARPANet-, aburrida -el negro y verde o ambar de las aburridas pantallas tampoco pagan- tejió en pocos años el entramado de una red que desarrolló mucho de lo mejor y más lúcido en materia de comunicación de la historia de la humanidad.

Todo ese tejido soporta hoy, mayoritariamente, spam, pornografía, publicidad dirigida, análisis de información obtenida -por usar un término suave- sin nuestro permiso, ideologías impuestas, redes inocuas y otras delicias de nuestra distracción, con el único fin de decirnos qué pensar, que comprar, que creer, a quién querer y a quién odiar.

Esta es una optimización de una sola vía: se optimiza la forma de lograr que el usuario compre pero no la experiencia real y provechosa de navegación para su propio interés y beneficio.

No me gusta esta internet. No me gusta perder tiempo buscando lo que quiero porque tengo que buscarlo entre la basura que alguien decide que yo necesito. No me gusta cuando me hablan de optimización para vender más, como si fuera el único motivo por el cual existe este medio.

Comencé este post prometiendo un esbozo de respuesta a aquella pregunta de “¿para que sirve internet?”. Pero es evidente que por el momento, no hay una respuesta.

O tal vez esté en nuestras manos pero no sepamos que hacer con ella.


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