Septiembre negro

No se despisten, no les voy a hablar de aquella organización histórica palestina de los años setenta que puso en jaque las Olimpiadas de Munich. Mis pretensiones son más vulgares, más actuales, más simples. Quiero pensar que a casi todos nos pasa, que cuando vuelves de vacaciones, especialmente en estos primeros días, te bloqueas ante todas las cosas que dejaste pendiente en tu trabajo, en tus quehaceres en otras facetas de la vida, que no todo va a ser trabajar. A ello le añadimos que el pesimismo ya no es solo una cuestión de ánimo sino de la triste realidad que nos rodea. La sociedad se encuentra pesimista y por ende, cabreada, noto que mis propios compañeros reaccionan de forma cabreada ante gente cabreada, profesores cabreados, administrativos cabreados, alumnos cabreados. El IVA sube, la nómina baja. El paro sube, las esperanzas por un futuro para los estudiantes baja. La intolerancia sube, el respeto por el inmigrante baja, la solidaridad se derrumba. Y lo peor de todo es que a nivel político no se encuentra el camino, ni la alternativa desde la izquierda a esta crisis del sistema capitalista. Las organizaciones se ven inmersas en procesos que reclaman mayor militancia activa de las bases, recobrar las esencias de lo que fueron. Septiembre está negro, pero sobre todo porque el túnel en el que nos han metido, en el que nos han encarcelado, es más y más largo, y solo tiene una salida, la precarización del trabajo y la domesticación de la protesta. Pronto pagaremos por trabajar, agradeceremos que la policía nos pegue si nos manifestamos y nos escandalizaremos de que los medios de comunicación sean libres. Septiembre es el final del estío, del cálido verano que nos adormeció y de las ilusiones de un mundo mejor, quizás por eso nos traiga el recuerdo de todas las batallas perdidas. Septiembre es Allende, Septiembre es por eso más negro. Discúlpenme la licencia de ser derrotista, será cuestión de unos días.