Séptima...

Mientras camino tranquila y protegida, nada puede proteger mis ideas, mis pensamientos, lo que respiro y siento.
Con la mirada clavada en el camino, me ausento, solo doy pasos mientras me adentro en mi, para que quiero llegar y a donde quiero llegar?
No confío en nada que no pueda hacer yo misma, los demás no llegan donde no puedo llegar yo, nadie va a preocuparse por lo que no pueda hacer, por lo que pueda necesitar.
¿Por eso camino entonces? No, camino con la efímera esperanza de encontrar un lugar donde poder descansar, ¿habrá alguien merecedor de ese mismo sitio? No lo sé, pero lo dudo, si así fuera caminaría conmigo, y camino sola.
Alzo la mirada y respiro profundamente parándome, algo fétido me llama la atención y acerco la mano a mi pecho…me agacho e intento apartarme del camino, entre unos arbustos vislumbro un enorme ser resoplando, su piel parece de espejo donde solo se reflejan almas en pena, gritando y arrancándose la piel, me cubro la nariz y la boca con la mano, el hedor es insoportable y siento que necesito gritar.
Se aleja dejando una pestilente estela de vapores, tendré que esperar a que se disipe la pestilencia.
Me siento, alejada de nuevo a la espera, siempre a la espera de alguna cosa, pero me resigno, aprovecho para afilar las ideas, las defensas y a intentar que no se me infecten las heridas.
Descansare un rato, pero mis pensamientos no dejan de atormentarme, quiero desparecer, quiero dejar de correr, no puedo tirar de un lastre totalmente sola, me estoy quedando sin fuerzas…