El maremágnum publicitario nos impulsa a que en Navidad seamos generosos, por medio de desembolsar enormes cantidades de dinero para comprar cosas y hacer regalos a tantas personas como nos sea posible.
No está mal si realmente se necesitan los artículos, pero ¿qué pasa cuando no los requerimos, cuando sólo estamos comprando por impulso y por avaricia?
El resultado son carteras vacías y la resaca de haber comprado y gastado nuestro bono navideño en cosas que quedarán en el olvido en muy poco tiempo.
Creo que Navidad es una gran temporada para reflexionar que existen personas, incluso cerca de nosotros, que no se la están pasando mal y que de verdad necesitan ayuda.
Déjenme contar una pequeña historia reciente.
En un grupo de discusión del que formo parte, cada año se organiza un intercambio de regalos. A veces son libros, discos o simples tarjetas de felicitación. Y la verdad es que es muy agradable recibir algo.
Pero esta vez, al estar pensando en organizar a mis amigos, reflexioné en todo lo que ha pasado en los últimos años en el mundo. No hace falta mencionar que 2012 fue un año muy duro para la humanidad y que existen necesidades muy fuertes que tienen que ser atendidas.
Así que en lugar de organizar un intercambio, pensé en hacer una donación comunitaria a alguna ONG. Por sus finanzas claras y por su espíritu de ayuda a las zonas de conflicto más grandes, elegí Médicos Sin Fronteras, quienes aceptan donativos desde MX$50.00.
No importa si es dinero, en especie o en tiempo, donar y ayudar a quienes lo necesitan te pone una gran sonrisa en la cara y se olvidan las penas. Literalmente.
Existen estudios científicos que relacionan la generosidad con la felicidad. Y bueno, para el budismo esto no es nuevo. Todos sabemos que karuna hace felices a quienes dan y a quienes reciben, haciendo este un mejor mundo.
Así que en lugar de comprar una app que no necesitas, regala un poco de dinero a una asociación de ayuda.
Muchas personas en el mundo podrán sonreír con un pequeño esfuerzo de tu parte.