Quizás los lectores me perdonarán si les hablo hoy en un sentido más personal de lo que suelo hacer. Quisiera decir algunas cosas que son fruto de mis observaciones personales, porque creo que muchos de los que vienen a leerme aquí han tenido percepciones similares. Creo que muchos de ustedes, posiblemente, tienen algo en común conmigo, algo muy importante.
Cuando era un niño pequeño, de 11 o 12 años, muchas veces me gustaba pasar el tiempo desarmando relojes, probando distintos ordenadores de la época, y a veces también me gustaba hacer experimentos en un pequeño laboratorio improvisado que tenía en un almacén que mis padres tenían en la propiedad. También me pasaba horas intentando resolver problemas de las olimpiadas matemáticas. Casi siempre tuve la idea de ser profesor universitario, o alguna profesión de carácter público. Creo que nací para ser un servidor público, y Dios me hizo así. No sé hacer otra cosa que divulgar y resolver problemas bastante complicados. Toda mi vida ha sido un perpetuo resolver todo tipo de problemas.
Yendo al grano, lo que quiero decir es que, más que cualquier otra cosa, yo estaba interesado en saber cómo funcionan las cosas del mundo. Me fascina el conocimiento, el descubrimiento y, más importante aún, la VERDAD. Nunca me he interesado por lo que esté de moda, por lo «fashion». De hecho, casi toda mi ropa, si vamos a hablar de estílos, tiene al menos 100 años o más de antiguedad salvo las prendas más delicadas que se deterioran, y aún así, tengo un modista que me las hace con material del más natural y puro, por supuesto nada de «Made in China». Yo era el tipo de chico que a veces usaba un calcetín negro, otro azul, por puro despiste más que por otra razón. Realmente, lo «fashion», la «moda», lo que piense la «mayoría», nunca me ha interesado. Quizá por esa razón nunca fui muy bienvenido en España, que es uno de los países más conformistas y borregos del mundo, con diferencia. De no ser porque está donde está, a veces los españoles actúan como asiáticos en su conformismo y miedo al estado. Sigo siendo así, excepto que ahora mis alumnos son quienes me recuerdan si algo no pega en mi ropa en cuanto a colores, etc.
Durante mi etapa de maduración y juventud o niñez, por supuesto, también presté atención a lo que estaba sucediendo en el mundo que me rodeaba. Sabía, sin que me lo dijeran, que había gente buena y gente mala, inteligentes y tontas. Sabía que el mundo no era perfecto, pero creía que se podía mejorar si se usaban argumentos racionales, convinentes, con evidencia y lógica. Ya, ya, una utopía, sí, pero como yo me interesaba mucho por el conocimiento, pensaba que todos también compartirían esa curiosidad.
Ya muy entrado en mi etapa adulta, aprendí una cosa, sin embargo, que fue realmente deprimente para mí durante bastante tiempo. Aprendí que la mayoría de las personas que me rodeaban, no todas, pero la mayoría, estaban mucho más interesadas en lo que estaba de moda que en lo que era verdad. Cuando yo era estudiante universitario, por ejemplo, estaba muy interesado en la historia, y quería discutir los diversos temas que surgieron en clase con otros estudiantes. Sin embargo, cuando el tema era ideológicamente delicado —la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo— | descubrí que era muy difícil mantener una conversación objetiva con la mayoría de las personas. Se resistían cada vez que la discusión se desviaba hacia un terreno fuera de moda o «políticamente incorrecto». Preguntaba a los estudiantes con los que estaba hablando, ¿por qué casi ningún miembro del público en general puede decirnos cuántos Gls estadounidenses murieron durante la guerra, o cuántos alemanes o cuántos polacos, pero casi todos inmediatamente dicen que murieron «seis millones» de judíos? ¿Por qué es eso? O, por ejemplo, ¿no es cierto que Martin Luther King era comunista? ¿No es cierto que en la mayoría de los «desfiles» de «orgullo gay» lo que se ve es lo más asqueroso e íntimo del cuerpo y más que una reivindicación por sus derechos, la mayoría te enseña el pene o el culo, incluso cuando hay familias pasando?
Bueno, siempre que preguntaba o decía cosas así, la gente con la que estaba hablando se veían incómodas. Algunos se emocionaban y entonces caían, como el típico ser irracional, en insultos personales. Se negarían a continuar la discusión, con un simple «racista» o «machista» o con un «eres homófobo» y fin de la discusión.
Durante las últimas décadas, he notado este tipo de falta de razón una y otra vez, cada vez a peor y paralelo a la progresiva degeneración de nuestras sociedades occidentales. He visto el gobierno en Washington adoptar políticas que yo afirmaba tajantemente de que eran políticas destructivas, políticas que conducirían a la pérdida de nuestras libertades, a la pérdida de todo lo que amamos, Yo estaba horrorizado, y hablaba en contra de estas políticas.
Pero invariablemente los medios controlados apoyaron las políticas, y así las políticas estaban de moda ante los ojos de la mayoría de la gente. Las personas que estaban en contra de las políticas del gobierno fueron tachadas de “racistas” por los medios de comunicación. Fueron llamados «aislacionistas». Fueron llamados «enemigos». Y la mayoría de las personas se dejaron intimidar por los medios. Asentían porque era y es la moda, no porque tengan convicciones propias reales. Este fenómeno empezó con fuerza a partir de los años 90, especialmente en EEUU. Claro, todavía en los años 90 no se había llegado a la tiranía actual, pero ya preparaban el camino. Cuando algunos lo denunciamos, nos tacharon de milicianos, separatistas y supremacistas blancos. En los años 90, esas palabras eran insultos, pero aún podías gozar de un juicio más o menos imparcial. La justicia estadounidense no estaba, todavía, tercermundizada como ahora. Porque, ahora vivimos en un país en el cual un tipo de raza negra puede acuchillar a una anciana en Atlanta para robarle el coche, pero con jurados y jueces que ahora creen en el «equity»…y eso significa que quedará más o menos impune. Sin embargo, si un blanco está defendiendo su propiedad y apunta una pistola a un negro, el FBI lo interrogará y acosará a toda su familia. Todo esto lo veíamos venir algunos, pero la mayoría optó por ser «fashion» o bien, directamente negar el problema y darle la razón a los controladores de los medios de comunicación.
Pues así estaba yo, una y otra vez, preocupado por las tendencias que podía ver desarrollarse, preocupado sobre cambios sutiles en la propaganda de los medios controlados, preocupado por los cambios en el gobierno y su política. Pude ver a mi alrededor los malos efectos de tales tendencias y también pude ver hacia dónde estas nuevas tendencias se dirigían. Estaba claro. Era obvio. Pero otras personas parecían no darse cuenta. Era como si fueran ajenos a la destrucción de su propio mundo que estaba ocurriendo a su alrededor. Me sentí muy frustrado, confundido, que se negaran a ver lo que yo veía, que continuaran fingiendo que las cosas estaban bien cuando muchos sabían que nos dirigíamos hacia el desastre.
¿Puedes imaginarte esa situación? ¿Alguna vez te has sentido igual de lo que acabo de describir?
Por supuesto, no pretendo decir que siempre tuve razón, que siempre supe mejor que los demás. Como todos, cometo errores de juicio. Pero cuando cometo un error, es un error honesto. Yo no juzgo las cosas equivocadamente simplemente para estar a la moda.
El hecho es que, desafortunadamente, la mayoría de las veces mis juicios sobre las políticas del gobierno han sido correctos. Políticas que yo, instintivamente, sentí como malas para la libertad han resultado serlo. Tendencias que el análisis y la reflexión me convencieron que eran tendencias degenerativas han resultado serlo. Y yo nunca he dudado en denunciar los problemas que veo, a pesar del gran coste personal que me ha provocado. Nunca he dudado en decir, por ejemplo, “Hola a todos, la política migratoria de los gobiernos occidentales ha sido un desastre que ha acabado con nuestras naciones. En el caso de EEUU, los cambios demográficos van a destruír todo lo bueno que tiene el país si se permite que continúe la inmigración descontrolada. Por supuesto, el coro «fashion» inmediatamente chillaba y me insultaban: ¡Racista! ¡Hater! ¡Supremacista colonialista! ¡Esclavista!
También decía: «Oigan, todos, la razón por la que el problema de la delincuencia se ha vuelto tan malo durante los últimos 30 años es que lo estamos subvencionando. Estamos usando nuestros impuestos para ayudar a las minorías, que son responsables de la mayoría de los delitos violentos, para reproducirse. Hemos aceptado las llamadas leyes de «derechos civiles» que empoderan y protegen a los elementos criminales. Eso lo dije en los años 90, y mirad como son ahora las grandes ciudades de EEUU y de buena parte de Europa. Y los borregos me volvían a gritar: ¡Racista! ¡Hater!
Por supuesto, no estaba siendo un «hater» en absoluto. Simplemente estaba preocupado por la destrucción de la civilización y estaba dando voz a mis preocupaciones. Estaba diciendo la verdad tal y como yo veía las cosas, incluso cuando la verdad no estaba de moda. Desafortundamente, no nos queda patria. Vivimos en sociedades cada vez más infantilizadas, donde cualquier mención de algo «diferente» o «incómodo» les hace reaccionar como niños: con el insulto y sin ningún ánimo de debatir como adultos. No hay nada más infantil y a la vez totalitario que da terror como la «cancel culture». ¿Dijiste algo «racista» hace 30 años? DIMISIÓN. ¿Crees que solo hay varones o hembras? QUE TE DESPIDAN DEL TRABAJO. Así están las cosas señores. Fijaos si tan mal están las cosas, que incluso el EEUU de 1999 que ya me parecía que tenía estas tendencias es ahora un país ya totalmente transformado, y no para mejor en cuestiones de libertades.
Toda la gente racional ha visto caer desastrosamente la calidad de la educación en los Estados Unidos año tras año y, en respuesta, los diferentes gobiernos han formulado nuevas políticas educativas que solo han empeorado las cosas, políticas que casi parecían calculadas para empeorar las cosas. En lugar de aspirar a la calidad en los centros de enseñanza, el gobierno americano desde la Segunda Guerra Mundial ha estado presionando por la «igualdad». La calidad del sistema educativo se cae, por lo que el gobierno le impone una gran dosis de “igualdad”. Eso hace que la calidad baje aún más, por lo que el gobierno responde con una dosis aún mayor de “igualdad” forzada. Cuando veo esto, tengo que pellizcarme, tengo que preguntarme mí mismo: ¿Eres realmente la única persona cuerda en este país; Eres el único que puede ver que esta política de impulsar la “igualdad” en lugar de calidad solo empeorará las cosas? ¿Eres el único que todavía tiene control sobre la realidad? Y, por supuesto, sé muy bien que no soy el único que se siente así. Sé que sois muchos los que también se sienten como las únicas personas cuerdas en un mundo enloquecido. De lo contrario no estarías leyendo esta página. Las cosas han ido de mal en peor: ahora, las autoridades «educativas» incluso atacan el programa para niños superdotados, diciendo que son «racistas» porque claro, no hay suficientes negros en esos programas ni latinoamericanos, ignorando toda la evidencia histórica y contemporánea que nos deja bien claro que ni los indígenas de Sudamérica ni los negros africanos han tenido sociedades tan avanzadas como las asiáticas y blancas. El afirmar un hecho como tal hoy en día es herejía, y te tratarán como si fueras un hereje en la etapa más oscura del medievo católico.
El problema es que somos personas cuerdas, personas racionales, personas que aceptamos la evidencia ante nuestros ojos. Somos capaces de hacer comparaciones de lo que vemos hoy con lo que vimos en el pasado, tenemos que tratar mucho más permanecer juntos. Tenemos que formar un frente unido contra esos enfermos. Tenemos la suerte que podemos comparar con el pasado, porque nuestros jóvenes NO saben la gran civilización que existía en Occidente antes del estercolero actual.
En realidad, he usado la palabra «enfermos» con cierto desparpajo para describir a nuestros enemigos. Las personas que controlan los medios de comunicación y las personas en el gobierno que reciben sus órdenes de ellos no están realmente locos. Sencillamente, son malvados, son hijos del diablo. ¿Entiendes eso? Son malvados. Son personas comprometidas con la destrucción de todo lo bello y noble y decente en el mundo. No queremos ponerlos en un manicomio. Más bien, queremos cazarlos, derribarles, hasta el último de ellos, y poner fin a su maldad. Si mañana fueran todos ametrallados, yo realmente no soltaría ni una lágrima por ellos. Ni una. Como decía el gran héroe Jefferson, «el árbol de la libertad debe ser regado de vez en cuando con la sangre de Patriotas y tiranos».
Sabes, el problema con la mayoría de la gente no es que sean todos estúpidos. Ciertamente, hoy el nivel de CI es inferior al de hace décadas y siglos atrás, pero aún así la mayoría de la gente puede darse cuenta tan bien como nosotros que si le das subvenciones a los negros o a los latinoamericanos ilegales, muy pronto tendrás más. Es igual que dejarle comida en tu cocina si tuvieras una infestación de plagas. Pueden entender que si no controlas tus fronteras, muy pronto tendrás más mexicanos y haitianos en el país. Pueden darse cuenta de que si luego apruebas leyes especiales para proteger a los delincuentes, tendrá muchos más delitos y delincuencia impune. Pueden entender que si intentas mantener la pretensión de que todos somos realmente iguales, entonces deben rebajar los estándares académicos y por lo tanto evitar que los estudiantes inteligentes alcancen su máximo potencial.
Pueden entender, en otras palabras, que si la gente permite que su gobierno adopte las políticas que el gobierno estadounidense ha adoptado durante los últimos 50 años, se reducirán a sí mismos a la condición del pueblo estadounidense hoy: su civilización en un declive precipitado, su público y moralidad privada en ruinas, su futuro hipotecado y una variedad de minorías no blancas en el proceso de convertirse en aves de rapiña, picando sobre lo que queda del cadáver podrido. Ya vimos un ejemplo de esto, desgraciadamente, la semana pasada en Richmond, Virginia. Quitaron, arrancaron, el último monumento confederado…y por si eso no fuera suficiente, atención, EXHUMARON EL CADÁVER del noble general AP Hill. Nunca, nunca, nunca en la historia de EEUU se había visto semejante acto tan vil, irrespetuoso y repugnante hacia un muerto de una guerra tan importante. Pero hay más y más indignante: no satisfechos con eso, el «contratista» contratado para hacer ese trabajo se mofó del general en Twitter…un blanco por cierto…un «fan» del viejo asquerosoy baboso, el socialista Bernie Sanders. Leed más info aquí. Menos mal que estaba su descendiente John Hill ahí presente para proteger el cadáver. El contratista Patrick Lindsey además de burlarse de un muerto al que no le llega ni a la suela de los zapatos, estuvo en la cárcel por fraude. «Misteriosamente», su contacto ha desaparecido de la página web de la empresa que lo contrata. Así están las cosas: el ayuntamiento de Richmond, totalmente asediado por enemigos de los blancos, tienen que recurrir a delincuentes federales para arrancar estatuas. Espero que la familia de Hill haga todo lo posible para publicar la dirección y datos personales del delincuente Patrick Lindsey. Mientras tanto, Richmond, la capital de este gran estado de Virginia, sufre de una delincuencia negra brutal, pero ya veis, para el ayuntamiento las estatuas con más de 100 años son más importantes. Yo ya dije en los años 90 que algún día, los defensores de la libertad NO tendrían donde esconderse y tuve razón. Hoy, no existe rincón en Occidente donde no existan enemigos de la libertad. Este problema no será resuelto con elecciones, por cierto. Ni el Partido Republicano ni por supuesto el Partido Demócrata van a solucionar nada. Al revés, van a seguir empeorando las cosas. ¿De qué vale un partido republicano que prácticamente en todo vota SÍ con los demócratas? Hace falta una regeneración y eso sólo vendrá cuando haya un verdadero arrepentimiento, sometimiento a Dios y SUS LEYES, y un cambio de moral en consecuencia. Estamos ya en los últimos días de nuestra prosperidad, pero Dios nos la quitará pronto y EEUU va a sufrir un tremendo castigo. Lo de Somoda y Gomorra va a parecer de feria comparado a lo que le espera a este país.