De madre a madre… ¿cuántas veces te han dicho lo genial madre que eres? ¿Cuántas veces te lo has dicho tú misma? ¿Cuántas veces has sido consciente del poder que tienes través de tus hijos para cambiar cualquier aspecto del mundo que ahora mismo desearías cambiar? ¿Cuántas veces has creído estar fallando a lo que tú misma te habías propuesto como madre?
Vivimos nuestras vidas anónimas sin hacer casi ruido, sin revoluciones que se muestren públicamente, marcando huellas en un futuro que nadie ve… hasta que nuestros hijos crecen. Porque cuando lo hacen podemos ir viendo nuestras huellas y todo el mundo podrá verlas a través de ellos. Aunque crean que son suyas, muchas son nuestras.
Y es que antes de madres fuimos hijas y tenemos marcadas en nosotras otras huellas… Echa la vista atrás. ¿Cuánto en ti llevas de la relación con tu madre? ¿Cuánto de madre? ¿Cuánto? ¿Cuánto crees que lleva tu pareja de su propia madre? Lamento no tener otra perspectiva. Soy mujer. Soy hija. Soy madre. Y sé el poder que tengo para marcar un futuro ajeno al mío. Nada me hace estar más alerta que yo misma. Somos la figura de apego más potente. No hay marcha atrás desde que sostienes en brazos por primera vez a tu hijo. Así que asumamos nuestro poderoso papel cuanto antes para poder hacerle justicia.
¿Te dejaste vender el papel de que tenías que ser perfecta? Olvídate compañera… Ese no es nuestro papel. Nuestro papel es el de actrices secundarias de una película que vivimos en primera persona pero donde los protagonista son otros: nuestros hijos. Si dejas de sentirte protagonista te relajarás. Nadie te está exigiendo nada. Ni siquiera el protagonista, para quien incluso sin ser perfectas es probable que a menudo crean que nos acercamos a serlo. Somos nosotras mismas las que nos exigimos todo. Somos nosotras mismas las que tememos fallar dada esa perspectiva de hijas y madres. Y olvídate también… no somos determinantes de nada tampoco. Somos poderosas, pero no omnipresentes vitales de sus vidas. Descárgate de presiones que no sé de dónde o de quién adquirimos. Marcamos huellas, pero ellos siguen sus propios pasos.
Entonces… ¡Somos poderosas! Pero, ¿y qué se hace con el poder? ¿Qué deberíamos hacer? A mi parecer lo que debería hacer cualquiera con un mínimo de poder sobre otro: mantener el equilibrio… mantener el equilibrio… EQUILIBRIO… En todos los sentidos: racional y emocionalmente.
Piénsalo. Trasládalo incluso a otros ámbitos de la vida para encontrar sentido en la maternidad… Quien tiene poder no puede dejarse llevar por ningún extremo: alguien saldrá perjudicado fijo. No puedes no asumir tu responsabilidad ni ejercerla con autoritarismo; si no encuentras un equilibrio puedes caer en viciar algo. No te voy a dar ejemplos, porque habría infinitos… Solo te diré que no creo que sea fácil, pero la reflexión sobre nosotras mismas nos ayuda. Yo a menudo lo hago. Quizá eso me ayuda a vivir de forma cómoda y fácil mi maternidad. Al mínimo roce con mis hijos pienso: qué necesita ahora, qué me está pidiendo… me olvido de mis ideas preconcebidas hasta el momento y trato de encontrar el equilibrio entre lo que quieren y necesitan. Y avanzamos. Poco a poco, sin prisa. De etapa en etapa. Eso es algo que he ido aprendiendo con mi hijo y que creo que me ayuda mucho ahora con mi hija pequeña.
Si algo he aprendido es que las verdades absolutas no existen en la maternidad. Todas son relativas. Vienen y van. Se adaptan a cada etapa. Se adaptan a ellos. Si no eres capaz de dudar, de replantearte algo… piénsalo. Quizá estás obligando a tus hijos a adaptarse a ti. Y tú eres actriz secundaria. Son ellos los protagonistas.
Pero dime… ¿cuántas veces crees ahora que como parte de ese equilibrio te mereces decirte a ti misma que lo estás haciendo genial? Si vamos a ser críticas con nosotras mismas nos merecemos ser igualmente cariñosas. Cuestión de equilibrio
¿Qué opináis? ¿Creéis que el equilibrio nos ayuda en la maternidad? ¿Nos ayuda a vivir más felices todos?