Desde que suena el despertador a las siete de la mañana es un no parar de correr, despertar a los niños, darles el desayuno, llevarlos al cole, ir al trabajo, hacer la compra, pasar por el gimnasio... Cuando al fin regresamos a casa, más muertas que vivas, no podemos más.
Como dice el título de la película, basada en el best seller de Carmen Rico Godoy, Ser mujer y no morir en el intento, no es tarea fácil.
Para muchas de nosotras el día a día se convierte en una jornada interminable que acaba por agotarnos física, mental y emocionalmente. Además, el hecho de que nuestra labor pocas veces sea reconocida, valorada y agradecida, termina por desgastarnos y va minando nuestras reservas de energía. El cansancio hace mella a todos los niveles y el peso que llevamos a cuestas se hace, a veces, difícil de soportar.
Y así van pasando los días, los meses, los años... Nuestro único consuelo es esperar a que llegue el fin de semana, que pasa volando, o las vacaciones de verano, que esperamos con ansia a que lleguen y miramos con tristeza cuando se van. Y así nos pasa la vida, bueno vida, por llamarlo de alguna manera porque eso no es vivir ¿No crees?
Las mujeres somos madres, hijas, esposas, empleadas del hogar, trabajadoras por cuenta ajena, economistas, psicólogas, enfermeras, cocineras, taxistas... hacemos de todo, lo que sea con tal de ver felices a nuestros seres queridos.
Nos pasamos la vida cumpliendo las expectativas de los demás, cubriendo sus necesidades y nos olvidamos de algo muy importante que es el hacernos felices a nosotras mismas.
El que dijo que las mujeres somos el sexo débil no sabía de lo que hablaba. Las mujeres nos auto exigimos demasiado y como somos fuertes y luchadoras, como creemos que podemos con todo, tiramos para delante como sea, y sí, está bien, pero cuidado porque no puedes sacrificarte tu en pro de los demás, porque tarde o temprano tu salud se verá afectada.
¿Cuántas veces has pensado que hay cosas más importantes que tú? ¿Cuántas veces te has dejado en último lugar?Has decidido que es más importante la supervivencia, pero la vida no es solo eso, no es sobrevivir, la vida hay que vivirla con alegría. Eso no quiere decir que se trate de vivir en un estado de fiesta permanente, no, en esta vida hay tiempo para todo, para todo, no lo olvides; una vida de color de rosa, donde todo sea bonito, donde no haya sufrimiento, ni problemas, ni dificultades, no existe, es una utopía, es una ilusión. La vida real nos plantea continuamente retos que una vez superados con éxito nos demuestran que podemos plantarle cara a los problemas porque somos capaces de buscar soluciones, de aprender de nuestros errores y de crecer como personas mejorando un poco cada día.
Pero volviendo al tema que nos ocupa permíteme que te haga una pregunta incómoda ¿Dónde quedaron tus ilusiones, tus anhelos, tus sueños, tus gustos, tus ganas? ¿Todo aquello que pensabas que ibas a hacer cuando fueras una persona adulta donde quedó? ¿Has conseguido hacer realidad alguno de esos sueños? Supongo que no, que no has tenido tiempo todavía... pero recuerda que el reloj corre y el tiempo vuela, no esperes a que sea demasiado tarde. La vida es fugaz como una estrella.
Baja tu ritmo, no te apresures tanto, deja las obligaciones a un lado por un momentoy relájate. Ha llegado el momento de empezar a buscar tiempo para ti, para tus aficiones, para dar rienda suelta a tu imaginación, a tu creatividad; para dedicarte a hacer aquello que tanto te gusta, que tanto te apasiona.
Haz que tu tiempo libre (poco o mucho) sea de calidad, no lo desperdicies, o por lo menos no todo, viendo la tele o aburriéndote tirada en el sofá. Dedica por lo menos una parte a hacer algo que te cargue de energía positiva y te haga sentir bien.
Sigue tu pasión, desarrolla tu don libremente, sin miedo. Y si no sabes cuál es, te animo a que dediques un tiempo a descubrir que es lo que realmente te hace vibrar, puede ser cualquier cosa, desde escuchar música, tocar algún instrumento, pintar, escribir, coser, bailar, hacer castillos de naipes... Lo que sea.
La pasión es aquello que nos activa, que nos mueve, que nos da la fuerza que necesitamos, sin pasión la vida es poco intensa, como descafeinada. Si con esa pasión además de generarte bienestar psicológico ayudas a los demás, has dado en el pleno.
Quizás sientas que ya no eres una persona apasionada, quizás tu vida y tus relaciones hayan ido perdiendo intensidad con el paso del tiempo... pero aunque eso haya pasado, nunca es tarde para recuperar esa pasión que tenías antes y que ha quedado relegada a un segundo plano.
Piénsalo detenidamente ¿Hay algo que te apasione?