Revista Cultura y Ocio

Serendipias literarias, cuando la realidad imita a la ficción.

Publicado el 07 marzo 2024 por Nerysantosgomez

!De chiripa! ¡De suerte! Situaciones en las que la casualidad lleva a un descubrimiento inesperado. Recordamos cuando Alexander Fleming, en 1922, descubrió la penicilina durante el análisis de cultivos bacterianos. Un hongo del techo cayó en su cultivo y mató todas las bacterias a su alrededor. Otro ejemplo de tipo histórico y una serendipia según Humberto Eco, fue la llegada de Colón a América mientras buscaba a la India.

El término se deriva de la palabra en inglés Serendipity. Se dice que el escritor Horace Walpole durante el siglo XVIII acuñó este término a partir del cuento tradicional persa llamado “Los tres príncipes de Serendip” donde los protagonistas resuelven sus aventuras por coincidencias. 

¿Y qué pasa cuando la realidad escondida no está en el pasado, sino que se encuentra por suceder? Muchos escritores vaticinan historias, ¿serán médiums espiritistas o antenas que captan mensajes? Yolanda Arroyo, la famosa escritora puertorriqueña escribió un cuento sobre un cadaver de una mujer encontrado flotando en la laguna del Condado mientras estabamos haciendo la maestria en creacion literaria en la Universidad del Sagrado Corazón en San Juan, al poco tiempo apareció la terrible noticia en el periodico sobre el hallazgo de un cadaver de mujer en esa laguna. A esto se le llama Serendipias literarias. Hay muchas de estas documentadas, entre ellas por ejemplo la de Jonathan Swift  quien describió dos supuestos satélites naturales de Marte en su libro  “Los viajes de Gulliver” de 1726. Voltaire también mencionó en su relato fantástico “Micromegas” de 1752, que Marte poseía dos lunas. El descubrimiento de estos dos satélites marcianos, Fobos y Deimos, no ocurrió de forma oficial hasta 1877.
Morgan Robertson narra el naufragio del Titán 14 años antes que el naufragio del Titanic con coincidencias asombrosas. Y el mismo autor en su libro “El libro más allá del espectro”  narra la guerra hipotética entre Estados Unidos y el Imperio del Japón, 27 años antes de que realmente ocurriera. 

El gran escritor Edgar Allan Poe en 1838 escribió su única novela: La narración de Arthur Gordon Pym. La historia cuenta el naufragio de cuatro personas y cómo se quedan a la deriva en una barca. Tiempo después, se quedan sin bebida, ni alimento y es cuando un grumete llamado Richard Parker propone echar suertes para que el perdedor sea asesinado y sirva de alimento para los demás en la embarcación y pierde.  Sorprendentemente estos terribles hechos de canibalismo sucedieron de forma muy parecida en 1884 al naufragar el velero Minonnette, un velero inglés, cuatro tripuantes quedaron en alta mar a la deriva por viente días.  Uno de ellos llamado también  Richard Parker,(¡ sí, el mismo nombre!) y de tan solo 17 años enfermó por beber agua de mar; los tres tripulantes restantes decidieron matarlo y alimentarse con su cuerpo.

En 1981, el escritor estadounidense Dean Koontz  publicó una novela de terror llamada “Los ojos de la oscuridad”  sobre un virus mortal desatado en China en el año 2020 con el nombre de Wuhan-400. La coincidencia resulta increíble, puesto que a finales del año 2019, se conoció la existencia del virus SARS-CoV-2  que produce la enfermedad infecciosa denominada COVID -19, la cual inició su expansión en la provincia China de Hubei, cuya capital es precisamente, Wuhan, la ciudad donde comenzó el brote epidemiológico.  

Solo nombro algunas historias, pero la literatura está llena de ellas. 

¿Serendipias?
No dejan de sorprender estas realidades en las que la casualidad o, mejor dicho, las increíbles casualidades, «imitan» a la ficción y como espejos, arrojan semejanzas en los detalles que logran sorprendernos.


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