-¿Qué pasó entre ellos?
-Lo que suele interponerse entre hombres y mujeres. La realidad.
Es una de las frases lapidarias de True Detective. Una serie magistral por su guión, la construcción de personajes, la dirección fotográfica, la trama subyugante. Todo ello hace que resulte la serie de HBO resulte absolutamente hipnótica. ¿Cuándo McConaughey aprendió a actuar así? Esta es una de las últimas series que ha devorado prácticamente en dos días. Un consumo voraz y compulsivo que le lleva a reflexionar a cómo está evolucionando el fenómeno series en España. Temporadas enteras que no se han estrenado en cadena alguna, al menos en abierto, arrasan incluso en V.O. y todo el mundo habla de ellas. Con fervor. Incluso el Twitter de la Policía Nacional incluye guiños sobe los contenidos de moda aun sabiendo que su consumo es fraudulento.
Juego de tronos, incluso, está pensando rodar su quinta temporada en el sur de España con todo lo que supone que Sevilla sea una de las localizaciones de una ficción con seguidores a nivel planetario. Pero ¿qué hace que una serie funcione?
Como buena aspirante a hipster ha de confesar que también sigue Juego de Tronos. Sin demasiada convicción, eso sí. Allí nadie dice “Las mujeres llevan tu nombre. Como las balas”. La violencia es diferente. Es real. Es cruel. Igualitaria. Imposible encariñarse con un protagonista, con un niño. Morirá tarde o temprano, capítulos después. Juego de Tronos apela a las bajas pasiones. Al sexo, al instinto de supervivencia. Y no es justa. No hay justicia poética. Como en la vida.
Imagen: Game of Thrones
Es curioso que esas series que arrasan en España son precisamente las que ningún productor se atrevería a proponer aquí. En EEUU no piensan en el espectador medio. El long tale es el rey. Con todo, en este consumo seriado de la cultura hay algo que se ha perdido. La espera. El ritual. Disfrutar del camino. Aún recuerda su adolescencia esperando cada lunes la nueva entrega de Expediente X. Después vendría CSI. ¿Qué pensaría Grissom de todos nosotros ahora que nos hemos convertido en auténticos serial killers del copy right?