Revista Filosofía
Otro salto importante en la evolución humana fue la habilidad para fabricar y utilizar instrumentos. Aunque los chimpancés utilizan instrumentos simples, por ejemplo palitos para extraer termitas de sus montículos, el uso de instrumentos más elaborados seguramente requería unos pulgares más flexibles y una postura erecta que dejara las manos libres. El primer humano que sin ninguna duda utilizaban instrumentos fue Homo habilis, cuyos restos aparecen por primera vez hace unos 2,5 millones de años. H. habilissignifica, como es obvio, “hombre hábil”, y sus fósiles aparecen asociados a diversos instrumentos de piedra o lascas que utilizaban para cortar, raspar y matar a sus presas. No estamos seguros de que esta especie sea un antepasado directo de H. sapiens, pero habilisdesde luego presenta cambio hacia una condición más humana, por ejemplo en los molares más reducidos y el cerebro más voluminoso que en los australopitecinos. Un molde de un cerebro muestra unos claros abultamientos que corresponde al área de Broca y el área de Wernicke, las partes del lóbulo izquierdo del cerebro asociados con la producción y comprensión del habla. Estos bultos suscitan la posibilidad, todavía muy lejos de ser cierta, de que habilisfuese la primera especie con un lenguaje hablado. Lo que sí sabemos es H. habilis coexistió, si no en el espacio, al menos en el tiempo, con varios otros homíninos. Los más famosos son los homíninos “robustos” (en oposición a los gráciles) del África oriental comprenden al menos tres: Paranthropus (o Australopithecus) bosei, P. robustus y P. aethiopicus, todos ellos con grandes cráneos, pesados dientes masticadores (algunos de los molares tenían más dos cientímetros y medio de ancho), huesos recios y cerebro relativamente pequeño. También tenían una cresta sagital: una prominencia del hueso que recorría la parte superior del cráneo y servía para anclar los grandes músculos masticadores. Algunas especies robustas probablemente subsistieron con alimentos duros o correosos, por ejemplo raíces, nueces y tubérculos (P. bosei, descubierto por Louis Leakey, recibió el apelativo de “hombre cascanueces”). Las tres especies se extinguieron hace aproximadamente 1,1 millones de años sin dejar ninguna especie descendiente. Pero H. habilisquizá conviviera también con tres especies más de Homo: H. ergaster, H. rudolfensis y H. erectus, aunque cada una de estas tres especies muestra una considerable variación y las relaciones entre ellas son discutidas. H. erectus(“hombre erguido”) ostenta la distinción de ser el primer homínino que salió de África: se han encontrado restos de esta especie en China (“hombre de Pequín”), Indonesia (“hombre de Java”), Europa y Oriente Medio. Es probable que a medida que sus poblaciones africanas, erectussimplemente buscara nuevas tierras donde vivir. Para cuando se produjo esta diáspora, el tamaño del cerebro se erectus era prácticamente igual al de los humanos modernos. Sus esqueletos era prácticamente igual al de los humanos modernos. Sus esqueletos también eran casi idénticos a los nuestros, aunque todavía tenían el rostro plano, sin barbilla (el mentón es una característica de H. sapiens). Sus utensilios eran complejos, sobre todo los de los últimos erectus, que fabricaban complejas hachas y raspadores de piedra con intrincados lascados. La especie también parece ser responsable de uno de los momentos más transcendentales de la historia cultural humana: el control del fuego. En una cueva de Swartkrans, en Sudáfrica, los científicos han hallado restos de erectusjunto a huesos quemados, es decir, huesos calentados hasta una temperatura demasiado elevada como para que proviniera de un incendio natural. Así que tal vez se tratara de restos de animales cocinados en una hoguera o un hogar. H. erectus fue una especie de enorme éxito, no sólo por el tamaño de su población, sino también por su longevidad. Persistió durante un 1,5 millones de años, desapareciendo del registro fósil hace unos 300.000 años. Sin embargo, es posible que dejara dos descendientes: H. heidelbergensis y H. neanderthalensis, conocidos respectivamente como “H. sapiensarcaico” y el famoso “hombre de Neanderthal”. Ambos son clasificados a veces como subespecies (poblaciones diferenciadas pero que podía cruzarse) de H. sapiens, aunque no sabemos con certeza si contribuyeron de alguna manera al acervo genético de los humanos modernos. (Jerry A. Coyne. ¿Por qué la teoría de la evolución es verdadera?, capítulo 8)