Análisis sin spoilers de la serie The Witcher
Ya he visto la serie The Witcher completa y ante estas líneas me hallo todavía confuso. La nueva gran producción de Netflix es un producto muy disfrutable, no hay duda de eso, prueba de ello es que la he devorado en un par de días al completo (sus 8 episodios).
Muchos dicen que el gran fallo de The Witcher ha sido el de compararla continuamente con Juego de tronos. Las comparaciones resultan evidentes cuando parece que esta nueva serie era una de las grandes candidatas a ocupar el hueco dejado por Poniente.
En todas las comparaciones The Witcher sale perdiendo. No tiene la profundidad de personajes de Juego de tronos, si tenemos en cuenta personajes tan maravillosos como: Tyrion, Nedd, Daenerys, Jon Nieve; o secundarios: Ser Davod, Varys o Meñique. Nada que ver.
Parece que los que criticaban con fervor esos episodios de GoT en los cuales presumiblemente no sucedía nada, se han dado cuenta que esos episodios contaban más de lo que parecía. Nos ayudaban a profundizar en unas tramas muy complejas, tan inabarcables como puede ser la saga literaria en que se basa The Witcher, pero -al menos en esta primera temporada que hemos visto en Netflix- la serie de HBO resulta clara vencedora.
Es inevitable seguir comparando con Juego de tronos. Algunas voces autorizadas habían expresado -tras ver el pase especial de prensa- que tras ver la serie de Netflix, las batallas de Juego de tronos parecían una pelea entre borrachos. Desde luego, el borracho es el que escribió esas líneas pues la épica de la Batalla de los Bastardos, la de Los Caminantes blancos o el Asalto a Desembarco del Rey están a años luz de lo visto en The Witcher.
El brillante Miguel Saprochnik tiene buena culpa de eso. Las batallas de las últimas temporadas de Poniente resultaron ser auténticas obras de arte, visualmente impactantes y con tantos recursos cinematográficos que bien podrían ser estudiados en las academias de cine de cualquier parte del mundo.
La showrunner principal, Lauren S. Hissrich, lleva una semanita dura, saliendo al paso del aluvión de críticas que le está cayendo. Ella se escuda en que a los fans de la saga de novelas y videojuegos les ha gustado mucho. Eso, desde luego es un acierto pues no siempre los fans ven con buenos ojos las adaptaciones. Pero debemos de ir un paso más allá. No podemos quedarnos solo con la espectacularidad de algunas peleas y algunos efectos especiales. La serie flaquea por muchos sitios y debemos de ser capaces de darnos cuenta.
Lauren S. Hissrich: "¿Qué opinión me importa más? ¿La de los críticos "profesionales" que sólo han visto un episodio y se han saltado lo demás o la de los fans reales que se han visto los ochos en un sólo día y ya los están volviendo a ver? Estoy jodidamente EMOCIONADA".
Lauren S. Hissrich: "¿Qué opinión me importa más? ¿La de los críticos "profesionales" que sólo han visto un episodio y se han saltado lo demás o la de los fans reales que se han visto los ochos en un sólo día y ya los están volviendo a ver? Estoy jodidamente EMOCIONADA".
De hecho, las comparaciones son inevitables porque Netflix ha querido copiar el modelo de HBO. Una muestra: antes del estreno de The Witcher anunciaron a bombo y platillo que habría desnudos integrales, pero que estos serían totalmente justificados. Al igual que en HBO los desnudos se hallan metidos con calzador, en muchos casos, sin más justificación que la del deleite del espectador.
Desde luego, en eso sí han sabido copiar a HBO, pues lamentablemente, los desnudos también eran siempre femeninos. De nuevo, ni un desnudo integral masculino salvo algún plano del espectacular torso de Henry Cavill.
Una vez aclarados estos puntos, me centro únicamente en la nueva producción de Netflix. Como decía es un producto de gran entretenimiento. Los primeros compases son espectaculares y creo que no hay actor sobre la faz de la tierra que encaje mejor para el papel de Gerald de Rivia.
Muchas voces se han alzado en criticar el trabajo del bueno de Henry Cavill ( Superman Man of Steel, Operación U.N.C.L.E) al que han tildado de plano y poco expresivo.
Creo que su rictus va como anillo al dedo para un personaje que no tiene sentimientos y tiene un comportamiento bastante distante y tosco. Sus constantes gruñidos quejumbrosos son de lo mejor de la serie, ofreciendo un equilibrado contrapunto gracioso que aligera las escenas más dramáticas.
Comicidad sin ser llegar a ser cargante, algo de lo que sí adolece Juego de tronos. ¡Ups, lo he vuelto a hacer! Nos recuerda a ese carácter solitario que mostró Tom Hardy en la imprescindible serie Taboo (¡Para cuándo la segunda temporada!). Por suerte, el bardo que en los primeros compases tenía un tufillo al innombrable Jar Jar Binks (de la saga Star Wars) va encontrando también su sitio, siendo sus apariciones más controladas, resultando bastante divertidas. En concreto, en su especial relación y sus conversaciones con Gerald.
Gerald es un personaje de por sí apasionante: con ese aire melancólico y taciturno que incluso se permite enamorarse de la hechicera Yennefer, por más que nos habían advertido que el personaje ni siente ni padece.
Lo cual nos lleva a un grave fallo que rompe los códigos que los creadores de la serie habían establecido casi desde la primera escena: el personaje no siente amor. Ese tipo de incongruencias hace que en ocasiones la serie naufrague debido a las múltiples vías de agua abiertas.
Gerald, Yennefer y Ciri
The Witcher es la historia de tres personajes fascinantes: Gerald de Rivia, Yennefer y la princesa Ciri. La prueba irrefutable de que Netflix confía en este proyecto es que ha considerado esta primera temporada como un pequeño aperitivo del gran universo que pretende expandir. Se ha tomado su tiempo en que el inevitable destino de los tres termine por unirse, y eso, es algo muy de agradecer por parte de los guionistas. Las prisas nunca son buenas aliadas, especialmente si se habla de que la serie contará con unas 7-8 temporadas. Si tomamos esta primera temporada como una puesta en escena, una preparación de las piezas sobre el tablero; la serie promete y mucho.
Ahora bien, este mismo motivo -de ritmo pausado- provoca que, salvo las primeras escenas del piloto, la serie se atragante y vaya de menos a más, culminando, eso sí, en un episodio final espectacular.
Sobre todo, para los desconocedores de la historia en que se basa la serie. Nos encontrábamos totalmente perdidos con tanto personaje y reinos descritos de oídas. Un auténtico batiburrillo acrecentado por el inexplicable tratamiento del tiempo que se hace. Resulta que todo el rato estábamos viendo dos líneas temporales diferentes sin previo aviso. Un desconcierto incomprensible porque de nuevo los códigos de la serie estaban muy mal explicados desde el principio.
Si nos quedamos con lo bueno, la serie tiene mimbres para ir ganando puntos. Cuando ambas líneas temporales se unen comenzamos a sentir un hormigueo, justo cuando la serie termina de golpe dejándonos con ganas de más, mucho más.
Rompiendo los códigos de la tercera edad de oro
Y es que hemos tenido que esperar a los dos últimos episodios para descubrir los cliffhangers a los que nos tienen acostumbrados las series de esta tercera edad de oro. Otro código que Netflix no ha sabido entender, pues, hasta el momento, la serie no era más que una suerte de procedimental en el que se narraban pequeñas aventuras del brujo de pelo blanco mezcladas con otras historias secundarias tan deslavazadas como innecesarias.
Es cierto que los primeros libros de la saga son de este estilo, pequeñas historias autoconclusivas. Pero si Netlflix quería ser fiel, quizá debería haber optado por una primera temporada narrada de otra forma.
Un espejo en el que mirarse podría ser The Mandalorian. Una serie hecha a la medida de un personaje muy potente sobre el cual recaen todas las tramas. Prácticamente no hay subtramas paralelas, apenas sabemos nada del personaje ni se profundiza en él; pero es que a Disney+ no le interesaba eso. Ha desarrollado una serie magnífica centrada únicamente en el atractivo de un personaje rompedor. Y lo ha hecho de una forma magistral.
En The Witcher, en cambio, tenemos lo contrario. Cuando Gerald aparece en escena matando monstruos la serie gana enteros. Se nota que todo el presupuesto estaba destinado a esas escenas. Pero cuando desaparecía y el guion se centra en otras tramas la serie se derrumba.
Por un lado, porque como decía anteriormente, las tramas son confusas e innecesarias. Por otro, porque las escenas parecen salidas de un telefilm de sobremesa.
Equilibrio de presupuesto
Para las escenas de Gerald disfrutamos de bosques nocturnos invadidos por la nieve y una continua lluvia de ceniza. Un tratamiento del color exquisito y una fotografía de bella factura. Planos inclinados muy arriesgados que transmiten tensión y cierto terror, superprimeros planos acrecentados por un efecto viñeteado que profundizan en la mente del personaje. Hasta aquí perfecto. Pero, cuando no tenemos a Gerald de Rivia se pasa a un talonaje pobre, una ausencia total de filtros que cocha con la belleza de los otros planos lo cual nos "saca" de la serie.
Despropósito absoluto son las escenas de intrigas palaciegas -cutres hasta decir basta-, los bailes de salón y cualquier trama que tenga que ver con las casas reales. El baile de la escuela de hechiceros en el cual los reyes eligen a su bruja favorita es un despropósito absoluto: para sacarse los ojos.
Así que el presupuesto se encuentra realmente mal repartido. Eso se nota incluso en algunas criaturas y el uso del CGI. Los dragones que aparecen en un episodio son cómicos si de nuevo comparamos con la majestuosidad de Drogon de Juego de tronos. Son de chiste. En cambio, otras criaturas sí que están muy bien desarrolladas. Un consejo: si no tienes más presupuesto para recrear dragones, por favor, no los saques.
De hecho, si siempre hemos argumentado que las series ganan potencial cuando se sueltan el corsé de las obras que intentan adaptar (como en el caso de Juego de tronos) en la serie The Witcher sucede al contrario. Netflix ha querido marcarse una especie de bottle episode (como el mítico episodio de La Mosca de Breaking Bad) en el capítulo 1×02 profundizando en las aventuras y motivaciones de Yennefer. Algo que los fans de los libros echaban de menos pues el autor creó una gran elipsis que los lectores tenían que rellenar. Pero en este caso, el episodio 1×02 es para arrancarse los ojos, no en vano es el que cuenta con una menor puntuación en todos los portales especializados.
Conclusiones finales
Las tramas cuanto más lejanas a Gerald, peor paradas salen. Netflix y su showrunner tendrán que tomar buena nota de ello para las próximas temporadas.
También deberán de trabajar mucho el desarrollo de los personajes, así como la elección de algunos actores que más bien parecen salidos del museo de cera.
La banda sonora no nos transmite absolutamente nada y de nuevo insistir en el equilibrio financiero entre las espectaculares batallas cuerpo a cuerpo del brujo -de lo mejor de la serie- y las tramas del resto de personajes. Incluso el opening es tan pobre que resulta evidente el buen trabajo artístico que se hizo con Juego de tronos. El de The Witcher no responde en absoluto a los actuales cánones de hacer televisión, solo en el último episodio vemos algo diferente, lo que parece anunciar que la serie comenzará a cuidar estas cosas en el futuro.
En conclusión, The Witcher es una serie con la que pasarás un buen rato. Nos ha dejado momentos memorables sobre todo el dela batalla final y las aventuras de Gerald de Rivia dando caza a todo tipo de criaturas.
Destaca el descubrimiento de las actrices Anya Chalotra (Yennefer) y Freya Allan (Ciri). Ambas prometen emociones muy fuertes en las próximas temporadas. Una serie que va de menos a más y concluye con un clímax maravilloso, lástima que sea en el último episodio y que ahora tengamos que esperar casi un año para ver cómo continua la historia, que seguro que poco a poco va encontrando su sitio. ¡Suerte Gerald!