Revista Comunicación

Sevilla como un paréntesis

Publicado el 06 noviembre 2011 por Jackdaniels

Sevilla se ha convertido en un largo paréntesis que se inicia el próximo 20 de noviembre y concluye en la cita con las urnas de la próxima primavera. Así lo ha decidido su actual alcalde, Juan Ignacio Zoido, y la absolutísima mayoría conseguida en las urnas en las pasadas elecciones municipales. Hasta que no pase el paréntesis completo, no se verán las verdaderas intenciones de Zoido para con la ciudad que le encumbró. Las expectativas eran exageradamente altas, pero habrá que esperar. La ley de D’Hont manda.

No es necesario que el actual gobierno municipal nos recuerde los mal que lo hicieron sus antecesores. El caudal de voto obtenido en las municipales debería ser muestra más que suficiente de que se sabía de sobras y de que lo que se reclamaban eran soluciones. Ésas que todavía no llegan, a pesar de que el equipo de Zoido lleva ya más de medio año con las riendas absolutas del poder municipal y está próximo a enfrentarse a lo que serán sus primeros presupuestos.

Lo más paradójico de esta fotografía de la ciudad que se impone a golpes de titulares en los medios y acusaciones continuas al gobierno anterior es que en el subcutáneo, en la segunda piel de la ciudad, se está desarrollando otra cara de la realidad mucho más exacta y desgarradora sin que a nadie parezca preocuparle demasiado.

El paro no deja de subir -son ya más de ochentamil personas- y destruimos empleo a una velocidad vertiginosa, mientras aumenta de manera preocupante el número de familias sin ingreso alguno. A medida que pasa el tiempo y esta crisis se agudiza, nos alejamos más del resto de España y de Europa, ese ente mastodóntico que nos quita el sentido en la misma medida que nos acusa de vagos y vividores. Y este retrato de nuestro día a día está condenado a vivir en un segundo plano por imperativos de la política.

Zoido está atemperando la actividad municipal hasta que pase la tormenta de las próximas elecciones. Sus abundantes promesas de eficacia, transparencia y profesionalidad en la gestión de la cosa pública andan durmiendo el sueño de los justos en espera de tiempos más propicios. No se trata de carencia de ideas, que las hay, sino de oportunidad a la hora de ponerlas en práctica. Otra cosa es que muchas de esas ideas sean contraproducentes con lo que espera un buen número de quienes creyeron que tenía la solución de los problemas en mayo pasado.

Durante la campaña electoral, el hoy Alcalde huyó de la palabra privatización como gato escaldado. Prometió por activa y pasiva que no se iba a privatizar ninguna empresa pública ni ningún servicio municipal. Sin embargo, a medida que va transcurriendo el tiempo comienzan a vislumbrarse atisbos que nada tienen que ver con el sentido de tales promesas.

El diariLo El Mundo, en su edición de Sevilla, desvelaba el pasado sábado que los trabajadores de Lipasam, la empresa pública de limpieza, están estudiando movilizaciones ante una propuesta de la dirección que pretende privatizar la gestión de tres de sus cuatro talleres por un período de pruebas de seis meses. Dichos talleres son los encargados de la reparación de la flota de vehículos y trabajan en ellos un centenar de empleados. El caso ha sido denunciado a los medios de comunicación por el Secretario General de CC.OO en Lipasam, Antonio Bazo.

Otro ejemplo que da que pensar lo publica hoy el diario ABC de Sevilla. Desde el Consistorio se reconoce ya sin ambages que existe un proyecto de unificar la política de recursos humanos de todas la empresas municipales desde la AIE DeSevilla en busca una significativa reducción de costes. El Alcalde ha puesto al frente de dicha tarea al gerente de Emasesa, Jesús Maza, junto con el que fuera gerente de Tussam, Carlos Arizaga, “que ha vuelto a su plaza como jefe de departamento de la empresa”, intención ésta que ya se contó aquí en su momento.

No deja de ser curiosa esta política la de Zoido de poner al frente de un estudio de reducción de costes a quien permitió que se cargaran en Tussam 70 millones de euros que nada tenían que ver con su actividad profesional. Es como poner de bombero a un pirómano declarado, porque a Arizaga, cuando se le habla de reducir costes, rara vez piensa en algo diferente a personas de carne y hueso.

Con este panorama, no es de extrañar que, ante semejantes giros inesperados, más de uno llegue a la conclusión de siempre; que una cosa es lo que se promete en campaña y otra muy distinta las decisiones que se toman a la hora de gobernar una ciudad.


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