Quiero para Navidad una bicicleta, un carro o un skate, oigo decir a un niño de 7 años cuando le preguntan sobre sus preferencias de regalo. Sorprende la seguridad que tiene sobre lo que quiere y lo dice con firmeza. Hace tiempo que no pensaba en Navidad y en los juguetes en estas fiestas, pues generalmente regalo lo que considero adecuado a la edad de los niños o niñas, un cuento, una pelota, un juego de madera, temperas o plastilinas, para desarrollar la creatividad me digo. Sin embargo el pedido del niño me ha puesto a pensar nuevamente en los regalos que solicitan o que les damos a nuestros hijos o hijas, y en la oferta que hay en estas navidades, en particular para las niñas, en los escaparates llenos de rosado, con muñecas barbies o imitaciones de ellas, mucho más baratas por supuesto, rubias, altas, delgadas, fashion, que se movilizan en carros también rosaditos, con su amiguita también rubia, que se venden en todos los centros comerciales, desde los ubicados en los sectores más populares hasta los de zonas exclusivas, como lo ha difundido Wilfredo Ardito, un conocido luchador contra la discriminación y el racismo, en su Facebook.
Estas muñecas se convierten en el deseo de cualquier niña que visita un centro comercial o ve los comerciales y de sus padres y madres que quieren satisfacer los deseos de sus hijas, aunque sea en la Navidad, e incluso de quienes, aunque no quieren comprar muñecas, se ven con la presión de hacerlo para que sus hijas no sean distintas, las raras, las que miran con tristeza a la vecina o la amiga que sí tuvo su muñeca. Van así, sin ponerse a pensar mucho, haciendo exactamente lo que uno de los comerciales de muñecas anuncia, convirtiendo a las niñas en "las pequeñas mamás de hoy". Las muñecas acompañadas con toda la parafernalia de cochecitos, biberones, cucharitas para darle de comer y hasta hablan, eruptan, aunque no hacen popo porque eso no sería políticamente correcto y la caca no puede ser televisada. Las niñas en el comercial saltan de alegría, llenas de felicidad, lo que nos incita a comprar la muñeca, pues cómo no vamos a comprar una muñeca así y mirar a nuestras hijas con la ternura que lo hace la modelo-madre de dicho comercial.
Las muñecas son sólo uno de los juguetes que reflejan las divisiones por género, porque para iniciar el disciplinamiento y fomentar la aspiración de ser madre y cuidadoras felices en nuestros roles desde los 3 o 4 años, tenemos también la cocinita, la máquina para hacer helados, el cochecito. Madres regias además como las barbies, por lo que los implementos de belleza, desde lápiz de labio y uñas postizas que podemos ver, en el tocador rosado también, conforman el combo de lo que se espera que sean las mujeres del mañana. En realidad, si analizamos el tipo de regalos que se sigue priorizando y que generan con seguridad ingentes recursos, siguen siendo iguales a los que se ofrecía a las niñas del siglo pasado. También a mi generación nos daban muñecos o muñecas para cuidar, cocinas, ollitas para preparar la comida, aunque quizá hay que conceder que no había toda la parafernalia aparentemente moderna que encontramos ahora. Mi muñeco Chavelo, asiduo acompañante de mi infancia, sigue rondando mis recuerdos en estas fechas.
Los juguetes para los niños también reflejan la división de género y los roles. Para ellos son los carros, unos que parecen 4 x 4 y que no corren sino vuelan, las pistolas, metralletas, armas sofisticadas del siglo XXI, instrumentos para la construcción, dinosaurios o los muñecos monstruosos como el Armored Terror Extroyer, que se transforma en escorpión y que lanza proyectiles, o los vengadores, los superhéroes, que salvarán el mundo. Entonces, tenemos que las Navidades nos proyectan la imagen de lo femenino ligado a los roles de madres, de cuidadoras y reinas de belleza, con una permanente insistencia en las mujeres fashion, que pueden comprar ropa de marca y mantenerse flacas, flacas, siempre rubias por supuesto, reforzando la imagen de mujeres objeto que tanta violencia genera en nuestras patriarcales sociedades. Mientras lo masculino es la fuerza, la heroicidad, las posibilidades de explorar el mundo, de salir a conquistarlo, como guerreros o soldados combatientes. Cómo impactan estas imágenes cotidianas en la vida de los futuros hombres, que casi nunca tienen juguetes relacionados con la corresponsabilidad en la casa, con el cuidado de otros, con los hijos, porque son muy mal vistos los niños jugando con muñecas y por supuesto no se habla de ellos como pequeños padres de hoy. Además un niño que juega con muñecas, que los hay, será sometido al juzgamiento de los demás, incluso de sus propios padres o madres, a la presión social, a la sospecha de homosexualidad o debilidad que se le suele atribuir a las mujeres en la construcción de género en nuestras sociedades. Si se busca en internet la página de supermercados Wong y se cliquea regalos para niñas nos encontraremos con las "Little Mommy", – sí así en inglés – mientras la Cinderella Swirling Lights está lista para ir al baile donde supuestamente se encontrará con el príncipe que la liberará de limpiar los pisos, la sacará de la pobreza y la violencia en sus zapatos de cristal, como dicen los cuentos tradicionales, que, cabe señalar, inician la saga de estereotipos femeninos y masculinos, transmitiendo los prejuicios sociales, valores y jerarquías que se van reproduciendo en los juguetes que se compran asiduamente en la Navidad.
Así una niña de un barrio popular de Lima o de un barrio en Ayacucho muy probablemente tendrá el 25 de diciembre una muñeca rubia, semejante a la de otra niña con muchos recursos de San Isidro, que costaría el triple, pero que, a diferencia de la muñeca de la niña del barrio popular, probablemente sí se parecerá a ella. Los cánones de belleza que se reflejan en los juguetes tienen profundas consecuencias en la construcción de las identidades y la autoestima de tantas niñas, pues nos dice que la belleza está distante del fenotipo común en nuestros países, del color de la piel de la mayoría de nuestras niñas, de sus ojos y de su vida. La niña morena, de pelo y ojos negros se sentirá probablemente insignificante, devaluada, se convencerá de que lo bello es rubio, ojos azules, que así como las barbies es el cuerpo ideal, mientras ella será lo estigmatizado, lo feo, lo bagre como dicen algunos a las mujeres que consideran feas, por lo que mientras crece procurará deshacerse de su cuerpo y de su color de pelo, en algunos casos también de su color de ojos y saldrá al mundo a intentar encajar, adaptándose a la estética dominante, respondiendo a la llamada "buena presencia" que siguen exigiendo en algunos lugares.
Los juguetes no son neutros, así como no lo son los juegos, pues son mecanismos gracias a los cuales se continúan reproduciendo las jerarquías, valoraciones y estigmatizaciones, reforzándose los estereotipos sobre lo masculino y lo femenino, sobre lo feo, lo bello reconocido socialmente, concepciones donde se sustenta mucha de la desigualdad y la discriminación que seguiremos viviendo a lo largo de nuestras vidas y contra las que tendremos que luchar muchas veces sin los suficientes recursos y seguridades, en buena medida precisamente por la socialización. Con seguridad muchas personas tendrán historias de discriminación y racismo que han experimentado en algún momento de su vida. Una de las que más me ha impactado personalmente tiene que ver precisamente con los cánones de belleza establecidos. Pasó una tarde en que paseaba a mi hijo rubio y blanco por las calles, y una muchacha con mi mismo fenotipo me pregunta si yo lo cuidaba, en clara relación a si soy la ama como se les llama aquí a las cuidadoras de niños. "No, es mi hijo", le digo. Me mira con cierta incredulidad para responderme sin tapujos: "Ah, el papá debe ser simpático."
En estos días, se ha anunciado una ley decreto que obliga a los directores de los colegios a que "el 22 de abril y el 12 de setiembre de cada año, las instituciones educativas deben realizar actividades conmemorativas a los Días de los Defensores de la Democracia" y que "el primer lunes de cada mes, deben recordar y resaltar las virtudes de los peruanos que luchan contra los delincuentes terroristas, condenar los actos criminales del terrorismo, recordar aquellas fechas en que este hizo daño al país" (1). Sin entrar a discutir la importancia de esta ley y si realmente acciones de este tipo fortalecen la democracia, extraña que no se tome más en cuenta la importancia que tiene trabajar en el sistema educativo sobre los temas de igualdad y no discriminación de todo tipo. Mientras no se trabaje con profundidad desde la escuela y con clara voluntad política lo que significa la desigualdad, el racismo, las discriminaciones y los estereotipos, no habrá un real fortalecimiento de la democracia y la violencia de género, étnica, las distintas formas de discriminación van a seguir haciéndole mucho daño al país. Por eso, en esta Navidad, regalemos igualdad y respeto y valoración de las diferencias.
PD. Este es mi último artículo del año en Noticias SER. Les deseo a todos y todas quienes me han leído, comentado, criticado en este año lo mejor para el 2013. Nos volveremos a encontrar en enero. ¡Gracias totales!
Por Rosa Montalvo Reinoso
Notas:
1) LEY Nº 29960 - Ley que modifica la Ley 29031, Ley que instituye el Día de los Defensores de la Democracia y crea la condecoración correspondiente.http://www.educacionenred.com/Noticia/?portada=30385
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