Imaginémonos la situación de un niño o una niña pequeña, que aún no conoce bien las circunstancias del mundo que le rodea y que, sin esperarlo ni entenderlo, un buen día se ve sometido/a a determinados tocamientos y caricias por parte de un adulto.
En un principio, esa personita que aún no es consciente de las implicaciones de su sexualidad y a la que se le convence de la naturalidad de estas prácticas, comienza a vivir con una mezcla de placer y temor estos encuentros. El adulto, en clara situación de poder, hace énfasis sobre la necesidad demantenerlo todo en secreto, con chantajes del tipo "si lo cuentas, dejaré de quererte" o "nadie te creerá".
El abuso de menores es algo bastante más frecuente de lo que se piensa. Por lo general, suelen ser los propios padres los que cometen estos actos, aunque también es frecuente que se traten devecinos o cuidadores temporales de los pequeños.
En determinadas ocasiones, son las experiencias anteriores de fracaso relacional con otros adultos los que llevan a estas personas a cometer estos actos, aunque otras veces existe una clara patología de por medio.
¿El futuro de estos niños y niñas? Realmente incierto. Muchos de ellos, cuando finalmente comprenden todo lo que ha ocurrido se sienten indefensos, incapaces de enfrentarse a muchas situaciones de su vida. Otros tantos nunca llegan a recuperar una vida sexual normal, pues han aprendido una realidad deformada y llena de incoherencias: ¿por qué mi padre me hace esto? Finalmente, la pérdida de confianza. Estos niños llegan a temer todo lo que les rodean, rechazan el más mínimo acercamiento y llegan a desarrollar, en ocasiones, trastornos por estrés postraumático. Y todo esto sin mencionar las secuelas físicas, en muchas ocasiones de por vida, además del hecho de repetir estos patrones de conducta en sus futuras relaciones.
Por todo ello se hace fundamental una adecuada prevención, utilizándose por lo general programas educativos en las propias escuelas que eduquen a los pequeños sobre cómo reconocer una situación de abuso, distinguiéndola de un contacto normal.
En el caso de los agresores, aquellos que decidan someterse a tratamiento, serán entrenados en actuaciones como la modificación de las ideas distorsionadas acerca del abuso sexual, la reducción de los impulsos inadecuados, el entrenamiento en autocontrol y en el mantenimiento de unas apropiadas relaciones.
unas apropiadas relaciones.