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Shame (2011), de steve mcqueen. sexo, vergüenza y dolor.

Publicado el 16 enero 2014 por Miguelmalaga
SHAME (2011), DE STEVE MCQUEEN. SEXO, VERGÜENZA Y DOLOR.Resulta difícil visionar una obra como Shame sin sentir cierta perturbación. Y no me refiero a las escenas sexuales explícitas que jalonan la totalidad del relato, ni al generoso desnudo integral de Michael Fassender, sino al dolor latente que se percibe en cada una de sus imágenes, algo que solo ha podido conseguirse gracias al virtuosismo de Steve McQueen (el autor de la reciente Doce años de esclavitud) y a la excepcional interpretación de su protagonista, bien secundado por Carey Mulligan.
Las primeras imágenes de Shame nos presentan a Brandon, el protagonista, totalmente desnudo. Pronto nos daremos cuenta de que lo que importa es que se nos va a mostrar su desnudez emocional, más que la física. Brandon es un triunfador aparente. Vive solo en un amplio apartamento, posee un trabajo con cierto status social y, sobre todo, dedica cada una de sus horas libres a su gran pasión: practicar sexo. Lo que pudiera parecer un mero divertimento en su caso toma los visos de obsesión, cuando no de enfermedad (aunque esto último habría que matizarlo). A Brandon no le basta con seducir a toda clase de féminas casi como si de un depredador se tratara. Necesita sesiones de sexo rápido, animal, sin una pizca de cariño. Cualquier emoción parecida al amor que se manifestara en su compañera de ese momento refrenaría por completo su pasión. Pero esto no es todo. Brandon no tiene suficiente con estos encuentros esporádicos que provoca constantemente. A veces recurre a servicios profesionales de prostitución, ya sea físicamente o por internet. Y también guarda un impresionante arsenal de revistas pornográficas para las emergencias. La vida de Brandon es sexo y solo sexo. Pero no es un hombre feliz ni realizado. Quizá Brandon no sea un enfermo, sino un ser que obedece a sus instintos hasta las últimas consecuencias, aceptándose tal y como es.
La llegada de su hermana a su apartamento va a ser un catalizador de sus dormidas emociones. Pero de las más negativas, puesto que comparte con ella un trauma del pasado del que el espectador jamás va a tener noticia, pero que se intuye oscuro y vergonzoso. A partir de aquí todo va a ser una catarata de sentimientos y rabia que él debe reprimir a duras penas. Las imágenes de Shame son tan fascinantes y desasosegantes como las sensaciones que nos transmite el protagonista. Hay una escena que, al menos a mí, me remite directamente a David Lynch: la canción que interpreta su hermana en un elegante club nocturno, que parece revivir antiguos recuerdos en Brandon. Hay que advertir que Shame no es una propuesta para todos los paladares. Es cine exquisito, atrevido y original. Una película que debería revisarse más de una vez para ser capaces de saborear todos sus matices. Ojalá otras producciones de Hollywood trataran el sexo - un asunto cotidiano, constatemente en la mente de gran cantidad de individuos a todas horas - con tanta seriedad como lo hace Steve McQueen.    

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