Hace poco me puse al día con la versión americana de Shameless, una serie rebelde en comparación con todo lo que hay en televisión hasta el momento. Necesitaba un cambio, un soplo de aire fresco, un poco de humor, y no sólo me encontré eso con los Gallagher, sino también una cruda realidad que te hace ser parte de esta peculiar pero gran familia. Seguid leyendo y descubrid de qué trata esta maravillosa serie.
Como ya he mencionado, la trama se centra en los Gallagher, una familia disfuncional donde cada uno de los personajes tiene una diferente personalidad y, al ponerla en conjunto con el resto, forma una de las familias más queridas de la televisión en la actualidad. Viven en Chicago, en un barrio perdido de la mano de Dios y del ayuntamiento; su casa no es suya tan siquiera, sino de un familiar. La figura central es Fiona, la hermana mayor y la “madre” del resto de sus hermanos. Fiona dejó de ser una niña para ser toda una mujer responsable que vela por la seguridad, la economía y la estabilidad de esta familia. La pobre hace malabares todos los meses para pagar las facturas y toda clase de imprevistos que vayan surgiendo. Pero no está sola en esta misión. Philip, más conocido como Lip, el hermano mayor, es quien le echa una mano con cualquier trabajo que surja. Es el cerebrito de la familia y el más ligón, y no duda en dejarlo claro durante toda la serie. Su evolución es de las que más me han gustado sin duda alguna. También tenemos a Ian (Cameron Monaghan), quien está convencido de que el día de mañana se alistará en el ejército y, por ello, va a una academia militar. Lo que le hace diferente del resto es su condición sexual, es gay, y lo lleva tan en secreto como puede. Los dos hermanos pequeños también son muy importantes, a pesar de su corta edad. Carl (Ethan Cutkosky) tiene unos 8 años, mientras que Debbie (Emma Kenney) tiene uno menos. Mientras que él es una especie de psycho en progreso pero con un gran corazón en el fondo, ella es una niña estupenda y dulce que adora a su padre hasta las trancas. Poco a poco irán madurando, verán que la vida es más dura de lo que creían, y que ser un Gallagher en plena adolescencia puede ser más difícil de lo normal. Por último, tendríamos a Liam (Brennan Kane Johnson y Blake Alexander Johnson), un bebé afroamericano que no se ve muy implicado en la mayoría de las tramas por su corta edad. Y sí, es su hermano, el cómo es que salió afroamericano ya lo descubriréis.
Y, os preguntaréis, ¿quién es el semental que ha contribuido a que todas estas personas vengan al mundo? Ese no puede ser otro que Frank Gallagher (William H. Macy), alcohólico, drogadicto y uno de los peores padres de la historia, tanto que sería capaz de vender a uno de sus hijos con tal de pagar otra ronda en el bar. Con el paso del tiempo le vamos cogiendo hasta cariño; tiene ciertos gestos que nos hacen ver que Frank, en el fondo, los quiere, está orgulloso de ellos, y que vive en una espiral de mierda de la que no puede salir por mucho que lo intente. No sabe vivir de otra manera más que mamado y fumado. La otra implicada es Mónica, la madre. Os dejo que cada uno de vosotros la descubráis por vosotros mismos porque veréis que es una caja de sorpresas y frustraciones – a mí me cae muy mal esta mujer, pero bueno –.
Otros personajes que vamos a conocer son: Verónica, la mejor amiga de Fiona (Shanola Hampton); un hombro en el que apoyarse, al que pedirle cualquier cosa, ya sea un consejo o una batidora, y la persona que tiene una de las relaciones más peculiares y a la vez más bonita de una serie con Kevin (Steve Howey), quien trabaja en el Alibi, el bar/segunda casa de Frank Gallagher, y uno de los personajes que, en el momento que menos te das cuenta, te deja sorprendidísimo con el cambio que ha pegado a lo largo de las temporadas. También tenemos a Sheila (Joan Cusack), una encantadora vecina con agorafobia, es decir, que tiene miedo a los espacios abiertos, con la que reiréis y lloraréis; siguiendo con esta también tenemos a su hija, Karen (Laura Slade Wiggins), quien descubriréis que es toda una pieza desde el principio de la serie. Por último, me gustaría destacar a los Milkovich, Mandy (Jane Levy en la primera temporada y Emma Greenwell a partir de la segunda) y Mickey (Noel Fisher), quienes empezaron como personajes muy secundarios pero que han ido ganando importancia a lo largo de las temporadas. Al principio os pueden echar un poco para atrás pero luego veréis lo maravillosos que son, sobre todo cuando se tienen que enfrentar a ciertas situaciones difíciles.
Toda historia tiene una parte amorosa, un príncipe azul que se queda embelesado con la “princesa” – nos iremos dando cuenta de que Fiona no es una princesa si no lleva el adjetivo “guerrera” al lado: Steve (Justin Chatwin). Este personaje es un misterio al principio y sólo veremos su lado más tierno junto con la mayor de los Gallagher, pero poco a poco iremos descubriendo que no es oro todo lo que reluce. ¡Qué bonitos son estos dos, por favor!
Después de cuatro temporadas y los momentos de frustración, enfado, risas y alguna que otra lágrima, se les acaba cogiendo mucho cariño, terminas preocupándote por ellos, y esta es una sensación que me encanta, cuando te implicas con unos personajes que están en la pantalla del televisor o del ordenador. Al final, todos tenemos algún personaje favorito que destaca por encima del resto. Para mí, mis favoritos son Fiona y Lip. La primera porque es impresionante su labor como responsable de esos chicos, ese valor para renunciar a su vida y entregársela a ellos en cuerpo y alma; es una luchadora nata, una leona y la quiero muchísimo por ello. Es difícil no hacerle la ola en algún momento tanto al personaje como a la actriz que le da vida, Emmy Rossum, quien tiene el nombre del premio que merece y que todos seguimos esperando que gane. Por otro lado, Lip me ha traído de cabeza en muchas ocasiones porque es un tío que desperdicia su talento, su gran cerebro, y se dedica a caerse en la misma piedra. Luego dará un salto tremendo, tendrá que coger las riendas de la situación y entonces, ahí es cuando acabé de amarle para siempre. Ay, Jeremy Allen White, qué guapo que eres, jodío. Otro que está en mi lista de crushes seriéfilos.
*SPOILERS* Pero a los que destacaría como la pareja que más me ha hecho sufrir, esos que me llevaron por la calle de la amargura y que me sorprendieron, fueron Ian y Mickey. ¡Qué pareja, qué evolución, señores! Ian, ese chico que no puede estar más enamorado del macarra de Mickey, el tipo duro, el bully del barrio que, en lo más profundo de su ser sabe que también está enamorado de Ian. ¿Problema? Su padre no le perdonaría jamás tener un hijo homosexual, sólo hay que conocer a este para comprenderlo. Pero la evolución de Mickey, sobre todo en la cuarta temporada, es tan magistral, mucho más maduro y centrado, que sería imperdonable que no me acordase de él en esa review *FIN SPOILERS*
En cuanto a los datos técnicos, la serie se compone de cuatro temporadas de 13 capítulos cada una, los cuales duran entre los 45 minutos y la hora, aproximadamente. Como veis, las temporadas son cortas, así que se ven en nada y, en cuanto os metáis en la dinámica de la serie, los maratones están asegurados.
Os animo a que veáis esta serie si queréis algo diferente a lo que venís viendo hasta ahora, un soplo de aire fresco, pasar de la risa al llanto, y viceversa, en segundos. Pronto podréis decir I am a Gallagher con todo el orgullo del mundo. ¡Bienvenidos al caos, bienvenidos a Shameless!
Irene (@MissSkarsgard)