En los últimos años hemos asistido visto cómo la figura de Sherlock Holmes ha vuelto al panorama audiovisual a través de dos reinterpretaciones del personaje. De un lado, está la cinta de 2009 protagonizada por Robert Downey Jr. (y su continuación). Del otro, la serie que traemos hoy, emitida por la BBC entre 2010 y 2012. Sus creadores, Steven Moffat y Mark Gattis (ambos guionistas de la actual etapa de Doctor Who), han adaptado el personaje de Sir Arthur Conan Doyle al Londres contemporáneo.
(c) BBC
En esta nueva versión, el famoso detective de Baker Street está interpretado por Bennedict Cumberbatch (Warhorse, El Topo), mientras que Martin Freeman (la versión británica de The Office, Guía del autoestopista intergaláctico) encarna a su fiel compañero John Watson. Tampoco debemos olvidar a otros miembros del reparto como Rupert Graves (V de Vendetta, La locura del Rey Jorge) haciendo del Detective Inspector Lestrade y Andrew Scott interpretando a un James Moriarty más histriónico, un psicópata alejado del canon de villano frío y distante. El propio Mark Gattis aparece en el papel de Mycroft Holmes, y del resto del elenco mencionaré a Lara Pulver por su interpretación de Irene Adler.
La serie está coproducida entre Hartswood Films y WGBH para la BBC. Nos alejamos de las series norteamericanas de la televisión comercial (episodios de 42 minutos, 24 capítulos por temporada) para quedarnos con las “costumbres británicas”. Cada una de las temporadas es una miniserie de 3 episodios, de 90 minutos de duración cada uno. Cada capítulo adapta, con cierta libertad, una de las historias de Sherlock Holmes. Así, el primer episodio (Estudio en rosa) se basa en Estudio en escarlata, la novela que nos presenta al detective y cómo se conocen él y el Dr. Watson. Otras de las historias clásicas que aparecen son El sabueso de los Baskerville o Escándalo en Bohemia.
Los creadores de la serie buscaron deliberadamente alejarse del canon de Sherlock Holmes. Tenemos a un Homes con conocimientos asombrosos sobre multitud de cosas pero absolutamente ignorante de cuestiones que son evidentes para todo el mundo. Sabe buscar información y para ello emplea cualquier recurso, lo que incluye tecnología: teléfonos móviles, internet, etcétera. Suele obviar la mayoría de las convenciones sociales y su falta de tacto es de libro. El look que le han dado al detective, obviamente poco interesado por la moda, me parece un acierto. Claro que algo tiene que ver la peculiar fisonomía de Cumberbatch (no estamos ante el clásico guaperas).
A la vez, se mantienen elementos clásicos de las novelas, que llegan al espectador en forma de guiños más o menos evidentes. Holmes y Watson viven el el 221B de la Baker Street. John ha participado en una guerra de la que ha vuelto tras sufrir heridas, y Sherlock toca el violín. También aparece, casi como una broma, el famoso sombrero que caracterizó al detective.
En definitiva, la serie funciona muy bien, ya que mantiene un balance entre el canon y la irreverencia, y puede gustar tanto a los adeptos del personaje como a los profanos. Como serie, recuerda en parte a otros personajes que son capaces de sacar conclusiones brillantes al primer vistazo, como el Dr. House (no en vano, House es una variación de Holmes) o Patrick Jane El Mentalista. Sherlock, como los anteriores, es un poco maniático y no hace caso de las convenciones sociales. La modernidad que querían darle a esta reinterpretación se ha plasmado en ciertos elementos narrativos, como la forma en la que los textos de los e-mails o los SMS aparecen sobreimpresionados en pantalla.
Quizá, podríamos achacarle esa tendencia al más difícil todavía que hace que cada episodio sea más enrevesado que el anterior. No voy a hacer spoilers, pero yo aún estoy esperando que me expliquen el final de la segunda temporada cuando emitan la tercera, programada para finales de año. Pero en cualquier caso, la serie se disfruta viendo cómo Sherlock resuelve cada pieza del rompecabezas y cómo desquicia al resto con su comportamiento excéntrico y su carencia de modales (cuando para más inri es británico).
Recientemente, Antena 3 emitió las 2 temporadas de tirón. La versión doblada puede que guste a los que no están acostumbrados a la lengua de Shakespeare. Pero si sois de los que no les importan leer subtítulos, apreciaréis mucho más las voces originales y en cambio el doblaje os chirriará un poco.