Revista Sociedad
Probablemente conozcan al Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF). Estos últimos meses ha sido más conocido en todo el mundo por sus desgracias que por sus méritos. La primera de todas, por truncar las carreras de jóvenes científicos y, como siguiente paso y colofón ¿final?, un ERE para alrededor de la mitad de la plantilla y una rebaja salarial sustanciosa a los que se quedasen. Ha sido el primer centro de investigación en España y, posiblemente, de Europa en ostentar el deshonroso honor de someterse a un ERE. Las prestigiosas Nature y Science se hicieron eco de la dramática situación del CIPF: En Spanish institute faces cash crisis y Researchers Fight Closure of Biomedical Research Center
Los políticos no tardaron en anunciar que la medidas que se tomaron eran necesarias, pero no es verdad. Si en el CIPF se realizó un ERE es porque no hubo ninguna voluntad política desde la Generalitat Valenciana de aportar el dinero suficiente (con 4-5 millones adicionales el centro hubiera seguido funcionando con normalidad). Una verdadera lástima, para un centro que figuraba como quinto en importancia en España.
Como casi siempre, detrás de una gran noticia hay pequeñas historias que se quedan en el olvido o no llegan a salir a la luz. Por eso yo me he decidido a contar la mía y, ya de paso, la situación de mis compañeros predoctorales del CIPF. Creo que así se harán una idea un poco más amplia de la situación del CIPF, al margen de las noticias en los grandes medios.
Pues sí, como se habrán enterado al leer el titular, yo tuve la gran “suerte” de entrar en el CIPF en Febrero como becaria predoctoral en el grupo de Cardiorregeneración (la última becaria del CIPF en entrar, ya no hubo más). Ajena totalmente a los nubarrones que se cernían sobre el centro a mi entrada, las sorpresas no tardaron en llegar una tras otra, meses después. Hasta que culminaron con mi renuncia a la beca a finales de diciembre ante el director del CIPF y Recursos Humanos, harta de la situación de olvido y desprecio en la que estábamos los investigadores predoctorales del CIPF. ¿Las razones de mi marcha? Muchas, pero las más ilustrativas son las que mencionaré a continuación:
1. El CIPF echa a los becarios predoctorales pertenecientes al centro a los 2 años de beca. ¿Recuerdan a Beatriz? ¿La investigadora predoctoral del CIPF que echaron a la calle a los 2 años de beca, con la tesis a medias, porque desde el centro no querían pasarle a contrato? (una beca predoctoral del CIPF constaba de 4 años: 2 años de beca + 2 años de contrato). Pues su situación no es única en el centro. Hay 6 personas más como ella (o debería decir “éramos”) en el centro que son conscientes de que, salvo que sus jefes puedan asumir el coste del contrato (algo muy difícil en estos tiempos que corren), se irán a la calle al cumplir los 2 años de beca porque no hay voluntad de pagarles. Es oficial, el propio director científico del centro (que dimitió hace unos meses) nos informó de que ningún becario perteneciente al CIPF pasaría a contrato.
Por qué he renunciado a la beca predoctoral del CIPF
Todo ello supone un claro fraude de ley porque la beca implicaba contrato. Para que se hagan una idea de lo que esto supone es el equivalente a realizar una carrera y que, a mitad de ella, te digan que, sintiéndolo mucho, no vas a poder continuarla porque no hay dinero (después de cara a la prensa dirán que has sido improductivo, que es lo que han estado haciendo desde el CIPF con toda la desvergüenza del mundo). ¿Tan difícil era reservar un dinero para que los becarios predoctorales, los científicos del mañana, pudieran completar su tesis? Y, digo yo, si son 2 años míseros de beca, en los que has estado pagando a un licenciado a precio de saldo, ¿por qué la llaman predoctoral, cuando es imposible realizar una tesis en ese tiempo?
2. Mi grupo de investigación fue expulsado del CIPF, por lo que, en diciembre, me habrían tenido que recolocar en otro. Detrás del ERE del CIPF hay muchos más datos que no aparecen en las noticias ni en sus cifras. Por un lado, el goteo de despidos de los becarios predoctorales conforme vayan cumpliendo sus 2 años de beca (que no estaban en las cifras del ERE, pues no se les puede realizar el mismo al ser becarios) y, por otro, la expulsión de las unidades mixtas (grupos de investigación trabajando entre varios centros) salvo pago por uso de las instalaciones. Yo me encontraba en una Unidad Mixta, por lo que en diciembre (cuando se realizó el ERE) me quedé sin grupo, al abandonar éste el CIPF y mudarse a otro centro de investigación en el que también trabajaban. Hasta finales de diciembre, esperé a ver en qué grupo me recolocaban aunque yo ya estaba planeando irme de allí. No llegué a saberlo, porque me fui antes por la guinda al pastel que menciono a continuación.
3. El director del CIPF me afirma que el sueldo de los becarios predoctorales del CIPF no está incluido en los presupuestos del 2012 y que no sabe de dónde lo sacarán. Como si no existiéramos. Tras contactar con el director del CIPF, nos reunimos y me informa de que no aparecía en ninguna lista de trabajadores (pues al no estar contratada no aparecía ni en la lista del ERE ni en el de los trabajadores que se quedaban). Hecho a lo que yo afirmo que, como yo, había 5-6 personas más. Me dice que no aparecemos en los presupuestos del 2012 por ningún lado y que ya de por sí estos son muy ajustados que, a lo mejor, el 31 de diciembre tendríamos que irnos. La gota que colmaba el vaso. Ya poco me importaba si en el 2012 nos seguirían pagando o no, lo que importaba era que estábamos en un centro en el que nos despreciaban totalmente.
4. La Generalitat Valenciana, de quién depende financieramente el CIPF, está en la quiebra técnica y el Gobierno Central recorta fuertemente en I+D. Sí, la Generalitat tiene una deuda monumental de más de 20.000 millones de euros, la comunidad más endeudada de España. Las farmacias sufren grandes retrasos en los pagos de la Generalitat, muchos proveedores llevan esperando cobrar desde hace años, están ahora dejando de pagar a la Seguridad Social y algunos sueldos, recortando en todas las fundaciones y empresas públicas… En definitiva, no tienen un duro y, aunque vendieran todo lo que tuvieran, no tendrían para pagar todas las deudas.
Por otro lado, tenemos al Gobierno Central, que elimina el Ministerio de Ciencia, recorta fuertemente con 600 millones la inversión en I+D y, todo parece indicar, que no será el último recorte. ¿Qué confianza voy a tener en que la Generalitat y el Gobierno de España atiendan a las necesidades financieras de la investigación científica cuándo lo ven como un lujo? Ninguna.
Así pues, me encuentro en un centro de investigación que, en menos de 1 año del transcurso de la beca, me recoloca a un grupo completamente distinto del que estaba (interrumpiendo mi tesis y mis trabajos) y sé que a los 2 años de beca me van a echar desde el CIPF porque no piensan pasarme a contrato. Como si eso fuera poco, hablo con el director y me dice que los becarios predoctorales no estamos en los presupuestos de 2012 del centro y, para empeorar aún más la situación, la Generalitat, de quién depende la financiación del centro, está en quiebra técnica y con una nula intención de promover la investigación científica y, además, con un Gobierno Central que considera la ciencia un capricho. Ante todo este panorama, lleno de incertidumbre, desprecio y olvido hacia la ciencia en general, y hacia los los becarios predoctorales en particular, lo más sano fue decir ¡basta!.
Soy plenamente consciente que, ante esta situación, muchas personas en mi lugar no sólo habrían renunciado a la beca, sino también a la ciencia. Como médica, no tuve ninguna necesidad de entrar en semejante terreno pantanoso y si lo hice fue por pura vocación (mientras mis colegas médicos me decían, medio en serio, medio en broma, que me moriría de hambre). Sin duda, ha sido una de las peores formas posibles de comenzar en ciencia, pero no pienso abandonar. Sea en Alemania, Francia o en Japón voy a continuar buscando y luchando para completar una tesis que no pude realizar por el menosprecio científico de un sistema político basado en ladrillos y pelotazos. Si me voy, dudo mucho que sea para volver. Porque si alguna vez fue recomendable ir al extranjero para hacer ciencia, hoy día se está convirtiendo cada vez más es una imperiosa necesidad.
Fuente: http://medtempus.com/archives/por-que-he-renunciado-a-la-beca-predoctoral-del-cipf/