Revista Música
Morrissey en el Club GEBA, Buenos Aires, 4 de marzo de 2012.
Qué raro que es escuchar las canciones de tu adolescencia más solitaria coreadas por miles de personas. Esas canciones que nos acompañaban a la salida del colegio secundario. Y qué raro que es verlo a él ahí, con todos estos años a cuestas y sin embargo -cual Dorian Gray- cada vez mas joven. O más joven que su propio retrato, que colgó en el escenario durante los primeros 5, 6 temas, en pose soñadora.
Anoche vimos a Morrissey en Buenos Aires. Y los rostros de los amigos irradiaban felicidad cuando el show terminó. Empapados de sudor, cantamos y quismos estar -como todos en la multitud que copó GEBA- cerca de él. Para tocarlo, para tirarle un beso, para llevarnos algo de su encanto. Un show apabullantemente británico. Soberbiamente Imperial. Porque hay que decirlo: pocas cosas son tan quintaesencialmente Brit como Morrissey. Ni los pequeños deslices demagógicos (Malvinas y aledaños) pudieron opacar la soberbia compositiva de tantas buenas canciones. Cuando el show termina, no te quedan dudas de lo grande que es).
Y qué suerte que nunca se haya "aggiornado".Que nunca se haya colgado de modas pasajeras para pintarrajear su música. Los músicos de su banda (con Boz Boorer como estandarte musical y estético) parecen cortados siempre por la misma tijera: 0 virtuosisimo, 10 en expresividad y en potencia para sostener las canciones. Su banda actual suena ajustada y con mucha pista encima.
Sin entrar en demasiados detalles, sólo vamos a decir que Steven Patrick tiró toda la carne al asador de entrada, con una seguidilla que incluyó "First of the gang to die", "You have killed me", "You´re the one for me, fatty", "There´s a light that never goes out" y "Everyday is like sunday", sin respiro.
Más adelante hubo otras gemas: la españolizada "When last I spoke to Carol", una impresionante versión de "Meat is murder", "Ouija board, ouija board", "I know it´s over" y la bella (y algo olvidada) "Alma maters". Sobre el final, poderosa, "How soon is now" y un único bis con "One day goodbye will be farewell". ¡Hasta la vuelta Mozz!
Qué raro que es escuchar las canciones de tu adolescencia más solitaria coreadas por miles de personas. Esas canciones que nos acompañaban a la salida del colegio secundario. Y qué raro que es verlo a él ahí, con todos estos años a cuestas y sin embargo -cual Dorian Gray- cada vez mas joven. O más joven que su propio retrato, que colgó en el escenario durante los primeros 5, 6 temas, en pose soñadora.
Anoche vimos a Morrissey en Buenos Aires. Y los rostros de los amigos irradiaban felicidad cuando el show terminó. Empapados de sudor, cantamos y quismos estar -como todos en la multitud que copó GEBA- cerca de él. Para tocarlo, para tirarle un beso, para llevarnos algo de su encanto. Un show apabullantemente británico. Soberbiamente Imperial. Porque hay que decirlo: pocas cosas son tan quintaesencialmente Brit como Morrissey. Ni los pequeños deslices demagógicos (Malvinas y aledaños) pudieron opacar la soberbia compositiva de tantas buenas canciones. Cuando el show termina, no te quedan dudas de lo grande que es).
Y qué suerte que nunca se haya "aggiornado".Que nunca se haya colgado de modas pasajeras para pintarrajear su música. Los músicos de su banda (con Boz Boorer como estandarte musical y estético) parecen cortados siempre por la misma tijera: 0 virtuosisimo, 10 en expresividad y en potencia para sostener las canciones. Su banda actual suena ajustada y con mucha pista encima.
Sin entrar en demasiados detalles, sólo vamos a decir que Steven Patrick tiró toda la carne al asador de entrada, con una seguidilla que incluyó "First of the gang to die", "You have killed me", "You´re the one for me, fatty", "There´s a light that never goes out" y "Everyday is like sunday", sin respiro.
Más adelante hubo otras gemas: la españolizada "When last I spoke to Carol", una impresionante versión de "Meat is murder", "Ouija board, ouija board", "I know it´s over" y la bella (y algo olvidada) "Alma maters". Sobre el final, poderosa, "How soon is now" y un único bis con "One day goodbye will be farewell". ¡Hasta la vuelta Mozz!