Por Ezequiel Tena
"Por la libertad así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida".Miguel de Cervantes.
Si el individuo se apercibiera del peligro que la renuncia a sus principios conlleva, pensaría. Si se conociera que la inmediata consecuencia de la renuncia de tal calibre le dirige inevitablemente a una crisis de identidad y, en su caso, le aboca a la ruptura existencial, el paisanaje no pintaría timorato, la carrocería no aparentaría tan cobarde. Hay lugares de los cuales resulta imposible volver. El 'nostos' es añoranza del hogar, rememoración y morriña del origen. Pero ya no habrá morriña allí donde se borre el hogar. Porque en el hogar se guardan los principios. Lean La Odisea. La renuncia a los principios rectores que alientan y conducen al individuo sano es lo más grave que le pueda acontecer. ¡Y cuánta inconsciencia suele haber en el abandono! Significará perderlo todo.
El individualismo español nos ha servido siempre como coartada para medrar en un ambiente de corruptelas. Que ahora se nos haya adoctrinado para el mal es sólo un accidente provocado por quienes nos conocen bien. Porque en realidad no creemos ni en una ni en otra cosa: descreídos, escépticos. Esas cosas solo definen la atmósfera de la corruptela que impera en un momento concreto. Se urde la trama en el paisaje, habitado como estuvo y está por el mismo usted mismo. Pues sépase de una vez por todas que es el paisaje, no el paisanaje, ¡Idiotas! Somos, en el conjunto que denominamos sociedad, seres amorales transitando un mundo de cambiante inmoralidad. Ahora: de inmoralidad pluscuamperfecta.
Que toca esto, pues jugamos con esto. Que lo otro, pues jugamos con lo otro. Pero no somos conscientes de que las normas con las que ahora jugamos son letales, que dichas normas están diseñadas para acabar con el propio juego que secularmente nos traemos entre manos. Era cuestión de tiempo - de estos tiempos precísamente- que los que miran por el gran ojo propusieran el juego inasumible que ahora jugamos.
Los que por gracia se dan cuenta de lo que está en liza son legión. Sí, somos legión... Pero no legiones. No demasiados.
Adenda: Quizás por ello los fatales Sánchez y Zapatero siguen teniendo entre los nuestros gran predicamento.