La soberana estupidez se activó la pasada madrugada y poca gente se ha enterado. Varios tuiteros, bajo la etiqueta #Prayforportugal, difundieron la falsa noticia de un golpe de Estado en Portugal. Ese hashtag “orar por Portugal” fue trending topic mundial, el rumor se extendió rápidamente por la Red y esa burrada informativa creó cierto pánico entre la población lusa, según estuve leyendo anoche en mi timeline. Hasta agencias internacionales y algún conocido medio español cayeron en esa trampa. Afortunadamente, con nocturnidad y alevosía el grueso de la comunidad tuitera que estaba despierta fue desmontando el asunto, con datos y argumentos, dejando muy clara la repulsa colectiva hacia este tipo de gilipolleces on line. Tras ese vergonzoso vendaval de falsedades quedan claras un par de cosas, que entre todos debemos vigilar y combatir: 1) La credibilidad en Twitter es inversamente proporcional a la imbecilidad reinante. 2) Por Internet la imbecilidad personal se globaliza y se expande como la pólvora.
Como dijo en Burgos el gran Ramón Trecet en el Congreso iRedes: «si bebes, no tuitees». Yo añadiría: si eres imbécil, tus tuits te retratarán. Pues eso.
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