Decir que no y mantenerlo cuesta. El no reiterado de una mujer lleva implícito una coacción por parte del agresor. Las causas por las que una víctima puede llegar a sentirse culpable por no haber sabido dar un “no” son achacadas al haber bebido mucho o irse de fiesta con ganas de un revolcón. Pero, ¿tiene algo que ver la banalización del sexo entre los adolescentes? En el siguiente artículo titulado “Si eres virgen a los 16 no encajas en el grupo” de Rafa Rodrigo, se expone el tema.
Rafa RodrigoEl diario montanés7 sep 2014
Las redes sociales, el alcohol y los modelos imperantes banalizan las experiencias eróticas de los adolescentes españoles. Psicólogos y sociólogos confiesan su preocupación al escuchar a los jóvenes cómo frivolizan con su vida sexual y la de los demás.
La juventud tiene un problema con el sexo. España entera se estremeció hace escasas fechas ante lo que parecía una abyecta violación múltiple en Málaga. Una chica de 20 años denunció haber sido sometida por cinco jóvenes - dos de ellos menores - a todo tipo de abusos durante una madrugada de Feria. La opinión pública clamaba que todo el peso de la ley cayera sobre los sospechosos. Dos días después, y entre el escándalo general, la jueza archivó el caso tras revisar un vídeo grabado por los supuestos agresores y una foto tomada por la mujer. Según su interpretación, la relación fue consentida. Sin embargo, muchos la han acusado de no haber sabido distinguir la coacción detrás de unos escarceos que acaban por descontrolarse. ¿Dónde acaba el consentimiento y empieza una violación?, se preguntan.
La banalización del sexo entre los adolescentes y los jóvenes de este país ha llegado a tal punto que se hace difícil distinguir una agresión sexual de una relación aceptada.
Los psicólogos recuerdan que los adolescentes están en una etapa de construcción de su identidad y se sienten atraídos por todo aquello que les lleva a ser más populares entre sus iguales.
El sexo se ha convertido en un elemento de presión social:parecer apocado, 'estrecho' o romántico es una condena al ostracismo.
"Normalmente, cuando un grupo abusa sexualmente de otra persona no suele suceder por casualidad. Al menos uno de ellos tiene ese objetivo y lo envuelve en una fiesta con alcohol y drogas. Luego se enmascara todo en el 'es que íbamos muy pedo'". Quien fue Defensor del Menor en Madrid durante cinco años, Javier Urra, describe el incidente de Málaga con los términos propios al contexto de una agresión sexual. Este experto psicólogo confirma que se ha producido una trivialización del sexo entre muchos jóvenes y adolescentes que, "mezclada con alcohol, genera equívocos".
Implantes de hormonas, condones y sífilis
El sexo desenfrenado y sin protección implica que enfermedades teóricamente erradicadas como la sífilis hayan vuelto a asomar las orejas. Proliferan los hongos y las infecciones, y una vez más, el alcohol tiene algo que decir al respecto. En una situación de 'calentón' festivo, muchos chicos no quieren o 'se olvidan' de ponerse el preservativo, y algunas chicas no lo piden.
Sin embargo, los métodos puramente anticonceptivos sí tienen muy buena acogida. Cada vez es más normal que chicas de 16 y 17 años empleen tratamientos hormonales como el famoso 'anillo' para evitar quedarse embarazadas. La píldora de toda la vida parece ya desfasada, hoy se llevan más los implantes subcutáneos en el brazo que liberan hormonas en el torrente sanguíneo. La educación sexual ha enseñado la libertad de usar el cuerpo como se desee, la bondad de experimentar las relaciones sexuales, y a hacerlo de una manera segura. Pero en opinión de los expertos, lo que falta es explicar con más detalle que el acto sexual es algo muy personal y muy íntimo.
Un estudio de 2012 situaba la edad media a la que se perdía la virginidad en Euskadi en los 16 años, cuando en 2005 superaba los 17. En apenas siete años, pues, la juventud vasca ha adelantado en más de un año el momento en que se estrena a la sexualidad. Urra advierte que "hay una tendencia al 'hoy nos acostamos y mañana tan amigos'. Perfecto, pero el sexo no funciona así. Mantener una relación sexual genera afecto, cariño...". La frivolización del acto sexual, en cambio, puede producir dolor al asociar estos comportamientos con malinterpretaciones de la libertad sexual, redefinida por algunos jóvenes como las relaciones fáciles, desenfrenadas y casi socialmente obligatorias. Un fenómeno que la televisión fomenta claramente.
Los educadores coinciden en que los chavales deben tener claro que «lo primero es el respeto a uno mismo y a los demás. La búsqueda de la felicidad es positiva, pero nunca debe ser externa, poco elaborada, fácil ni banal». Urra lamenta que el sexo se haya convertido para muchos en "una banalidad horrorosa, en la que desaparece todo el juego de la seducción y solo se destaca lo más animal". En este punto incide el investigador social Javier Elzo: "Falta un elemento esencial. En una relación íntima hay dos personas que se entregan. Tiene que haber alguna dimensión de cariño, de ternura, de confianza, algo que vaya más allá del calentón".
El sociólogo guipuzcoano advierte de que "casos como el de Málaga existen muchos!, aunque reconoce que no es un fenómeno exclusivo de los tiempos que corren:en su juventud, dice, "ya pasaba con alguna chica de clase". También cree que nos enfrentamos a un problema de consumo desenfrenado, tanto de alcohol como de sexo. "En general los jóvenes beben menos, pero cuando lo hacen se pegan unos atracones... Con el sexo está pasando algo parecido. Luego está todo el tema de los festivales de música, que son una fiesta ruidosa, animal, con mucho alcohol y desenfreno", explica. Este sociólogo también vincula la normalización del sexo a edades más tempranas con la búsqueda de nuevos niveles de excitación: "Ya no les basta con intentar ligarse a la persona que les gusta y conseguirla. Eso ya es algo normal, frecuente, no plantea problemas. En este momento lo anormal es ser virgen a los 17 años. Muchos adolescentes confunden la libertad sexual con la obligación de tener relaciones", sentencia Elzo.
La presión social
¿Qué ha podido llevar a chicos y chicas a medio formar a lanzarse a vivir unas experiencias que, en muchos casos, ni siquiera desean y en otros les provocará un profundo desencanto? Resulta alarmante comprobar que es su propio entorno el que ha propiciado estas conductas sexuales.
Lurdes Lavado, sexóloga de Albora Bide, es rotunda al respecto: "Vivimos en el mundo de la obligatoriedad sexual. La presión social puede con todo", zanja. Para los adolescentes de hoy, los de la 'generación Instagram', la promiscuidad es algo aceptable y valorado, hasta el punto de que "a los que no lo hacen los tachan de amargados y carcas".
Según un estudio de Javier Urra realizado en una residencia con 95 jóvenes, el 40% de las chicas afirmó haber tenido relaciones con su novio sin quererlas. "Estas conductas responden a pensamientos del tipo 'sé que si no lo hago con él se acostará con otra que sí lo haga'", aclara el psicólogo navarro. El problema es que la presión social se extiende a todas las facetas de la vida de los adolescentes: "Hoy el grupo está por todos lados: en clase, en las redes sociales, en el móvil... la presión es constante y puede con todo", explica Lurdes Lavado, que también destaca la importancia del binomio alcohol-sexo en los chavales. "El problema es que vivimos en la cultura del botellón: se consumen cantidades enormes de alcohol por muy poco dinero".
La presión social se extiende a todas las facetas de la vida de los adolescentes: en clase, el móvil, las redes sociales...
Lo más inquietante es que muchas relaciones comienzan como un juego bajo los efectos de las copas, que va desfasando y puede acabar en una agresión sexual. Los jóvenes están saturados de estímulos que les llevan a enfocar sus vidas y anhelos hacia el sexo: la moda, la música, la tele... "Estamos jugando con cosas muy peligrosas", alerta Lavado. "Algunos programas de televisión fabrican una realidad en la que somos mercancía en la balda de un supermercado, y que luego es imitada por los adolescentes".
Surge un nuevo problema: el machismo que demuestran cada vez más los jóvenes de uno y otro sexo. Así es, también las chicas. "Ahora todos jugamos al mismo juego", se lamenta la sexóloga. Javier Urra confirma esta teoría: "En la tele el machismo es más actual que nunca".
Comparte esta preocupación Tacho de la Calle, director, realizador y miembro de la junta directiva de la Academia de Televisión. No se muerde la lengua. "La televisión de este país, en vez de formar está deformando a la sociedad. Hoy algunas chicas tienen actitudes incluso más machistas que los propios chicos.Ahora resulta que los celos son amor. Algunas se sienten queridas si su novio les manda un mensaje totalmente controlador".
Programas del estilo 'Hombres, mujeres y viceversa' o 'Un príncipe para Corina' son espacios "enfocados al sexo" protagonizados por jóvenes con un patrón de gimnasio escandalosamente idéntico, lelo y superficial.
Este veterano experto en televisión ilustra su conclusión con un sencillo ejemplo: "Con el sexo en la tele pasa lo mismo que con la ultraviolencia en los videojuegos: se ha banalizado de tal manera que ahora nadie se extraña al verlo". Elzo remacha sobre la misma idea: "El contenido básico es 'lígate al más buenorro y ten sexo con él'".