Netfix acaba de sacar un breve pero jugoso adelanto de lo que nos espera en la sexta y última temporada de House of Cards, con Robin Wright como Reina absoluta del show. Esta circunstancia ha generado malestar en muchos fans, quienes aseguran –incluso sin haber visto aún la temporada–que sin Kevin Spacey "no hay House of Cards". Pero yo vengo a defender precisamente lo contrario: la marcha de Kevin Spacey es lo mejor que ha podido pasarle a la serie.
Netflix lo tiene claro...
We're just getting started. pic.twitter.com/h2XafRynew— House of Cards (@HouseofCards) 5 de marzo de 2018
Creo que todos estaremos de acuerdo en que la revelación de que Kevin Spacey es escoria ha llegado en el mejor momento. De haber sucedido hace varias temporadas, siendo honestos, el golpe para la narrativa habría sido demasiado fuerte, y probablemente habría debido cancelarse la serie. Pero la caída en desgracia de Spacey llegó, como tanto se ha comentado durante los últimos meses, cuando el personaje de Robin Wright comenzaba a tener un peso decisivo y miraba a la cámara con ese poderosísimo "mi turn", como desafiándonos, tentándonos, prometiendo que House of Cards iba a llegar al siguiente nivel.
Pero lo cierto es que, dejando al margen esa "poesía" que se ha dado entre ficción y realidad, hay que afrontar otra cuestión: el personaje de Kevin Spacey estaba deslucido. Lejos quedaron las primeras temporadas en que fascinaba. La interpretación de Spacey era magnífica –es incuestionable su talento–, pero su personaje ya no brillaba como antes. La última temporada tuvo tramas repetitivas; adolecía de ese ingenio, de esos secundarios molones y de esos desafíos que hicieron la serie genial en sus comienzos. Y si fue salvable en su conjunto fue precisamente por el personaje de Robin Wright, pues Claire ha demostrado ser mucho más compleja e interesante que su marido al tener, de hecho, sentimientos con los que lidiar: Frank, en ocasiones, de tan duro que es, parece una caricatura.
Netflix no tiene dudas: nos dice así de "chula" que una de sus series míticas PUEDE sobrevivir sin su protagonista.
House of Cards estaba de capa caída. De haberse mantenido Spacey en el elenco, probablemente esta temporada habría tenido como trama central la batalla entre esos dos tiburones que son Frank y Claire. Y no negaré que la relación de los Underwood era uno de los puntos fuertes de la serie, pero incluso la dinámica de su matrimonio estaba ya demasiado masticada. Porque ya sabemos que Frank siempre mantuvo a Claire a su sombra, a pesar de ser la única persona que realmente respeta en el mundo. Porque es ambicioso, frío, narcisista. Y nunca llegaremos a saber hasta dónde habría llevado al matrimonio Underwood esa "batalla final", pero algo me dice que no habría sido tan fabulosa como cabría imaginar pues, como digo, los Underwood ya han pasado por varios "roces" a lo largo de la serie, y no tenía pinta de que fueran a contar algo que no supiéramos.
Lo estimulante de que Spacey se vaya al carajo es que abre un nuevo universo de posibilidades para la serie. House of Cards necesitaba renovarse con urgencia. Hacía tiempo que había perdido el interés en Frank, siempre tan plano y redundante, mientras que Claire lo iba ganando a pasos agigantados. ¿Será una temporada buena? No creo que peor que la anterior, eso desde ya os lo digo. ¿Echaré de menos la relación de Claire y Frank? Probablemente. Pero ya no me ilusionaba como antes, por lo que no es una gran pérdida. La serie tiene la oportunidad de volver a "molar", deslumbrar, asombrar, contar algo nuevo. Y con Claire al volante, sin ese lastre que era Frank, todo puede pasar. Porque ha sido ella quien nunca ha dejado de fascinarme.
Estoy convencido de que Claire podrá despedir la serie como merece: a estas alturas, ella se había convertido en el auténtico pilar imprescindible de House of Cards. Y es hora de que brille con luz propia.
Isidro López (@Drolope)