Hijo mío. Si hoy te para alguien por la calle y te pregunta, di que eres argentino.
No mentirás.
Ya sabes que para que dar lecciones por ahí fuera sobre como hacer las cosas sobre modélicas transiciones enterradas en silencios te vale la española.
Pero si quieres dignidad, di que eres argentino.
Al menos allí, los asesinos genocidas no tienen impunidad. Lo intentaron, pero el pueblo no olvidó, no perdonó y no consintió.
Aquí siguen riéndose a carcajadas de cualquier intento de dignificar a las víctimas de su golpe de estado. Aquí siguen copando, con la connivencia de una democracia de chirigota, de cambios de cromos, de este tuyo y el otro mío y así quedamos en paz, las más altas magistraturas de una justicia profundamente injusta donde prescriben delitos a velocidad de tortuga y donde, sin embargo, esta semana han descubierto los nanosegundos para dictar la apertura de juicio oral.
Aquí, en este país, los amnistiados por la amnesia siguen con las prácticas mafiosas de avisar a navegantes. Españoles, mejor no se metan en política: jueces, mejor dejar las fosas en las cunetas.
Si, mi niño… Mejor di que eres argentino, que tu padre se muere de vergüenza. Y de asco.
Y hoy a las 20:00 iremos a la Audiencia Nacional. Pásalo.
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