Era una cosa de nada. Nada, nada… Un cambio de colchón, un cambio de “posición “de muebles… Nada.
La previsión que hace tu cerebro optimista es : vienen, me lo mueven, lo ponen y yo matizo. Pero, la realidad, cuando se van los amables operarios es un caos ( controlado, eso sí). Hay desplazamiento de los muebles habituales para poder hacer entrar lo nuevo aunque a lo que íbamos era , sólo, a esa habitación a la que había que cambiar el colchón pero…Se descontrolan muchas áreas habitables… Hay objetos cotidianos que te cuestionas ( ya que me lo han movido todo, ahora no sé si ponerlo), además, el desbarajuste te permite ordenar y reordenar y cambiar y aprovechar para limpiar a fondo. Total, que lo que era un nada de nada, se convierten en siete u ocho horas de deambular por la casa: ahora cambio este cesto de mimbre , ahora coloco aquí la lámpara, ahora … Añade a una que es perfeccionista y dónde pone el ojo debe estar “estéticamente” perfecto… El FitBit que me controla los pasos diarios ( 10.000) me los ha marcado sin sesión de elíptica…
Y , lo más triste, es que lo sé. Siempre lo sé. Pero, oye, omito que lo sé. Naturaleza humana…
Me pasa con muchas cosas : cuando voy a la pelu , con la foto del peinado de Meg Ryan y sé, porque lo sé, que mi pelo no se va a parecer ni en pintura al de la imagen. O cuando me pruebo el sujetador que lleva Elsa Pataky en el spot de Woman’secret. Uf! O cuando voy a IKEA y no cojo la bolsita amarilla porque NO voy a comprar nada. Sólo voy a buscar la mesita auxiliar para el módem: Juego de sábanas, unas luces led, unos cojines, una plantita…
Mi casa ya vuelve a estar ordenada tras el palizón y yo… sólo sé que no sé nada…
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