Ya hace un par de días que saltó la noticia. El señor Pérez-Reverte -a quien a veces no puedo ni ver en pintura y a quien otras leo con gran gusto- lo hacía público en su cuenta de Twitter: "La RAE acaba de aceptar iros, tras mucho debate, pues nadie decía idos o íos. Ya se puede usar sin complejos. Será oficial en otoño."
Como suele ocurrir, la decisión de los académicos no estuvo exenta de polémica. Al parecer, el hecho de aceptar como válida esa forma tan utilizada del imperativo del verbo ir no ha sido del agrado de muchos usuarios de la lengua española. Que si hay que mantener la pureza del idioma, que si es una incorrección inaceptable, que si los de la RAE se han vuelto locos... También fueron frecuentes las bromas en las redes sociales, en las que se retomó aquella famosa frase de Lola Flores de "Si me queréis, irse", adaptándola a todas las posibles formas del susodicho verbo.
Aunque estoy totalmente de acuerdo con personajes como La Vecina Rubia, quien afirma que "escribir bien es de guapas", tengo que confesar, muy a pesar de mi alma de filóloga, que el iros no me horroriza para nada. Y mira que fui de las que puso el grito en el cielo con las cocretas, almóndigas o toballas. Sin embargo, creo que con este imperativo hay una diferencia notable, y es que lo usaba todo dios. Y es que el "iros" siempre hizo gala de su significado autoritario, pues ha mandado por encima de las formas correctas de manera indiscutible e incontestable.
Ni en todos los años de carrera filológica, ni en todas las charlas formales, exposiciones, conferencias, conversaciones con profesores, colegas o familiares, escuché a nadie hacer uso del extraño "íos" o "idos". Ni el más culto e intelectual de cuantos conozco pronunciaba ese par de sílabas que, admitámoslo, nos suenan rarísimas y desconocidas.
Por tanto, creo que las decisiones de la RAE no siempre son tan terribles. La lengua evoluciona, y, aunque es importante cuidar que esa evolución no se nos vaya de la manos cometiendo atentados contra ella, tampoco hace falta armar una pataleta por una cuestión que, en el fondo, nos va a beneficiar a todos. Y esto es así porque el iros se ha alojado de tal manera en nuestra habla que, por mucho que lo neguemos, hemos acabado por cogerle un cariño especial.
Y vosotros, ¿qué opináis? ¿Sois más bien puristas de la lengua u os declaráis usuarios orgullosos de esta problemática forma verbal?
Por Mrs. Sofía el 19/7/2017