"Si no es Barroco, es barraca"

La belleza está en el interior. Esta es la premisa que nos envuelve de principio a fin cuando vemos la película de Disney La bella y la Bestia. Con varias fuentes de inspiración, entre
ellas el mito de Eros y Psique y el cuento de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, la adaptación que Disney hizo en 1991 todavía hoy es recordada por múltiples motivos.

Bella es una chica guapa y lista a la que le encanta leer, su caballo Philippe y le encantaría recorrer el mundo. Encerrada en un pueblo que no la comprende, con un padre inventor bastante pasado de rosca y un pretendiente de lo más gañán, Bella se refugia en los libros para viajar con su imaginación a donde no le es posible de manera física. El padre de Bella,  Maurice, de camino a una feria de inventores, acaba por accidente refugiado en un castillo, el cual está habitado por una horrible bestia. 

¿Por qué La Bella y la Bestia es una gran película?

Porque más allá del mensaje que transmite, la historia es maravillosa, contada con la delicadeza que se merece y con la originalidad propia de una fábula, pero en este caso, en lugar de hablar los animales son los objetos los que son animados, los cuales conforman un reparto de secundarios impresionante (aunque yo los consideraría co-protagonistas). 

¿Por qué nos sigue gustando ver esta película de adultos?

Solo por la escena inicial, en la que se nos cuenta la historia de la Bestia a través de una vidriera, me parece magistral. La banda sonora, la cual fue galardonada con un Oscar por la canción "Bella y bestia son", me parece original y precisa, una mezcla entre cuento de hadas e historia de terror. Por esa oda a la lectura, de hecho, creo que esta película es la causante de mi pasión por los libros. Porque Lumière y Din Don son capaces de sacarle una sonrisa a cualquiera, ya seas niño o adulto. 

La mejor escena: Qué festín! es mi momento favorito de la que, a día de hoy, sigue siendo mi película favorita de Disney. Visualmente es una gozada por el colorido, el movimiento y el esplendor propio de un musical, la canción en sí es sublime y ver como Lumière se la juega una y otra vez a Din Don, no tiene precio. 

P.S: cuando somos niños nos movemos por traumas u obsesiones. En mi caso, con esta película, era una obsesión. Mi pobre padre tuvo que soportar verla en bucle durante mucho tiempo.