Es muy curioso lo que han dejado atrás los antiguos dueños de nuestra nueva casa, aún sabiendo que no nos lo vamos a quedar. Dentro de los muebles hay una colección de objetos que obviamente no querían quedarse, y que, al parecer, tampoco querían tirar. Para ellos, deshacerse del “recordatorio del enlace de Albert y Mari,1997” (un salero con inscripción personalizada) era una tarea emocional demasiado difícil. Yo tardo aproximadamente 3 segundo en decidirme.
Los “Tíralotus”
Un “Tíralotu” es un cacharro que sabes que no lo vas a utilizar, que quizás ni siquiera te gusta, pero que por las razones que sean no te atreves a sacar de tu vida. No sería apropiado tirar el recordatorio de la boda de los primos, ni tampoco el regalo de un amigo cercano (este porta-vasos de dudosa estética, con “saludos de Albacete”). Sin embargo, nadie te juzgará si “se ha perdido en la mudanza”.
Acepto la misión de los tíralotus. La mayor parte ya ha pasado a mejor vida (en el contenedor o en la mesa de segunda mano que recauda fondos para la protectora).
Sin embargo, hay una subespecie, que es un poco más complicada:
Los tíralotus troyanos
Los tíralotus troyanos son una subespecie de aquellos cacharros que dejaron atrás los antiguos dueños: jarrones, platos decorativos, copas de Whisky, copas de Bourbon, 37 copitas para chupitos… algunos ni son tan feos. Y ahí reside el peligro.
“No están mal”, me dice un amigo.
“Te salen gratis”, me recuerda mi suegra.
“A lo mejor algún día las haremos servir”, imagina mi pareja.
¿Y mientras tanto ocupan 3/4 de la estantería de cristal? ¿Únicamente porque por sí acaso a lo mejor quizás algún día nos apetece tomar un whisky? Si llega este día correré el riesgo de aparecer una inculta completa, probando el whisky con una copa de vino o de agua.
Por sí acaso no es una razón para guardar algo, por mucho espacio que tenga. Al igual que no lo son “es gratis”, “algún día” y “seguro que fue caro”.
¿Si esto fuera una tienda, te lo quedarías?
La tentación de quedarme muchos de estos cacharros es grande. Ya tienen “su lugar”, están en buen estado, no tengo que pagar por ellos.
Al mismo tiempo están llenos de polvo y suciedad acumulada en los años sin uso. Sacándolos uno a uno de “sus lugares”, erradico su marca en el armario. La pregunta clave ahora es:
¿Si no fuera gratis, si tuviera que pagar por ello, lo compraría?
Twitéalo¿Me lo quiero quedar, porque realmente me hace falta, embellece mi casa o me hace la vida más fácil? ¿O simplemente es el miedo natural de tomar una decisión, de equivocarme, de arrepentirme en un futuro (improbable)?
La respuesta es fácil, si conviertes lo encontrado en un escaparate: si pagaría por ello, se puede quedar. Si no gastaría ni un céntimo en ello en la vida real, no tiene por qué invadir mi espacio.
La protectora hará mejor uso de las copas de Whisky, mientras yo disfruto del espacio liberado en la nueva casa.
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Imagen: flickr