Muchas veces desconocemos el potencial de nuestra mente y todo lo que a través de ella materializamos. Resulta que sepamos cómo utilizarla o no, ella hace su trabajo y a través de aquello que la anida, creamos nuestra realidad.
Si enfocamos nuestros pensamientos hacia aquello que nos resta energía, inevitablemente viviremos atormentados y nuestra vibración hará que sintonicemos con muchas más cosas afines a aquellas que nos atormentan.
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Debemos aprender a liberar nuestra mente de creencias y pensamientos tóxicos, revisar a profundidad qué es lo que está predominantemente en nuestra mente, porque hacia allá estamos dirigiendo nuestras energías.
Cuando vivimos atormentándonos con nuestro pasado, con nuestras decisiones desacertadas, cuando recordamos con rencor y dolor todo aquello que nos marcó, estamos alejándonos del momento presente y esto no es otra cosa que robarnos vida, robarnos lo que podríamos disfrutar y no hacemos por internarnos en algo que no podemos cambiar.
Si nos vamos a desviar del presente que sea con fines prácticos, aprovechemos el pasado para rescatar cada experiencia que nos hizo crecer, que nos hizo más fuertes, que nos dio nuevas herramientas para transitar la vida y veamos en nuestro futuro lo que queremos, nuestro norte, sin limitarnos a ello, solo marcando ciertas rutas y esperando siempre lo mejor.
Limpiemos nuestra mente de cada pensamiento negativo que quiera hacer nido en nuestra mente y acostumbrémonos a darle fuerza a lo positivo, entendiendo que nos convertiremos en aquello que creamos que ocurrirá, atraeremos experiencias a nosotros de acuerdo a lo que tenemos en nuestra mente y viviremos las experiencias que necesitemos para crecer y evolucionar.
Si podemos darnos una ayuda consciente, nos facilitaremos las cosas y creceremos a través de experiencias maravillosas, sin tanto dolor o sacrificio. Para aprender no es necesario los “golpes de la vida”, pero si los recibimos son para rescatar de ellos lo positivo e inclusive poder agradecer por esas experiencias, que por lo general cambian nuestra manera de apreciar la vida, no para quedarnos anclados a esa vivencia y permitir que nos duela por el resto de nuestras vidas.
Apartemos todo aquello que nos haga sentir mal, que al apartarlos de nuestra mente, lo apartamos de nuestra vida. Llenemos nuestra mente de pensamientos y creencias positivas, sintámonos capaces, merecedores, fuertes, agradecidos, con consciencia de cada milagro de nuestra vida y veamos cómo comienza a fluir de manera positiva.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet