Esta semana estoy en un viaje de negocios. No es la primera vez que tengo que separarme de mi niño por algún asunto relacionado al trabajo pero, no se por qué, esta vez me dolió más.
Cuando nos fuimos a despedir en el aeropuerto, mi hijo estaba distraído viendo uno de sus tantos muñequitos favoritos. Nos dimos un beso, un abrazo, nos dijimos "te amo" y cerré la puerta. Confieso que, mientras veía el auto distanciarse, sentí la necesidad de correr y volver a besarlo, abrazarlo y decirle "te amo"con mayor intensidad.
Dediqué las más de cuatro horas de vuelo a ver fotos de su crecimiento y de tantos momentos que hemos compartido. Sonreía como una tonta viendo su carita de felicidad, sus muecas y hasta los gestos de enfado. Lamento tanto no haberme esforzado para que nuestra despedida fuera más significativa para ambos.
Detesto volar. Soy de esas que hiperventila cuando el avión alza vuelo. Requiero de varios minutos de respiración profunda para lograr estabilizarme. Pensé lo estúpida que fui. ¿Y si no lo vuelvo a ver? ¿Y si este aparato se cae y no puedo volver a abrazarlo, sentirlo? ¿Qué recordará él de mi? :(
Nada, que metí la pata. Debi hacer lo que acostumbro hacer todos los días, vivirlos como si fuera el último.
---Hijo mío, ahora solo quiero que pase rápido el tiempo para poder volver a abrazarte. Te amo, nunca lo dudes.