Todos tenemos miedo. Lo hemos dicho muchas veces. La diferencia entre el cobarde y el valiente no es el miedo, ambos lo tienen, la diferencia es que uno permanece amarrado en puerto seguro y otro suelta amarras y navega mar adentro. El valiente lo afronta, mientras que el cobarde se deja dominar por él. Y ello genera mucha frustración. Ayer en twitter @mtorrejons dejaba la siguiente frase de David Fischman: «El miedo es una muralla que separa lo que eres de lo que podrías alcanzar a ser».
El temor, producto de esos pensamientos negativos que nos hacen ‘sentir pequeños’, es el mayor enemigo del potencial del hombre si no se logra gestionar. No tengas miedo al miedo, ten miedo a no atreverte. Cada vez que sientas miedo, tienes que estar de enhorabuena, es una ocasión de crecer. Recuerda, como decía Robert Allen, que «la vida empieza donde termina tu zona de confort». Todo lo que realmente quieres está a partir de esa frontera. Si tu vida es demasiado cómoda, probablemente estás estancando. El crecimiento personal siempre está asociado a una cierta intranquilidad, a una cierta tensión entre lo que un hombre es y lo que puede llegar a ser.
El lema, por tanto, es siempre el mismo: Siente miedo, pero hazlo de todas maneras. Pero como es más fácil decirlo (teoría) que hacerlo (práctica) te dejo algunas sugerencias para que te resulte menos traumático lanzarte:
1. BUSCA RETOS MOTIVADORES.
Cuando el reto que tienes por delante te motiva de verdad, y no solo de boquilla, es más fácil lanzarse. La motivación es la otra cara del miedo: el miedo al fracaso es la otra cara de la moneda del deseo de logro; el miedo al rechazo es la otra cara de la moneda del deseo de afiliación. Miedo y motivación conviven ambos con nosotros, en la misma casa. El sentimiento que más alimentes de los dos, acabará triunfando.
2. APÓYATE EN OTROS.
El simple hecho de verbalizar tus miedos los reduce notablemente; y si encima otros te hacen ver que no es para tanto (relativizan) y además creen en ti (fe), el miedo se vuelve todavía mucho más pequeño. A veces nos flagelamos demasiado. Somos los mayores enemigos de nosotros mismos. Los apoyos emocionales son muy importantes. Ir sólo por la vida es complicado. Ya lo decía Aristóteles: «El hombre solitario, o es una bestia o es un dios». Estar rodeado de gente que cree en nosotros mejora la autoestima y nos ayuda a atrevernos y a hacer aquello que nos asusta.
3. EMPIEZA DE MENOS A MÁS.
Si por ejemplo quieres vencer tu miedo a hablar en público, para que cojas rodaje, da pequeños discursos a cada ocasión que tengas las oportunidad. Poco a poco irás aumentando la autoconfianza y te irás sintiendo más cómodo en audiencias más grandes. No asumas retos demasiado grandes desde el minuto uno, porque a las experiencias negativas nos frustran y nos llevan a abandonar. Cada logro, aunque pequeño, debe ser positivo para creer más en nosotros. Date tiempo.
4. APRENDE DE LOS DEMÁS.
No es lo mismo tirarse al vacío que saber cómo otros han resuelto cuestiones similares. Pregunta, investiga, lee, observa. Apuntaba Voltaire: «Hay gente tan inteligente que aprende de la experiencia de los demás». La experiencia es la madre de la ciencia, afirma la sabiduría popular. Casi todo lo que nos toca vivir otros lo han vivido previamente y te pueden dar tips e inputs muy útiles para tus desafíos. No vayas de ‘héroe’ por la vida. Es bueno tener modelos de referencia en los que fijarse y que sirvan de inspiración. El miedo se disipa en parte con conocimiento, con mayor certidumbre.
5. NO DESMEREZCAS TUS LOGROS.
El éxito alimenta la autoestima y anima a lanzarse más veces. El reconocimiento y el elogio refuerzan nuevas acciones. No te avergüences de tus éxitos y les restes importancia.¿Cuántas veces ante un elogio no has dicho ‘si no es para tanto’ o ‘esto lo puede hacer cualquiera’? Tu tienes talentos y habilidades que a otros les gustaría tener, valóralos. Cada persona es mucho más que lo que ella piensa de sí misma.
6. RELÁJATE UN POCO Y DISFRUTA DEL CAMINO.
Uno de los grandes pecados que cometemos es que hacemos depender en exceso nuestra satisfacción del resultado final. Lo vemos todo como una bendición o una maldición, y de lo que se trata también es de disfrutar mucho del camino. El fracaso no existe, sólo las experiencias y las consecuencias. De una manera u otra, todo suma. Hay que fluir con cada experiencia. No lo categorices todo en bueno o malo, éxito o fracaso. Escribía una vez Antonio Gala que «la felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante». Take it easy.
Si quieres seguir profundizando sobre el tema, puedes ver en el siguiente link una recopilación de Libros sobre Gestión del Miedo. Y también 30 frases para que te atrevas y lances.
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