Hoy nos vamos de sidrería, y optamos por visitar la Sidrería Miravalles de Gijón, situada en el barrio de la Arena, en la calle La Playa 6, muy cerca de la Playa de San Lorenzo, a la altura de la escalera 9. Dispone de una amplia zona de sidrería con barra grande y zona de mesas, así como un comedor al fondo.
Éramos un grupo amplio, con lo que fuimos al comedor, y entre todas las opiniones y recomendaciones que recibimos, optamos por probar varias cosas. Para comenzar unas croquetas de jamón, correctas, nada del otro mundo, pero bien. Como estamos en temporada también quisimos probar unos tacos de bonito al ajillo que estaban buenos. Continuamos con unos chipirones afogaos, que yo personalmente nunca vi así preparados, pero bueno, la salsa que los acompañaba estaba rica, aunque no estaban bien limpios. El local tiene fama de buena parrilla, por lo que optamos por unas costillas y unos criollos. En ambos casos estaba bueno, pero nada destacable. También nos comentaron que su cachopo fue finalista en el IV Campeonato Regional, con lo que decidimos pedirlo. Para mi gusto, ramplón, con relleno clásico y pimiento, el rebozado se soltaba con solo mirarlo. Por aquello de la línea optamos por pedir una ensalada LTC para acompañar, lástima que una vez aliñada, viéramos que el vinagre viniera con moscas flotando en su interior, por lo que pedimos el cambio.
En cuanto a los postres poco que aportar, salvo que son todos bastante decepcionantes, cuando no resultan ser algo que no son. Pude probar el arroz con leche requemao, mucho sabor a anís, y textura apelmazada. La tarta de la abuela totalmente insípida, recuerda ese trozo de tarta que te sobró, que tienes guardado en la nevera y comes a los tres días y no sabe a nada, eso sí, grande. Y el premio se lo lleva la "supuesta" tarta charlota, que como veréis en la foto, no era otra cosa que una especie de tarta hecha con bizcochos de soletilla y con helado de chocolate, todo ello, flotando en unas natillas o similar con grumos. Tenía que haberme pedido un bombón de la Ibense que ahí no hay perdida.
Para beber tomamos sidra Val d´ornón DOP, sangría de sidra y un par de botellas de vino Blanco Rueda DOP. Entre las sidras nos colaron una botella de Sidra Menendez, cuando estábamos tomando DOP, y que lógicamente cobraron a precio de DOP. La sidra es escanciada, pero viendo que el camarero estaba bastante apurado le pedimos un pitorro para poder beber a nuestro ritmo, porque si no imposible.
Tomamos varios cafés, a los que nos invitaron, además de chupitos y alguna copa.
La sorpresa final fue ver como la dueña nos trajo la cuenta sin pedirla y como tanto ella, como el camarero, nos apuraron para poder cobrar, con varias visitas para ver si ya lo teníamos listo. Por lo visto éramos el último servicio de la noche y querían cerrar. Cualquiera puede entender que la gente quiera ir a su casa después de trabajar, o que la dueña quiera hacer la caja para irse, pero los modos no fueron los correctos, y lo mismo explicado y comentado de buenas formas causa mejor efecto. Lamentable.
El precio fue de 26 euros por cabeza, incluida propina, una cuenta de casi 350 euros y con prisas. Relación calidad-precio baja, el servicio flojo y el trato de la dueña muy deficiente.
Como teníamos ganas de irnos, no revisamos bien la cuenta, pero revisándola después vimos que nos cobraron un postre de más y un chupito de más.
Bueno, no siempre uno acierta con sus visitas, pero igual que está bien saber donde repetir, esta bien saber donde no volver.