Un caramelo sucio descansaba con su corazón roto en el asfalto olvidado. Una cabalgata de reyes le arrojo al aire e iluso de él se sintió libre. Los segundos de vuelo se tornaron milenios en su viaje hacia las estrellas. Pero el brazo del paje disfrazado era débil y su trayectoria menguaba por instantes. Un golpe en un bordillo freno su libertad y la pelea soñada entre niños, era abortada al ver como su corazón de azúcar y edulcorante saltaba hechos añicos.
Tan solo esperaba que un perro vagabundo lamiera sus heridas, pero en esta ciudad en la que a veces hace tanto frío sea cual sea la estación, hace tiempo ya en el que se extinguieron los canes libres. Ya solo queda que una tormenta oportuna o la escoba de un barrendero termine con su dulce vida.
Uno nace para ser el mejor caramelo y lo consigue. Pero una mala trayectoria o la fuerza flaqueante de quién nos pretende ayudar, termina con nuestros sueños. ¿Sabéis? Yo si fuera caramelo olvidado y mugriento, rodaría hasta encontrar un lugar seguro para esperar al cálido verano. Y en una tarde cualquiera a 50 grados sobre el asfalto, me derretiría cara al sol, para formar un dulce vapor y así alcanzar por fin las estrellas.
No es cuestión de los hombres ni de los caramelos aceptar su destino, mientras una sola gota de sangre o miel siga en nuestro cuerpo desnudo o envuelto, es nuestro deber agotar hasta el último segundo de nuestro aliento. Nadie te regala nada, no seamos menos con la vida.
Seamos el mejor caramelo
PD. Antiguos regímenes de hace ya casi 100 años, se apropiaron de nuestras raíces y símbolos para meternos en una barbarie sin precedentes. Es hora de devolver al lenguaje cotidiano ciertas frases que “raspan”, para enriquecer aún más nuestro vocabulario y disfrute de la vida. Es por eso el título de este post, discúlpeme si no disfruta del baño de sol sobre su rostro en cualquier tarde de otoño, invierno y primavera.