Revista Coaching

Siempre el amor

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Heidi, Vicky y Calimero cumplen 40 años. Recientemente también se convertía en cuarentañera la Abeja Maya. Marco, Jackie y Nuca cogen en nada a los habitantes del país multicolor, Willy incluido, ya que cambian de década el año que viene. Cómo pasa el tiempo. En serio. ¿Esto no va demasiado rápido?

Siempre el amor

Hace nada se recuerda sentada en el suelo, pegada a la tele viendo los dibujos en el comedor de su casa. Lloraba a moco tendido sufriendo con la señorita Rotenmeier, cuestionándose la catadura moral de la madre ausente de Marco y ahora es ella la que, en diez minutos, cumple cuarenta. La que no deja de acudir a fiestas sorpresa de 40 cumpleaños que no mejoraría ni un event planner profesional, la que, por desgracia, visita el tanatorio municipal más de lo deseado para despedirse de gente joven, fundamental.

Porque la vida avanza. Y la enfermedad, la muerte es algo cotidiano. Que no queremos ver. Porque asusta.

Con la tragedia inexplicable de Germanwings, la información irrelevante y morbosa lo inunda todo. La muerte planea no sólo sobre los Alpes. El interés es directamente proporcional a la incredulidad, a la empatía: podríamos haber sido cualquiera de nosotros.

Las grabaciones de las cajas negras no hacen sino filtrar el horror: los gritos de los pasajeros. Éstas relatan que, antes del crash, se pudo escuchar la expresión “Dios mío” hasta en cinco idiomas. Su chico le preguntaba si ella emplearía esa expresión. Y no supo qué decir. Nadie está preparado para irse a negro ya. Sin un propósito.

No quiere ni pensar cuando comiencen a analizarse las fotos, los vídeos, las despedidas a los seres queridos agazapadas en los móviles de los pasajeros. Ya pasó en el 11-S y fueron escalofriantes. Es conmovedor cómo las últimas palabras del último instante siempre son de amor.


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