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Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson

Publicado el 21 noviembre 2019 por Daniel Daniel Pérez Castrillón @Mangrii
Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley JacksonSiempre hemos vivido en el castilloShirley Jackson (Trad. de Paula Kuffer)Editorial MinúsculaRústica | 224 páginas | 18,50€Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson


Acudir a un aclamado clásico de tu pila de lectura siempre es un arma de doble filo. Las expectativas son peligrosas si uno no sabe manejarlas a conveniencia. A veces, cumplen o incluso te sorprenden. Otras, se derrumban catastróficamente. Con Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson, me inclino más por el primer grupo. Considerada una novela imprescindible del terror contemporáneo y el gótico moderno, la escritora estadounidense construye un complejo relato de terror psicológico y suspense. Siempre hemos vivido en el castillo lleva su máxima de la cotidianidad para perturbar al lector. De sus palabras subyace un miedo sutil e invisible, del que se mete en nuestras carnes. No hay masacres ni torturas, no hay sangre ni desmembramientos. Es el terror psicológico en su máximo y enloquecedor esplendor.
La novela gira en torno a los tres residentes de la mansión familiar Blackwood. Mary Katherine, Constance y su tío Julian viven su paradisiaca soledad tras haber muerto el resto de la familia seis años atrás. Los días transcurren con una placidez bucólica en su espacio de confort. Fuera, el pueblo las odia y les tiene miedo a partes iguales. La vida esta llena de rutinas y quehaceres diarios que ocupan todas sus horas. Hay paz y armonía en el hogar. El equilibrio se rompe cuando el primo Charles Blackwood llega para hacer una visita. Los demonios del pasado salen a la luz y su espacio de seguridad comienza a verse alterado.
Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson
Cualquier incauto podría dejarse engañar por la simplicidad de su argumento, e incluso, de su trama. Shirley Jackson coge a Merricat como narradora, y no es casualidad. Desde el desapego y soltura de quien escribe en un diario, Mary Katherine narra su día a día con una inocencia que da miedo cuando descubrimos la verdad. Los primeros capítulos del libro funcionan como un expositor de la vida que lleva actualmente la familia Blackwood. Según se suceden las páginas, la brechas comienzan aparecer y empezamos a vislumbrar que algo perverso se esconde tras el relato. Cuando comprendemos porque estamos ante un castillo que defender a capa y espada, Merricat ya nos ha agujereado el corazón.
De forma sutil, Jackson deja miguitas durante el camino. Desde el primer párrafo, que podríamos tomar como un microrrelato en sí mismo, tenemos toda la información. Pero la autora ejecuta su hechizo, y no es hasta el final del libro cuando la maraña cotidiana descrita por la Merricat cobra sentido. Cuando la inocencia se torna en perturbación. La magia de Siempre hemos vivido en el castillo ratifica en la dosificación de la información y en como la autora ha jugado con el lector, tanto como la fascinante Merricat ha querido. Perversidad revestida de terror que juega con las sensaciones del lector.
Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto.
Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson
Siempre hemos vivido en el castillo no es una novela de género convencional. No llegaría ni a ser terror del que entendemos hoy en día. Es un texto bastante realista y psicológico. No tenemos buenos ni malos. No hay monstruos al uso, aunque unos cuantos pululan por la novela. Hay odio, hay rechazo, superstición, magia, e incluso brujería. Jackson construye un juego sádico que leemos desde la persuasiva subjetividad de Merricat. Una narración hipnótica, que te invita a entrar al relato una y otra vez. Una voz perturbadora, hipnótica e inocente, a la que nadie puede resistirse.
Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley JacksonShirley Jackson construye una novela de atmósfera embriagadora. La nostálgica voz infantil de Merricat guía un relato sugerente, perturbador y desasosegante que pone su punto y final a gusto del lector. Shirley sugiere, provoca e inquieta, pero no cierra su historia. Un cruel cuento gótico que termina como toda una leyenda urbana. Una lectura imprescindible y un narrador inolvidable.
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