Por fin después de varios meses tengo tiempo para terminar de escribir. Se preguntarán por qué vuelvo a Mérida si ya fui dos veces en vez de conocer Cancún, Isla Mujeres o Puerto Morelos. La respuesta es simple: para visitar amigos. No hay mejor manera de terminar un viaje que visitando viejos amigos.
Me fueron a buscar en auto a la terminal y me llevaron a su casa, donde me hospedé hasta el final de mi visita a México. Charlamos y cenamos milanesa a la napolitana. ¡Cómo extrañaba la comida argentina!
Al otro día fuimos en auto a uno de los pocos sitios que me faltaban conocer cerca de Mérida: la Reserva de la Biósfera de Celestún.
Lo principal allí es un paseo en lancha por la ría para ver de cerca a los flamencos y otras aves (hay unas 300 especies). Tuvimos que esperar a que se armara un grupo de 6 ya que hay que pagar por la lancha completa que cuesta $1572 MXN. Al final fuimos 7.
Empezamos rodeando la Isla de los Pájaros llena de pelícanos. Más allá estaban los flamencos, los cormoranes y las fragatas. Por la elevación del agua no había tantos flamencos pero sí los suficientes para no irnos decepcionados. Luego nos metimos en un manglar hasta un Ojo de Agua dulce que emana de un cenote subterráneo. Es muy raro cómo surge el agua del manantial. No pudimos zambullirnos porque había cocodrilos (vi un cocodrilo bebé) pero el lugar es hermoso.
Una vez terminado el paseo seguimos hasta el pueblo de Celestún y almorzamos en la playa, en el restaurante Los Pámpanos. Comimos a reventar y es económico. Yo pedí jaiba (pulpa de cangrejo) al mojo de ajo y compartimos una entrada. Había mucho viento pero no esperaba encontrar una playa tan linda de este lado de la península.
Volvimos a Mérida y a la noche fuimos todos a cenar a Mercado 60, en el centro de la ciudad. Es como un patio de comidas. Me encantó el estilo. Comimos pizza y yo degusté una deliciosa marquesita. ¡Quiero marquesitas en Buenos Aires!
Al día siguiente fui al Gran Museo del Mundo Maya que no existía la primera vez que fui a Mérida. La entrada es un poco cara -$ 150- pero el museo lo vale. La primera parte es sobre la cultura maya y la segunda sobre su historia y arqueología. Muy completo.
Almorzamos en Biscuits (yo comí un salpicón de res) y ya nos quedamos en la casa charlando. Mi última noche en México.
Me levanté temprano. Me llevaron en auto al aeropuerto. Mi vuelo salía a las 11:05 por Interjet. Todo salió bien y puntual. Llegué al aeropuerto de la ciudad de México con tiempo más que suficiente. Despaché la valija y fui a almorzar. Me decidí por Sushi Roll donde probé un sushi de anguila. Muy sabroso.
Como tenía que hacer tiempo, gasté los pesos mexicanos que me quedaban, degusté tequila, mezcal con granada y un licor de mezcal y fresa. Mi vuelo despegó puntual a las 19hs. Llegamos antes de lo programado al aeropuerto de Santiago de Chile así que no tuve que correr en la escala.
Finalmente, después de un mes, estaba de vuelta en Buenos Aires. Como Tienda León ya no cuenta con el servicio de bus + remise tomé el colectivo 33 que me dejó a menos de cinco cuadras de mi casa y desde ahí pagué un taxi a la puerta (iba cargada). Así que la vuelta de aeroparque a casa me costó unos $60.
DATOS:
- Aunque es posible ir con un tour a Celestún también pueden hacerlo en autobús. Los mismos van de Mérida al pueblo, pero pasan por la entrada de donde parten las lanchas de modo que supongo que es posible pedirles que paren ahí. Los colectivos salen de la calle 71 entre 64 y 66 y tardan 2 horas.
- El Museo del Mundo Maya queda camino a Puerto Progreso así que cualquier colectivo que vaya del centro a la playa los deja en el museo.