Seis años son muchos para un país en vías de desarrollo. Y lo son más aún para un país en plena posguerra. Hace seis años, en 2007, hacía sólo cinco que se había firmado el acuerdo que ponía fin a la guerra civil, después de once años de conflicto, entre 50.000 y 75.000 muertos y unos dos millones de desplazados (casi la mitad de la población del país en aquel momento)*. Hace seis años se celebraron elecciones generales y hubo disturbios, con muertos incluidos. Hace seis años Sierra Leona era el país más pobre del mundo.
Hoy han cambiado algunas cosas. Las más visibles, las farolas al salir del aeropuerto, el número de carreteras asfaltadas, las motos que las surcan y la cantidad de teléfonos móviles por metro cuadrado. Otras, sin embargo, se mantienen inamovibles. Como el comienzo de la aventura: cuatro horas de viaje desde el aeropuerto de Lunghi, el cartel de bienvenida a Milla 91, la curva que deja a un lado la madraza y el camino hasta la misión de las Misioneras Clarisas. Estas fotografías son sólo las primeras [segundas] impresiones.
Un grupo de niñas vestidas de uniforme en el patio de la escuela.
Camino del colegio de chicos.
La mano de un opoto (blanco).
Mensajes para la vida a pie de carretera.
Paul y “Dora”, en el patio de la Clínica Nuestra Señora de Guadalupe, en Milla 91.
Las sonrisas desaparecen cuando hay un objetivo delante.
* “Redes, narrativas y debates en la guerra de Sierra Leona”, Óscar Mateos, en Más allá de la barbarie y la codicia (Ediciones Bellaterra, 2012).