Revista Opinión

Siervos, vasallos y señores

Publicado el 11 julio 2013 por Vigilis @vigilis
Hablemos de cómo pasaban fatiguitas nuestros antepasados. El cambio de la mentalidad universal del mundo romano a la particularista del mundo medieval no fue un cambio rápido. Hubo una parte de ese universalismo que se mantuvo en la Iglesia y que supuso la gran diferencia observada entre la España mora y la España cristiana. Si digo esto es porque me llama muchísimo la atención que los moros pudiesen comerciar con sus esclavos como si de sacos de trigo se trataran y sin embargo los cristianos no pudiesen hacerlo. Esta pequeña diferencia es la que lo cambió todo.
En las fuentes primarias de los primeros siglos de la Reconquista nos encontramos con la palabra servus para referirse a un amplio espectro de posibilidades: desde el prisionero de guerra hasta el vasallo, desde un siervo fiscal con relativa libertad hasta un siervo de la gleba privado de movimiento. Desmenuzar la intrincada madeja de la situación servil, cuando la servidumbre es sometimiento y el sometimiento tiene tantas caras, es imprescindible si queremos tener una vaga idea de qué demonios estaba pasando.

¿Cómo ser siervo?

Siervos, vasallos y señores

Tradicional pirámide feudal, que para el caso que nos ocupa no tiene mucho sentido. (Fuente).

Siervos, vasallos y señores

La pirámide en nuestro caso se tiene que desdoblar, porque el feudalismo no era igual para todos. El labrador solariego podía acudir a la justicia del rey y había vasallos que elegían a sus nobles (y con derecho revocatorio). Además, en la Edad Media ibérica las relaciones entre estamentos fueron cambiando con los años (el gran cambio fue pasar de siervos a vasallos).

De cuatro modos se adquiría la condición de siervo (c. s. IX). Primero por nacimiento. Si tu padre hace pan y tu madre hace pan, lo siento chaval, pero serás panadero. No, no serás astronauta porque vives en la Edad Media. Si tu padre es hombre libre y tu madre sierva, también serás siervo y a tu padre lo convertirán a su vez en siervo. La ley penaba fuertemente la coyunda mixta. Si tu madre era libre y tu padre siervo, probablemente no llegaras a conocer nunca a tus padres.
Los prisioneros de guerra también pasaban a someterse a la servidumbre. Llamados mancipia (un romano con estudios diría mancipii), una vez cautivos se podían otorgar como regalo (ese Alfonso III regalando cuarenta ismaelitas a la iglesia de Lugo) o simplemente subirlos a un carro, si eras caballero con posibles, y llevártelos a que trabajen en una cantera. Al ser viejos enemigos, estos mancipia desarrollaban los trabajos más duros. Pero ojo, si alguno demostraba una cualidad profesional, trabajaría en lo que mejor pudiera hacer. Así, podía haber siervos que tocaran un instrumento en las cenas de un señor, otro que cocinara, otro que que fabricase joyas, etc. Si el mancipium tenía dinero, se podía pedir un rescate a su familia. Si era la hija adolescente de un noble moro, incluso se podía casar con el hijo de un noble cristiano, previo bautizo. Pero la cosa se podía complicar aún más, porque los hijos y nietos de los nobles moros cautivos, se consagraban como diáconos o clérigos y continuaban siendo considerados mancipia (ver página 215 de "Historia general de España desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII"). Es muy curioso que cientos de años después, cuando cae Constantinopla, los turcos conviertan en jenízaros a los hijos de los nobles cristianos. Existe una extraña conexión ahí que alguien tiene que mirar bien.
Por oblación uno también podía ser siervo. Someterse voluntariamente a un monasterio o a una iglesia tenía sentido en aquella época. En ocasiones por devoción y otras veces para no seguir arrastrándote por el fango comiendo raíces y pasándolo muy, muy mal. Al ser una sumisión voluntaria, el siervo podía elegir los límites de su servidumbre: tipo de trabajo, tiempo de duración, herencia, condiciones para su familia, etc.
Finalmente, el crimen era causa de servidumbre. En la alta edad media española, casi todos los crímenes eran castigados con multas. Cuando el criminal no podía hacer frente a un pago para restituir al agraviado y además pagar la multa correspondiente, entraba a su servicio hasta que la deuda era saldada. Esto conllevaba un poquito de inseguridad jurídica, ya que como ocurre con las mafias de trata de blancas en la actualidad, podía darse el caso de que jamás pagaras la deuda.

Siervos, vasallos y señores

Aquí el amigo no se anda con bromicas.

Siervos de la gleba. Familias de criazón
Estas cuatro formas de llegar a la servidumbre se aplicaban tanto a cristianos como a moros y su origen es previo a la invasión musulmana. La forma más común de ellas era la servidumbre por nacimiento. Las familias de criazón, compuestas por padres, hijos, nietos, primos, etc. tenían su origen en los servi adscriptitii de las explotaciones rurales romanas. Eran villani (villanos), cuya condición de siervos estaba ligada al terreno que trabajaban. Tan íntima era su unión que, en caso de que su señor vendiera la villa, la perdiera en una batalla o la dejara de herencia, las familias de criazón iban en el paquete de traslado de dominio y pasaban a servir a su nuevo señor sin cambiar su condición laboral o social. Esto es lo que se conoce como siervos de la gleba.
Desde nuestro punto de vista moderno, pletórico y opulento, con nuestros aviones a reacción, nuestro dominio del átomo y nuestro gran ocio, pensamos que el siervo de la gleba pasaba mucha fatiguita. En parte es verdad, porque de no ser así no hubiera cambiado su condición (por cierto, hasta 1811 siguió habiendo servidumbre de la gleba en España, eso fue anteayer). Pero por otra parte era una vida de subsistencia en la que siempre había un mendrugo que llevarse a la boca, los domingos descansabas (estaba penado trabajar en domingo) y podías santificar las fiestas con otros parroquianos más o menos con libertad (hacia el siglo XVI se contaban 100 días de fiestas al año en España, ojo, que cuando en Roma se declaraban 150 días de juegos nos parece mucho y no).

Siervos, vasallos y señores

Detalle de un mural de la Catedral Vieja de Salamanca (s. XIII?).

Los siervos de la gleba no siempre trabajaban para un señor malvado en su oscuro torreón. Un señor feudal medio no era omnipotente, ni tenía un generador infinito de hombres de armas o esbirros para asustar a heroicos campesinos que estaban pensando en formar un sindicato. Las más de las veces siervos y señores no se enfrentaban, iban cada uno a lo suyo y si había enfrentamientos salía perdiendo el señor (por eso se inventaron otras formas contractuales que veremos más adelante). Estas familias de criazón también podían tener a una iglesia, un monasterio o al propio rey como su señor.
De los señores dependía que estos campesinos se desvincularan de la tierra. Así, un siervo de la gleba podía pasar a ser un siervo personal o doméstico. Estos pasaban a estar desligados del señorío y por lo tanto podían ser separados de sus familias (dejaban de venir en el paquete junto con sus hijos, su parienta, los campos y haciendas). Es comprensible que algunos siervos no quisieran pasar al servicio doméstico, porque en caso de que la propiedad cambiara de manos, dejarían de ver a su familia. Es por ello que el señor tenía que conocer muy bien a las familias que trabajaban para él (en caso de los siervos realengos, existía un adelantado o un merino que ejercía las funciones de señor en nombre del rey y tenía que llevar un libro de cuentas, supongo).
Otro comentario: cuando una familia de criazón lleva trabajando los mismos campos durante media docena de generaciones, es probable que paulatinamente vea cierto progreso (si el bisabuelo levantó un pajar, tu ya no tienes que hacerlo, dedicas tus energías a otra cosa). Se puede ir produciendo un sentimiento de posesión de la tierra. Donde naces, paces y entierras a tus muertos es tu pequeña patria. Esto beneficia por un lado al señor, que en caso de un ataque la gente va a defender sus casas a sangre y fuego. Y por otra a los siervos, que van adquiriendo derechos por pura tradición, cuando no mejoras en el nivel de vida (hasta darse el punto de comprar su libertad).

Siervos, vasallos y señores

Detalle del Códice Calixtino, S. XII.

Colonos
Había otro tipo de servidumbre más limitada. Campesinos libres que durante ciertas épocas del año trabajaban los campos de un monasterio u otro señorío (duos dies in cavare, duos in segare). Como la sopa boba que daban los eclesiásticos a los miserables era un método eficaz para bajar el crimen violento, parece que estos campesinos libres no tenían demasiado problema en trabajar en estas circunstancias (ojo que dicho queda que lo hacían en condición de siervos).
Entre las familias de criazón y los campesinos libres, estaban los colonos o labradores solariegos. A comienzos del X, un colono podía dejar la tierra que trabajaba a cambio de compensar a su señor con la mitad de sus bienes. Por su parte, el señor ya no podía expulsar a los solariegos de sus casas. La relación siervo-señor pasaba a estar dominada por el pago de un censo o impuesto que en la práctica significaba que el siervo pasaba a poseer su propia hacienda. En tiempos de Ordoño II, los testamentos que hablan de villas, ya no hablan de las familias que van en el paquete, sino de derechos de cobro de tributos o fonsaderas para las campañas militares.
Ingenuos, también llamados emancipados
La imagen tan distorsionada como famosa que tenemos sobre lo que hacía la Iglesia mientras la gente vivía sometida a su señor, tiene poco que ver con lo que nos cuentan los documentos de la época. La gente era religiosa y esto tenía consecuencias. En ninguna novela contemporánea o película vemos esto porque la gente es vaga y prefiere la realidad construida a la realidad.
Los siervos a quienes se concedía la ingenuidad, pasaban a ser libres. En ocasiones con su propia hacienda y campo para su sustento. Son comunes los testamentos o documentos con citas bíblicas del tipo sive servus sive liber, unus sumus in Christo o solve coligationes impietatis. En ocasiones, la ingenuidad venía con ciertas disposiciones: libertad al morir el señor, libertad al morir la viuda del señor, libertad tras diez años más, etc. En otras ocasiones la calidad de liberto (o ingenuo, según el término de aquella época) estaba condicionada: no testificar contra su antiguo señor, no acusarlo nunca de nada, en caso de hacer testamento darle la mitad de sus bienes a su antiguo patrón, etc. Tal profusión de formas nos da una pista sobre un mundo y una época muy heterogénea, llena de matices. En las que la relación siervo-señor no era blanca o negra. Como principal constructo socioeconómico de la época, es razonable admitir que esta relación tenía infinitas facetas.
Fueros

Siervos, vasallos y señores

Los canecillos y capiteles de la Colegiata de San Pedro de Cervatos (s. XII) nos hablan a gritos sobre una Edad Media que no conocemos.

En los siglos XI y XII, la cristiandad coloniza la zona entre el Duero y el Tajo. Se fundan nuevas ciudades alrededor de lo que antes era tierra disputada y por lo tanto peligrosa, con fuertes y mucho espacio vacío. Para convencer a la gente que se meta en territorio apache, les tienes que convencer. Con reyes fuertes (en comparación con otros reyes europeos, que apenas eran primus inter pares) concediendo licencias de colonización y su protección a las nuevas colonias, va apareciendo un nuevo tipo de poder. El poder de la ciudad. Y con él un nuevo tipo de libertad, la libertad civil.
Especialización, división del trabajo, rutas comerciales... hay nuevos modos de ganarse la vida aparte de hacer la guerra, capturar botín y cobrar impuestos. Aparece una nueva clase que prospera trabajando, cosa novedosa para la época. Mercaderes que no dependían de la propiedad de la tierra tan solo anhelaban seguridad frente a la rapacidad ajena. A la nueva forma de prosperar le acompañaba por tanto la reclamación de ciertas libertades civiles. Se otorgan cartas puebla, se forman concejos, se crean gremios profesionales... Esta nueva clase popular destaca al tiempo en que se va reduciendo la servidumbre. Como la población se va desligando del campo que trabaja, la antigua servidumbre evoluciona en varias formas de vasallaje.
Vasallos
La gran diferencia entre siervo y vasallo reside en que si el primero tan solo tenía deberes para con su señor, el segundo ya tiene ciertos derechos de los que nadie puede desposeerlo. Había un vasallaje natural (por nacer en un sitio eres vasallo del señor de ese sitio) y otro realengo (por vivir en el reino, eres vasallo del rey). Siempre era preferible ser vasallo realengo, ya que cuanto menos te conozca el inspector de hacienda, mejor.
Un vasallo natural podía cambiar de señor si cambiaba de residencia, así, el señor se veía obligado a conceder mercedes apara aliviar un poco las cargas y evitar empobrecerse. Por su parte el vasallo estaba obligado a tomar las armas por su señor si llegara el caso.
Cuando unos hombres armados tomaban un territorio y fundaban una nueva villa, escogían para su salvaguarda un señor. Esto es lo que se llama behetría y es una forma de organización  y vasallaje muy curiosa. Aquí los vasallos podían elegir a su señor. En caso de que su señor no les satisficiera, lo echaban y elegían a otro. Había behetrías de mar a mar, en las que cualquier noble del reino podía salir elegido o las naturales, donde se buscaba a alguien de linaje noble del lugar y lo nombraban señor.
El permiso para fundar una behetría lo otorgaba el rey y en ellas los ciudadanos se guardaban mucho de evitar los pesos muertos. Los nobles tenían prohibido vivir en la comunidad, y los paisanos casarse con hijo de noble. Tampoco podía un noble comprar más de la mitad de la herencia de un forero (el que vive acogido a un fuero), pero un ciudadano sí podía comprar todo lo que tenía otro ciudadano. Esto tiene una explicación.

Siervos, vasallos y señores

Real de Pedro I. c.1350. (Fuente).


Posesión de la tierra
Hemos visto que hay personas ingenuas y tributarias. Pues del mismo modo hay tierras ingenuas y tributarias. Si un ingenuo compra una tierra tributaria, esa tierra dejaría de tributar al erario real (por eso no podían comprarla). En general, se podían dividir las tierras en cuatro tipos: realengas, abadengas, de señorío y de behetría. Esta división es paralela a la situación de vasallaje de sus moradores y trabajadores. Podía darse el caso del cambio de condición de una propiedad, pero no era la norma. Hasta época recientísima, creo recordar que el Código Civil cuando habla de testamentos sin herederos, otorgaba una parte a la diócesis y otra al gobierno civil. De aquellos polvos, estos lodos.
Después de todo lo dicho es curioso que exista cierto debate sobre si había o no feudalismo en España. Los documentos de la época sí hablan de feudos, pero hay que ir a la interpretación de las palabras para colegir si se trataba de los feudos clásicos de tipo carolingio o si se trataba de otra cosa. Dicen las Partidas que un feudo es una merced que hace el señor a un vasallo para que le sea leal. Sin embargo las necesidades de colonización de las tierras de moros y el poder efectivo del rey sobre sus vasallos, sin nobleza que le pudiera disputar el trono, nos apuntan a una sociedad que de feudal tenía más bien poco. Sería ya posterior la costumbre de ligar un feudo, mayorazgo o merced al linaje de un señor (s. XIII, coincidiendo cuando más o menos llega a su fin la Reconquista, que yo sitúo en la caída de Sevilla). A partir de ese momento vendría la necesidad de los reyes de recuperar muchos de los mayorazgos perdidos (por las rentas), a esto se le unirá la aparición de un nuevo tipo de baja nobleza: los señores sin señoríos o los hijosdalgo, cristianos viejos que estarán exentos de tributos hasta la era de los aviones a motor.
Más:
  • De cuando llegaron los moros a la península 
  • Manuel Colmeiro. De la constitución y gobierno de los reinos de León y Castilla. 1855.
  • En el tintero quedan algunas ideas locas, como la prohibición de mendigar, el cuidado a los enfermos y mayores. El pleno empleo. Sobre cuánto podía vivir de media un campesino (unos 70 años. Más o menos si superabas los 12 años sin espicharla, podías vivir mucho tiempo). 
  • Me gusta el concepto de distinguir lo que es realidad en televisión y lo que nos dice el estudio histórico. La Edad Media que tenemos en la cabeza es una recreación bizarra de lo que pensaba la gente en el XIX.
  • Desde su fundación, aquí hubo ciudades que siempre tuvieron las calles empedradas. Son muy pocos los lugares del mundo occidental que pueden decir lo mismo (ciudades italianas, griegas, Constantinopla y pocas más).
  • Queda también en el tintero insistir en la idea de que durante la Reconquista eran más temibles los ataques vikingos que los de la morisma: hubo un tiempo en que los castillos se levantaban en las costas del norte.
  • Las guerras civiles de los ss. XIII y XIV parecen consecuencia de la falta de feudalismo en Castilla (¿o debemos decir "del feudalismo a la castellana"?). Muchas veces las revueltas populares se hacían en nombre del rey contra los señores locales. Rasgo que yo diría distintivo de lo hispano.
  • No se puede perder de vista que la Iglesia fue durante mil años el mayor terrateniente de la península. De algún modo este hecho hay que relacionarlo con las guerras de religión de la época moderna.
  • No, la historia no es lineal, no es un continuo avanzar hacia un objetivo. Es prácticamente imposible explicar las behetrías, las merindades y la democracia frailuna usando una concepción materialista de la historia.
  • Lista de películas ambientadas en la Edad Media española.

El mejor alcalde, el Rey


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