Tal día como hoy hace siete años nació “Si no lo escribo, reviento”. No está nada mal para un blog personal, sobre todo teniendo en cuenta que un altísimo porcentaje de los blogs de la misma época han sido devorados por la fatiga de sus creadores o por la inmediata superficialidad de las redes sociales.
Ha sido una aventura enriquecedora escribir en este blog, ya que por un lado me ha permitido cruzarme (aunque sólo sea de forma virtual) con gente verdaderamente interesante y por otro lado he descubierto facetas ocultas de mi mismo.
Abrir este blog es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, quizás fue un primer paso en una evolución personal que necesitaba. Algo que me ha permitido conocerme mejor y darme cuenta de que aunque vivo de las ciencias, lo que me mantiene vivo son las letras.
Mantener un blog requiere de una gran dedicación y esfuerzo. Los que a pesar del tiempo continuamos contumaces lo hacemos por pura satisfacción personal. Ya pasó el tiempo en el que te preocupaban las visitas recibidas, o el alcance que había tenido un post, o si recibías muchos o pocos comentarios. Después de tanto tiempo lo que queda es la esencia de un bloguero, escribir algo que te apetece sin importante quién lo pueda leer.
La situación personal cambia mucho en siete años, durante estos cientos de posts que forman “Si no lo escribo, reviento”, he cambiado de domicilio, de ciudad, de pareja, de trabajo, he saboreado el paro, sufrido sin sabores familiares, he escrito un libro (y he empezado séis) y he tenido una hija fantástica. En definitiva, me ha pasado la vida, como a cualquier otra persona. Y todo ello afecta a la actividad bloguera.
En este momento de la vida me encuentro menos activo en el blog y en las redes sociales. La falta de tiempo para informarme hace que me falte material para escribir entradas irónicas, el poco tiempo que tengo para escribir lo suelo emplear en ir avanzando poco a poco relatos que amontono pacientemente en proyectos de libros. Por otro lado las redes sociales me están empezando a aburrir, hay tanta gente que no se escucha nada claro, me recuerda a una multitud haciendo botellón: hay mucho ruido, pero sólo se puede seguir una conversación a duras penas con el que tienes en frente.
Por tanto, no me voy. Sigo por aquí, latente y latiendo. Espero seguir mucho más tiempo y que vosotros os paséis de vez en cuando por este pedazo de internet para ver qué se me ha ocurrido colgar.
Un place haber compartido siete años de camino con vosotros.