El 22 de enero de 2013 abrí ‘la recacha’, con una foto de la cubierta de El viaje de Pau y otra del Monte Perdido. Siete años han pasado, en los que ha habido tantos cambios en mi vida que tengo la sensación de que son muchos más. No voy a hacer balance, ni a recopilar datos, ni los artículos que considero más importantes.
Este blog hace tiempo que superó el punto de no retorno. Es decir, que puede que haya vivido épocas de mayor actividad (los primeros años publicaba casi a diario), pero no tengo intención de cerrarlo. Si alguien con mucho tiempo libre se pone a recorrer su contenido cronológicamente, se dará cuenta de que ha ido evolucionando (o dando bandazos) en función de mi evolución vital (o mis bandazos).
Siempre tuve claro que aquí iba a expresarme tal como soy, que no quería dar una imagen determinada “por si…” o “para…” Lo que escribiera en ‘la recacha’ tenía que ser un reflejo de mí. Y así ha sido durante estos siete años.
Por eso hay cambios de opinión, por eso cosas que escribí hace un tiempo ahora las escribiría de otra forma, porque siempre he sido transparente. Y, qué queréis que os diga, no me inspiran demasiada confianza las personas que jamás matizan su pensamiento, que lo tienen todo clarísimo y nada les hace variar un ápice en sus dogmas.
Creo que la vida es aprender, y el aprendizaje continuo, basado en las experiencias propias y en las de los demás, en las lecturas, en las charlas sin mirar el reloj, en la observación del entorno, por fuerza nos tiene que hacer evolucionar en la manera de ver las cosas.
No se trata de ser un veleta, porque yo tengo clarísimo quién soy y a quién me debo, sino de, simplemente, tener la mente abierta.
En este rincón he escrito sobre todo lo que me ha apetecido, sin miedo ni autocensura. Sobre mis libros, la maravillosa aventura literaria en la que me embarqué hace ocho años; sobre lecturas y experiencias compartidas con otros apasionados por las letras. He compartido decenas de relatos, he reflexionado sobre el mundo, he sido vehemente en la denuncia política y social, me he ilusionado con esperanzas de cambio y me he desencantado (hace tiempo que no escribo sobre política, por ejemplo, ni creo que vuelva a hacerlo). Gracias a ‘la recacha’ he disfrutado de experiencias increíbles y he conocido a gente maravillosa, con intereses comunes, pero también con puntos de vista diferentes a los míos, cosa que, insisto, es siempre fuente de enriquecimiento personal.
Creo que el hilo que empecé a desmadejar aquel 22 de enero de 2013 continúa siendo el mismo. Aunque en el camino haya tenido que afrontar curvas y obstáculos, no se ha roto, porque es un hilo resistente que ansía seguir aprendiendo y compartiendo experiencias e inquietudes.
Además de la literatura, hay otro tema fijo entre los contenidos del blog: mi amor por la naturaleza, personalizado en el Valle de Pineta y el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, ese paraíso que sin ser mi casa siempre consideraré mi hogar porque ha tenido (y tiene) una influencia decisiva en mi modo de ver y entender la vida.
En fin, que sólo quería dejar constancia del aniversario, y de que sigo aquí, quizás menos apasionado a la hora de opinar, sin la necesidad de expresarlo todo y de recibir respuestas, y con menos tiempo para escribir, pero con la firme intención de continuar con ‘la recacha’ abierta mientras tenga cosas que contar.
Me despido con un agradecimiento de corazón a quienes, desde aquel primer día en que no tenía ni idea de si alguien leería algo de lo que publicara, habéis dedicado algún momento de vuestro tiempo a pasaros por aquí. Sois muy amables.
Contemplando el amanecer desde el Balcón de Pineta.