Revista Espiritualidad

Siete años de desgracia!

Por Srigangamata @SRIGANGAMATA

Era la maldición que pesaba sobre un espejo roto.
Y estaba basada en el valor monetario que tenía el objeto
y las penurias que se debería pasar para reponerlo…

El prácticamente inevitable contacto con las redes sociales, los noticieros, las difusiones públicas permite observar hasta qué punto hemos creado una cultura del horror y lo absurdo.
Francamente no soy capaz de determinar en qué momento el error ajeno se convirtió en broma, el accidente pudoroso en video viral, el momento de miedo o espanto en noticia recursiva (a más sangre y más espanto físico o psicoemocional, más recursividad) y el error que termina en accidente privado en gif público.

Estamos acostumbrados a cenar rodeados del horror de la locura de la guerra, o de la destrucción de la dignidad de los pueblos, a tomar el café frente a los ríos de sangre inocente, a compartir hombre y mujeres vejadas en su dignidad, mancillados en su pudor o dañados en su integridad física como “bloopers divertidos”

Mientras los vemos, desternillándonos de risa y contribuyendo a su viralización, nadie se pregunta cómo se sentiría si “el del videíto” fuese su hijo, o su madre, o su esposa, o su hermano.


Cuando las noticias, so pretexto de informarnos “cómo es el mundo” nos instilan miedo existencial en los programas, para poder vendernos paz consumista en las publicidades, todos nos indignamos, escupimos migas de pan ofendidas , tocemos!…

…Y después anotamos el modelo del nuevo Celular “ que tenemos que tener” para no equivocarnos y quedar como retrasados tecnológicos cuando vayamos a comprarnos en tantas cuotas como sean posibles sin importar el lucro de los intereses porque las tarjetas están que lloran.
Y seguir tan campantes para volver a empezar en la próxima visita a Facebook o flash de noticias.

Es una sobre exposición a estímulos con efectos complejos y de alta carga química.
El problema de la sobre estimulación es que, al igual que hacen las drogas de síntesis, provoca lo que denominamos “tolerancia”.
Es decir, el organismo se acostumbra a recibir con regularidad su dosis de estímulos, hasta que llega un momento en el que tal dosis no le satisface.
¿Qué hace entonces? Pues muy sencillo: buscar una dosis mayor.

Y este circuito se retroalimenta hasta que llega la la desensibilización e incluso la muerte de las neuronas implicadas.
Y todo, porque permitimos que nos rompan el espejo…

En realidad, los cientos de miles de espejos.

Nuestro cerebro posee activas desde su nacimiento un grupo de neuronas con calificaciones especiales denominadas “espejo”. En un principio les permiten a los bebés imitar los movimientos lo que determina que sean la base fundacional del aprendizaje humano.

Además, a medida que crecemos, nos sirven para planificar la acción, porque nos permiten realizar una simulación de las acciones antes de llevarlas a cabo.
Sin embargo, una de las funciones más interesantes es permitirnos hacer una comprensión acertada de lo que piensan los otros dado el modo de trabajo de dicho grupo de neuronas es posible afirmar que nos ayudan a inferir los motivos y pensamientos de otra persona.

De hecho, se ha apreciado que algunas zonas del cerebro vinculadas a las emociones se activan lo mismo si somos nosotros quienes las experimentamos que si vemos a otras personas vivenciándolas, lo cual evidencia que también son responsables de nuestra capacidad de empatía.

Nuestro cerebro, como organismo cibernético no distingue emocionalmente entre propio o ajeno ni entre realidad y fantasía, si el estímulo es suficiente como para generar respuesta la respuesta será idéntica en una emoción, o dolor ajeno como en uno propio, y del mismo modo ya sea que el estímulo sea producto de un hecho o de una fantasía.
Al permitir ser bombardeados con tanto estímulo audio visual como los descriptos más arriba, lo que logramos en insensibilizar nuestras neuronas espejos y por lo tanto mermar hasta extinguir nuestra capacidad de empatía.

La empatía se basa en el conocimiento personal de las sensaciones de stress emocional y/o físico (frustración, angustia, pudor, desgarro, fractura, herida, muerte), y en el reconocimiento de nuestra fragilidad, imperfección y vulnerabilidad; proyectado en el individuo frente a nosotros, tanto humano como de otra especie y está diseñada para mantener la conexión vital, la comprensión de la unidad de vida que somos sumados con todo otro organismo viviente.

Es importante para nosotros comprender que contribuimos activamente a la desensibilización de nuestras neuronas espejos (que es lo mismo que decir nuestra capacidad empática) cada vez que sobre estimulamos nuestros cerebros con imagen de violencia, de humillación, de desvalorización de otro individuo, sea o no humano.
Y es importarte comprenderlo, porque (antes que culpar a conspiraciones globales para esclavizar a la humanidad de nuestra decadencia), debemos responsabilizarnos de nuestra propia decadencia personal.
Una decadencia permitida, avalada cuando no directamente promovida por nosotros mismos, que somos los primeros dispuestos (encantados de hecho) en quemar en la hoguera de la medicrización y vulgarización cultural y psico-emocional, los preciados bienes que son nuestros valores, nuestra empatía, nuestra capacidad de imaginación, espanto y asombro, nuestro espíritu creativo, nuestra rebeldía.

Porque todas las conspiraciones , las manipulaciones, loas degradaciones de la humanidad son neutralizadas con una sola palabra:

NO

Donde está nuestra interpretación, está nuestra emoción, y donde está nuestra emoción nace el contexto que nosotros reconocemos como “Realidad”.

Cuidar la calidad de los nutrientes que le damos a nuestro universo de interpretaciones es un paso OBLIGADO para definir en qué realidad vamos a vivir y con quien vamos a compartirla.

Porque si un único espejo roto, vale tanto como para anticipar 7 años de desgracia:
Qué valor tienen cientos de miles?

Y lo más importante…

QUÉ NOS ESPERA

SI DECIDIMOS DESTROZARLOS?

 
SIETE AÑOS DE DESGRACIA!
SRI GANGA MATA
Eco-Ingeniería de la Emoción®
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 Namasté

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