La inteligencia artificial abarca ya prácticamente todos los ámbitos. Desde los procesos de vigilancia, seguridad o gestión administrativa hasta la medicina, la biología y la economía. De hecho, la rápida evolución de esta tecnología ya está planteando transformaciones legislativas que buscan marcar de forma clara los límites éticos de su aplicación y garantizar la privacidad y la seguridad de los ciudadanos frente a su uso. Un buen ejemplo es la nueva normativa propuesta por la Comisión Europea para "fortalecer la inversión en IA en la Unión Europea" y establecer varios niveles de riesgo a la hora de su aplicación.
A lo largo de las décadas, la Humanidad no ha dejado de imaginar esa escena tan distópica de contar con la compañía de un robot en casa. El aterrizaje de la inteligencia artificial en casi todos los aspectos de nuestra vida o la creación de seres inteligentes superiores al propio ser humano son dos de los escenarios utópicos -o pesadilla- que ha reflejado el séptimo arte. Esta son las siete películas más relevantes para intentar dilucidar cómo será el futuro en compañía de la IA.
'Terminator' (1984), de James Cameron
No fue la primera ni tampoco la última historia sobre la rebelión de las máquinas, pues The Matrix le debe mucho en su planteamiento. Pero sí fue la más memorable para toda una generación. La saga de Terminator, sobre todo en su segunda entrega, de 1995, desarrolla un escenario de destrucción en el que la inteligencia artificial Skynet ha tomado el control del planeta y casi exterminado a la Humanidad, hasta tal punto de enviar un robot a destruir a la madre del futuro líder de la Resistencia antes de que nazca. Más que un arrebato ludita de James Cameron, uno de los directores de cine más 'adictos' a la tecnología, es una advertencia sobre la necesidad de un desarrollo ético y consciente de los límites de la IA... a tiros y con Schwarzenegger como protagonista.
'Wall.E' (2008), de Andrew Stanton
¿Y si, en realidad, la inteligencia artificial está de nuestro lado? El entrañable robot Wall.E no solo es capaz de enamorarse de la mucho más sofisticada EVA y de proteger la vida por encima de todas las cosas, sino que continúa limpiando un planeta que los humanos han dado por perdido. Esta película es un recuerdo de la humildad común que necesitamos para salir adelante y ser capaces de madurar. Wall.E, de alguna manera, es la Humanidad, pues necesitó una persona que lo programase y lo hiciese capaz de repararse a sí mismo. La IA, en conclusión, guarda en su interior las soluciones que solo nosotros podemos entregarle y que nos recuerdan lo complejos que podemos llegar a ser.
'Trascendence' (2014), de Wally Pfister
¿Y si en lugar de una inteligencia artificial nos encontramos con una conciencia humana volcada en la máquina? ¿Seguiría siendo realmente la mente de una persona, o algo más retorcido? La fantasía de la inmortalidad, perseguida por la conciencia de que lo que nos hace humanos, no es tanto nuestra capacidad para razonar como los sentidos a través de lo que lo hacemos, esos sesgos que son nosotros. En esta película, el personaje de Johnny Depp acaba rozando el supervillano de cómic. No obstante, un capítulo de Black Mirror (2011) desarrolla la misma premisa de manera más intimista cuando una protagonista ordena una copia exacta de su novio basada, más que en una descarga de sus recuerdos, en sus publicaciones en redes. Los 'bots de duelo'. ¿Nos ayudaría una copia de un ser querido a soportar su pérdida?
'2001: Una Odisea en el espacio (1961)', de Stanley Kubrick
El clásico de Kubrick es una reflexión sobre la inteligencia. La humana, la alienígena que puede resultarnos incomprensible y la artificial creada por las propias personas. ¿Es el monolito una máquina limitada, como el 'robot' Hal 9000, una especie muy evolucionada o, directamente, un Dios? Por otra parte, la diferencia entre el hombre Dave Bowman y la máquina Hal reside en la capacidad del primero para utilizar su raciocinio de manera adaptativa, encontrando soluciones inesperadas o demasiado arriesgadas para ser consideradas sensatas. Y la condena de la máquina, además de los humanos que dependen de ella, es toparse con instrucciones contradictorias que su funcionamiento eminentemente lógico es incapaz de conciliar.
'Her' (2013), de Spike Jonze
¿Realmente podemos considerar esta película como ciencia-ficción cuando ya se están desarrollando chatbots capaces de sostener durante horas una conversación antes de que el usuario comprenda que al otro lado no hay una persona? La película de Spiker Jonze, con Joaquin Phoenix dando la cara y Scarlett Johansson poniendo la voz, plantea el escenario de un ingenierio informático en una relación sentimental con una aplicación programada para entenderle como si fuese una novia. Blade Runner 2049, en 2013, retomaría el hilo como una crítica a los prejuicios machistas: ¿Está el holograma Joi enamorada del protagonista o es una ilusión generada por la programación?
'I am Mother' (2019), de Grant Sputore
La película de Netflix no es un clásico de la ciencia-ficción pero presenta un escenario terrorífico de extinción de la raza humana y su reinicio a través de una 'madre' artificial. Esta es la misma premisa de Wall.E o de la serie de Ridley Scott, Raised by wolves (2020), pero más inquietante. ¿No es, al fin al cabo, la relación afectiva con otros seres emotivos como nosotros la que nos permite evolucionar? ¿Puede una IA educar a una inteligencia natural? Y si es lo suficientemente avanzada... ¿no comprenderá rápidamente estos problemas e intentará solucionarlos a su manera?
'Blade Runner' (1982), de Ridley Scott
La película del test de Turing, aunque en la ficción se llame Voigt-Kampff. La del momento en que quizás no sepamos distinguir una inteligencia artificial de una humana y tengamos que plantearnos si, como ser sensible, tiene los mismos derechos que nosotros. Lo plantean otras cintas recientes, como Ex Machina (2014), de Álex Garland; I.A. (2001), de Steven Spielberg, o Westworld -tanto la película de 1973 como la serie 2016-, además de toda la obra de Isaac Asimov. Pero Blade Runner tiene dos cosas que el resto no: el discurso final de Roy Batty, el asesino replicante, que prefiere que su último acto sea salvar una vida y no quitarla, compartiendo con nosotros experiencias tan humanas como las de cualquiera. La duda que plantea: ¿es Deckard, el protagonista, también un replicante? Si no podemos saberlo, ¿es que ha superado el test y por tanto su humanidad es indistinguible de la nuestra?
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