Revista Libros

Sifarnodo

Publicado el 26 enero 2012 por Rubencastillo

Sifarnodo
Cualquiera sabe quién es Sifarnodo. ¿Un extraño ser desvalido, al que su amo mantiene encadenado para garantizar su protección? ¿Un animal diabólico, al que conviene aherrojar para que no dañe a los demás? Una criatura nocturna, en todo caso. Una singular versión de Mr. Hyde que ha creado en sus noches de luna oscura Juan de Dios Sáez Clavijo y que ahora nos ofrece a los lectores en un libro de elegante formato, con dos prólogos de diferente textura: el primero, ambiental (obra de Juan Espallardo); el segundo, psicológico (firmado por el autor). Quien se adentre en sus páginas encontrará muchos motivos para sentirse satisfecho de la decisión de leerlo... Hay diapositivas líricas de notable brío, como esa estampa tan hermosa que aparece en la página 75 con el nombre de Recuerdos del mar; hay textos que tienen una singular música de fondo, casi de quejío (en la página 57); hay memorables secuencias de respiración melancólica, como cuando el escritor nos narra aquella escena en que su madre, después de prepararle una vela para que siguiese estudiando su examen de matemáticas de 3º de BUP, le dio las buenas noches y se fue a la cama (esta deliciosa estampa puede encontrarse en la página 23); y hay minicuentos tan excelentes como el que adorna la página 37 con el título de Amores prohibidos (1). Su textura y su brillantez son antológicas: dos amantes que han sido maltratados por unos indeseables son conducidos en un camión hacia un destino incierto pero sin duda preocupante para ambos. El hombre tiene los labios hinchados, agrietados y manchados de sangre. Cuando el vehículo se detiene y los hacen bajar nos damos cuenta de que son dos homosexuales, a quienes les ha llegado el “fin del paseo”. Relato tan estremecedor que conmoverá incluso al lector más insensible. Este libro constituye, en síntesis, el conjunto de notas que va tomando un caminante. Alguien que transita por la vida, el amor, la música, el alcohol y la muerte con la misma entereza y el mismo desparpajo, y que nos deja grabado en tinta su testimonio. Me siento muy feliz y muy orgulloso de haberlo leído.

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