Hace algún tiempo, Autismo Diario publicó un artículo donde se enumeran una serie de signos para tener en cuenta en la detección temprana de TEA. En la actualidad, el diagnóstico de este trastorno suele hacerse entre los 3 y 4 años, a veces incluso más tarde. Hay que tener muy en cuenta que una detección e intervención tempranas cambian sustancialmente el pronóstico y la evolución de los niños.
El autismo se caracteriza fundamentalmente por tres tipos de patrones:
- alteraciones cualitativas de la comunicación
- alteraciones cualitativas en la interacción social, y
- patrones estereotipados y/o restrictivos de la conducta
El artículo menciona una de las herramientas que brindan conocimiento de las manifestaciones tempranas del TEA, el uso de videos caseros de los niños en los primeros años de vida. Una investigación realizada en 1999, donde se estudiaron 32 niños mediante el análisis retrospectivo de videos caseros; 11 de ellos con autismo, 10 con diversos problemas de desarrollo y 11 con un desarrollo típico, permitió una correlación en el diagnóstico de Autismo del 93,75%. En el estudio se tomaron en cuenta diversas categorías, como mirada y contacto con la mirada de otros, muestras de afecto, respuesta al nombre, posturas anticipatorias, estereotipias motoras y contacto social.
Estudios retrospectivos mediante videos caseros permitieron identificar señales tempranas de niños que desarrollaron autismo en un 93,75% de los casos.
A su vez, por medio de análisis estadísticos, se han hallado diferencias en la atención a estímulos sociales en niños menores de seis meses, que posteriormente fueron diagnosticados con TEA. Esto da la pauta de que en muchos pequeños se presentan tempranamente signos del trastorno, y que si bien con el tiempo los mismos se hacen más evidentes, es posible estar atento de manera temprana a las manifestaciones de TEA.
Llegados a este punto, realizo una pequeña salvedad, no se está sugiriendo aquí, al menos con la evidencia existente en la actualidad, que se diagnostique a niños de seis meses de edad, pero sí, como menciona el autor, mantener una espera activa que permita en caso de un diagnóstico positivo estar preparado para un tratamiento eficaz. Sucede en muchos casos actualmente, que luego de un diagnóstico a los 3 o 4 años, los padres se ven “bombardeados” por un lado por el conocimiento de lo que es el autismo, y por el otro por una gran variedad de tratamientos entre los cuales deben decidir cual implementar.
En palabras del autor:
“Si bien formular el diagnóstico de Autismo en un niño dentro del primer año de vida puede ser muy aventurado, formular sospechas de alteraciones del desarrollo que pueden incluir el Autismo es muy válido, especialmente si se implementan las medidas de intervención necesarias. Siempre debemos recordar que en desarrollo el peor consejo profesional es “esperar a ver qué pasa” (la espera activa, con intervención aunque no sea con un diagnóstico específico y solamente con una sospecha es un procedimiento totalmente válido y necesario). Durante el segundo año y los años subsiguientes es más fácil formular el diagnóstico dado que los signos se van haciendo cada vez más evidentes, especialmente en lo que se refiere a patrones estereotipados o restrictivos de conducta que pueden estar ausentes o no ser fácilmente reconocibles a edades tempranas.”