El silencio es un regalo divino pocas veces apreciado. Un espacio físico, emocional y espiritual que nos concede la vida para recuperarnos, recargarnos y sanarnos.
Un momento de silencio nos ayuda a reconectar nuestro espíritu, nuestra alma con el mundo, con la naturaleza. Nos ayuda a desintoxicarnos de todo cuanto a nuestro alrededor nos ocupa.
Con el silencio recuperamos la paz, tranquilidad y hasta desarrollamos destrezas que no teníamos. En el silencio nos confesamos y hacemos introspección de todo cuanto debemos de sanar o reconstruir. Nos sensibilizamos con las miserias y desventajas de nuestros hermanos y contamos cada una de las bendiciones que recibimos.
Un momento de silencio nos da la oportunidad de hacer un balance en la vida, nos permite escuchar el sonido de la Tierra, el sonido del Universo. El silencio es el antídoto perfecto para sentir alivio ante el ajetreo diario.
El silencio nos hace mejores personas, pues la Vida, el Universo, Dios hablan a través del silencio.
Conócete, siéntete y escúchate en el Silencio.
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