Revista Deportes
¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!
Silencio por un torero
Aquella tarde Sevilla
se puso toda amarilla,
quebraíta de color.
Y por el aire caliente,
su voz clamó de repente,
ay, qué pena y qué dolor.
Silencio en Andalucía,
rezadle un Ave María
y quitarse los sombreros.
Silencio el patio y la fuente,
que está de cuerpo presente
el mejor de los toreros.
¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!
Y por Gelves viene el río, teñío
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecía,
repetía a voz en grito:
¡Pa qué quiero mi alegría!
¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!
Silencio por un minuto,
pintad el campo de luto,
el ciprés y el olivar.
De luto las amapolas,
de luto Carmen y Lola,
Concha, Pepa y Soledad.
Silencio guarde el romero,
silencio el torito fiero
y los bravos mayorales.
Crespones en sus divisas,
silencio pide la brisa
al pasar por los trigales.
¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!
Y por Gelves viene el río, teñío
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecía,
repetía a voz en grito:
¡Pa qué quiero mi alegría!
¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!