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Símbolos y presagios

Publicado el 29 junio 2012 por Jordiguzman

Resulta curioso observar cuando se lee la historia de Roma de hace 2000 años como estaba su sociedad abrumada por una enorme cantidad de presagios: apariciones, tanto de dioses como héroes o hasta personajes de ficción, fisiológicos, con animales, fenómenos meteorológicos… y así un buen numero de presagios, todos con un claro significado simbólico, propio de la época.

Me he estado releyendo con gran placer la Vidas de los Césares de Suetonio, un libro que, dicho sea de paso, recomiendo vivamente su lectura, es un libro que se lee con una sorprendente facilidad y es de una notable amenidad. Decía que he estado releyéndolo y justo al comienzo del capítulo dedicado al emperador Galba hay un párrafo que me ha sorprendido por la cantidad de prodigios que aparecen en él con una aparente familiaridad. Recordemos que Galba fue el primer emperador después de la dinastía Julia-Claudia, que dio a Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, los cinco primeros emperadores.

El linaje de los Césares acabó en Nerón: y esto se vio claro que ocurría por muchos presagios, sin duda, pero sobre todo por dos de ellos evidentísimos. En cierta ocasión en que Livia visitaba la finca de Veyes, inmediatamente después de casarse con Augusto, un águila que volaba por encima de ella dejo caer en su regazo una gallina blanca que sostenía una ramita de laurel en el pico, tal como la había cogido; y después que Livia ordenó que se criara la gallina y se plantara la rama nació una cantidad de pollos tan grande, que aquella finca recibe hoy todavía en nombre de “Las Gallinas”, y un lauredal tan tupido, que los Césares cortaban de él los laureles cuando se disponían a celebrar un triunfo; los triunfadores adoptaron también la costumbre de plantar enseguida otros en el mismo lugar, y se observo que a la muerte de cada emperador se secó el árbol plantado por él. Pues bien, en el ultimo año de Nerón, no solo se secó todo el bosque hasta las raíces sino que perecieron todas las gallinas que había en la finca. Y, poco después, cuando fue alcanzado el templo de los Césares por un rayo, se derrumbaron a un tiempo las cabezas de todas las estatuas, y la de Augusto le fue arrancado incluso el cetro de las manos.

Vida de Galba, 1.

Como vemos hay un buen numero de prodigios, señales, símbolos y desgracias altamente simbólicas. Pero ¿fueron verdad? Lo dudo mucho. Es altamente improbable que una gallina sobreviva a la presa de una águila (las cuales tienen por costumbre dar unos cuantos vigorosos picotazos a sus presas antes de levantar el vuelo), más difícil aún es que sobreviva a una caída y que encima tenga en el pico una ramita de laurel y que le caiga en el regazo a la buena de Livia. Parece que sea una fábula, algo que se cuenta como una historia moral, pero, por lo menos según se desprende de la lectura de Suetonio, el autor parece que crea lo que está contando. ¿Se trata de un autoengaño general? ¿O simplemente Livia afirmó lo que le convenía?

Y por no hablar de los laureles secados cuando fallecía el que los plantó (cosa relativamente fácil de simular) o de las estatuas descabezadas un día de tormenta y el cetro de Augusto desaparecido. La verdad es que no me puedo sacar de la cabeza la visión de una brigada de esclavos armados con martillos y escarpas, con nocturnidad, haciendo todo el trabajo, matando gallinas y arrancando laureles.

No es mi intención entrar en profundidad en este tema, supongo que ya hay suficientes trabajos realizados por especialistas en historia antigua. Pero es que me ha llamado la atención la gran profusión de este tipo de presagios en todo el libro, quizá se trate de una fórmula retórica habitual en la que los que las escribían no se creían ni media palabra y estaban destinados al vulgo.
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