Crudamente, sin eufemismos, sin usar para nada la ironía, llamando a las cosas por su nombre, me atrevo a decir que España es un país que ha mirado a los paises en vías de desarrollo y ha tomado el camino contrario, o sea que ha ido directamente al subdesarrollo, sin pasar por ese proceso de transicisión que están viviendo muchos paises en el mundo. Hemos dado el gran salto, sin ambages, sin rodeos, sin calmantes, sin paliativos, sin anestesia, y lo hemos ratificado con una mayoría absoluta.
Mientras ellos están saliendo de sus perennes crisis, nosotros nos dirigimos a una crisis permanente; mientras ellos invierten en salud, educación, cultura, investigación, desarrollo, nuevas tecnologías, nosotros recortamos. Mientras ellos crean sistemas políticos transparentes, nosotros nos jactamos de tener la peor clase política de Europa. Mientras ellos modernizan sus infraestructuras, crean un sistema productivo estable, y preparan a sus gentes para el futuro, en España se caen las obras realizadas con dineros de la Unión Europea, el agro se tambalea por la supresión de los subsidios y lo peor de todo es que no hay respuesta por parte de la ciudadanía, ya que quienes tendrían que hacerlo, son la generación del mínimo esfuerzo, que ha crecido en la abundancia, que no le ha visto sentido alguno al estudio, a la preparación; la generación que ni estudia, ni trabaja, ni hace nada por romper el círculo vicioso; una generación que sigue de fiesta aunque no haya con que pagar la hipoteca, que se va de botellón aunque el pan ya se vea poco por su casa; una generación que se maneja más fácil que a los chiquillos del parvulario: con buen fútbol, con ídolos como Torrente o Belén Esteban, y con megafiestas se le tiene completamente adormecida (eso sin hablar de los porros).
Se podría decir que es el milagro europeo, pero esto no tiene nada de milagroso; Merckel y Sarkozy lo han tenido fácil, y un fenómeno como este jamás se presentaría en Francia que por algo es la madre de la democracia, o en la locomotora Alemana, que por algo es el motor productivo de Europa, o en Finlandia donde ser educador es la más alta de las aspiraciones profesionales de la gente.
España ha tenido 20 años para aprovechar la oportunidad de imitar a sus vecinos triunfadores, y prepararse para cuando vinieran las vacas flacas; pero lo único que ha hecho es malgastar su herencia como el hijo pródigo, con la gran diferencia que este hijo no cuenta con un padre bondadoso que le vuelva a acoger en su casa y le haga una fiesta por su arrepentimiento. No pagaremos cara nuestra osadía, de ninguna manera, esta locura de consumismo desaforado la pagarán nuestros hijos que ven como el toro les ha pillado; y desandar este camino de ida hacia el subdesarrollo le valdrá sudor y lágrimas a unas cuantas generaciones que una vez más no culparán a sus antecesores sino que dirán que se debe al orden establecido y que poco se puede hacer por cambiarlo.