Revista Cine
Directores: Robert Rodriguez & Frank Miller
Pues sí, he quedado oficialmente cansado de los vampiros. Espero que pronto tenga las ganas de ver y comentar las tres películas que me faltaban, aunque tampoco es la gracia forzar la mente y el espíritu, ¿no? Ahora tengo la intención de ver películas de este año que ya está en tierra derecha, y qué mejor manera de comenzar a cumplir dichas intenciones que con algo ligero y de fácil digestión, justo para una mente un tanto agotada como la mía. Nueve años han pasado desde la primera parte, una película que llamó la atención por su estética y también por su efectividad. "Sin City 2" sigue el mismo rumbo, sin empeorar pero tampoco sin mejorar, lo cual es bastante positivo considerando el tipo de propuesta que es y quienes son los responsables. A fin de cuentas, estamos ante un divertimento muy bien hecho y que te hace gozar sin complejos.
Ya conocen la Ciudad del Pecado, donde todo lo correcto yace bajo una superficie de amoralidad reinante, desvergonzada corrupción y violencia desaforada. Nuevamente veremos historias que toman forma en este infame lugar, protagonizadas por personajes conocidos y otros nuevos que recién dan el primer paso en las sinuosas y peligrosas calles que conforman una trampa mortal presente en cada esquina. Veamos si somos capaces de salir de la ciudad, porque entrar en ella es lo más fácil...
La fórmula ya es conocida, sí, con varias historias breves que se desarrollan de manera veloz y brutal bajo la voz en off del protagonista de turno -en este caso continuando algunas tramas de la primera entrega-, y más importante aún, con el mismo desplante visual que tanto deslumbró a muchos -yo me incluyo, claro-. La fuerza estética es innegable, aunque es cierto que lo suyo es mayoritariamente efecto por sobre cine propiamente tal, lo cual no constituye nada malo, pues claramente es el perfil de la película, su propósito: llamar la atención del espectador fácilmente. Eso se logra con efectividad, pues además de tener una imagen altamente contrastada -con alguno que otro color haciéndose notar-, se siente, se respira una atmósfera noir que se inspira en el cine negro más negro y profundo. Así, tenemos matones de poca monta pero puño fuerte, habilidosos jugadores, femmes fatales de armas tomar, detectives privados persiguiendo hombres de negocios en tórridos affaires con prostitutas que se entregan el mejor postor, políticos corruptos con sus policías corruptos, barrios bajos en los cuales te dan la bienvenida a balazos, y bares de mala muerte donde no hay más que humo y alcohol y póquer ilegal. Lo típico, dirán, a lo que yo les responderé: así es; no se puede ser Raymond Chandler o Dashiell Hammett, pero siempre es agradable ver historias que no se amilanan con la sordidez de lo que narran, y siempre se recibe con brazos abiertos a las distintas Poisonville's que pululan por ahí. En el fondo lo que digo es que no se encontrarán con memorables historias que se queden grabadas a fuego en la historia del noir, ni siquiera que sean capaces de provocar un revival del mismo en el cine -¿se podrá a estas alturas, de todas formas?-, pero inspirarse en él, estética y sustancialmente -aunque, desde luego, un buen relato noir, puro y duro, es mucho más que todo lo que listé más arriba-, siempre es una gozada, especialmente si el único fin es hacernos disfrutar fácilmente y sin exigir demasiado; sangre, sexo, disparos, alcohol, violencia, ingredientes más que suficientes para pasar un buen rato como el adolescente morboso que tenemos derecho a ser de tiempo en tiempo. Y lo bueno es que las historias también están bastante buenas, así que no es puro disparo y secos golpes lo que nos hará disfrutar, sino que relatos bien narrados y que de vez en cuando funcionan a mazazo limpio.
La primera historia, la que nos da la bienvenida de nuevo a la ciudad, no puede funcionar mejor: como una breve introducción protagonizada por el buen Marv -interpretado por el buen Mickey Rourke- y sus problemas para recordar cómo se mete en problemas. Luego vemos un relato original, no sacado del comic de Miller, en el que Joseph Gordon-Levitt es un apostador con gran talento que piensa que es buena idea jugar una partida de póquer con un corrupto senador acostumbrado a ganar en todo lo que se mete. Posteriormente vemos a Josh Brolin protagonizando una historia que involucra a la mega sensual Eva Green -su penetrante mirada nunca deja de impactarme, por decir poco-, la dama por la que uno sería capaz de matar. Y es que hay mujeres que tienen tal influencia sobre los hombres... Finalizada esta historia veremos la continuación de la noche de Gordon-Levitt, tras la cual cerramos la película con Nancy Callahan -Jessica Alba- siendo atormentada por la figura del malogrado Bruce Willis, el único hombre que ha amado.
El único relato que no me gustó fue el último, pues es el único que no me sorprendió. Tiene buenos momentos, tiene la misma actitud demoledora de los otros relatos, tiene la misma dulce violencia previamente vista, pero se desarrolla -al menos ya en su tramo final- de manera previsible. Lo mejor que ofrece es la parte psicológica de Nancy, fruto de su inusitada afición por la bebida y su constante debate entre vengar o no a John Hartigan -Bruce Willis-, que se le aparece constantemente en interesantes visiones. Es un elemento bien incluido y que, sobre todo, le da frescura al instante final de la película.
Los demás son sencillamente muy divertidos, brutales y, cosa buena, sorprendentes. Me vi varias veces contrariado porque las cosas que sucedían no las vi probables en el momento. Súmenle a ello que cada relato tiene su toque identitario y la sensación de repetición no se asomará por la mente del espectador -al menos no se pasó en mi mente-. En pocas palabras, relatos bien hechos.
Si he de decir críticas, tengo al menos un par. La primera es que no me gustó mucho realmente el elemento un tanto, cómo decirlo, ¿fantástico, sobrenatural?, de algunos relatos. No es que hayan hadas o vampiros u hombres lobo, pero las super-habilidades de ciertos personajes -Miho, por ejemplo-, al menos para mi, le quitan seriedad y realismo al conjunto. A veces dan la impresión de ser comodines para hacer avanzar la trama más rápido y fácil, sin tener que calentarse demasiado la cabeza para solucionar algún nudo dramático un tanto complejo de destrabar. Trucos que delatan un guión, que si bien está sólidamente hecho desde lo literario -narraciones, diálogos, tramas en general-, es tramposo en ocasiones varias, recurriendo a salidas de fácil acceso. La otra crítica se puede incluir en esto mismo del guión, y es algo menor: la caída de cierto policía es excesivamente veloz, y aunque es cierto que su personaje no es muy importante -realmente no lo es, ahora que le doy más vueltas-, pienso que si muestras un proceso, entonces tienes tres alternativas: o se hace aún más rápido, como un flash -bien logrado ha demostrado efectividad en otras historias en variados formatos-; o se hace más detenidamente -en este caso no correspondía por el nulo peso de quien hablamos-; o simplemente te evitas el lío... No puede haber término medio porque termina sucediendo lo que les cuento: un personaje muy menor agarra importancia, y por ende, tiempo valioso, mayor del que le corresponde, como cuando un jugador de fútbol mediocre llega a un equipo de alcurnia: la camiseta le queda grande.
Sin embargo, son errores que se pasan por alto, pues a nivel general son rayones que no desbaratan ni destruyen la calidad del conjunto. Irritan, sí, pero no sobremanera.
A modo de conclusión, tal como dije recién, la cinta tiene errores, pero no son un problema grave durante el visionado -después, cuando uno tiene más tiempo para pensar, claro que lo son-, pues como digo, la película es de fácil digestión. Dichos errores no son más que resquemores momentáneos que se ven rápidamente ensombrecidos por todo lo demás que está bastante bien: actuaciones, apropiada dirección, relatos efectivos, entre otros aspectos más. A veces en mi mente se generaba una duda pero de inmediato ocurría algo que me hacía olvidarla y provocarme una sonrisa que me mantenía enganchado.
Lo cierto es que la película -o los responsables, mejor dicho- no exige demasiado al espectador, y por lo mismo uno tampoco debe pedir una obra de arte. "A dame to kill for" cumple cabalmente todo lo que promete, y el resultado final es una gozada por donde se le mire. Quizás no la sorpresa que supuso el 2005, pero sí con su potencia característica intacta. Simplemente hay que dejarse llevar y conquistar... y es que si se te acerca Eva Green y te ofrece la promesa del paraíso, ¿te negarías?
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